Reflexiones y otros datos que no caben en los medios de comunicación, pero que siempre vuelven en la mochila.

Racionando la vida en Palestina.

Ayer estuve en lo que podría ser una cola de racionamiento. Las había visto en un par de ocasiones, en campos de refugiados de esos que no salen en la Lonely Planet ni en Extranjeros por el Mundo, también las había visto en películas que narran el holocausto judío, en las crónicas de las guerras en Yugoslavia y países africanos, también en la memoria narrada de mis abuelos.
Jamás estuve en una de cerca, quizá porque soy demasiado joven para haber vivido una guerra propia, soy más de guerras ajenas o a domicilio, o quizá porque por ese mismo hecho de ser joven hace que me aguarde en un futuro ser un número más en la fila de turno. Al paso que van las cosas yo no lo descartaría.
Como decía, ayer el instinto periodístico o el atrevimiento que provoca la curiosidad, me guió hasta la cola formada en su mayoria por mujeres jóvenes y mayores además de varios críos.
La desfachatez y la impunidad con la que bancos, agencias de calificación, Lehman Brothers ouh yeah, gobiernos y ministros analfabetos, economistas del mercadeo, dictadores de la muerte, traficantes de armas con escaño y sello oficial que surten las guerras al grito de «¡más madera!», trileros del Bilderberg y otras bandas organizadas, carroñeros de diversa índole que componen el panorama político, económico y social internacional, han dejado el planeta patas arriba, con la casa sin barrer y con las arcas oficiales, ojo que no hablo de las extraoficiales, más vacías que el cerebro de un colaborador de «Ayúdame», «Rescátame» o como se llame el risorio nacional considerado por algunos la santa Biblia. Amén Jesús.
Las oenegés de buena voluntad ,sigo con los términos bíblicos,  ya no dan abasto ante la demanda de ayuda; «los recortes y tal, ¿qué te voy a contar?, diez mantas nos quedan para doscientas familias…»
El ghetto palestino, como en su día fué el de Varsovia para los judíos desmemoriados, no se libra de una. Y es que, incluso dentro del concepto de miseria hay algunos más miserables que otros, y espero que nadie se acuerde de mis muertos, porque la utilización de la palabra miserable no es peyorativa, salvo que se aplique a los políticos, que entonces además de peyorativa es acertada.

La población palestina sufre como otros muchos los rigores del invierno. La falta de energía eléctrica impide calentar los hogares, cocinar lo poco que haya, la gente enferma y el bloqueo de los envíos de medicinas y otras ayudas es riguroso. Los barcos de las flotillas llegan a duras penas cargados de suministros y en ocasiones de disparos y detenciones que arrojan por la borda las intenciones humanitarias de quienes los tripulan. Por haber hay hasta cooperantes que no tienen ni para tabaco que les alivie una jornada dura.

Mujer palestina recoge agua. La distribución desigual de los recursos hídricos ejecutada por Israel hacen del líquido elemento un artículo de lujo. (Foto AP)

Tras el muro solo se respira humillación, polvo, cansancio tras muchos años de lucha, impotencia y en algunos casos resignación. Pero ayer ví algo que choca frontalmente con todo ello, las cabezas erguidas, las frentes altas y serenas de un grupo de mujeres en la fila de reparto. Quizá sea eso lo único que les queda, la dignidad de la pobreza, la única dignidad que se puede ver hoy en día, la dignidad en su estado más puro. Aquella que no tendrán jamás los Peres, los Obamas, los Nethanyahus, los Zoellicks, los jetas de talonario, escorts de lujo y Rolls Royces, los que miran hacia otro lado porque no quieren «de sufrí» con las desgracias ajenas, y las madres de todos ellos por el solo hecho de haberlos parido.

3 comentarios

  1. Angel

    Joder Amaita, impresionas con tus crónicas, pues me haces «ver» y sentir «estar» allí. Sigue así, sigue curtíendote en mil batallas que la experiencia en tu caso, es un grado, vaya que si!!. pero cuídate, ok?.

    11 febrero, 2012 en 9:44

  2. Omar Havana

    Ole Ole y Ole….ya sabes lo que pienso de como escribes compañera….una vez más traes lo que ves a las casas de los demás de una forma que se las paredes se quedan impregnadas del valor que tiene lo que haces compañera, pero sobre todo de lo bien que lo haces….no me llames pelota ya sabes que no lo soy, solo sincero…tu sigue así que cada día me abres más las ganas de fotografiar Palestina….besos y cuidate mucho

    12 febrero, 2012 en 19:01

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