Reflexiones y otros datos que no caben en los medios de comunicación, pero que siempre vuelven en la mochila.

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Nadie es ilegal.

 

 

 «Triste época la nuestra…es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio». Albert Einstein.

© Amaia López de Munain…O que dotar a ciertos políticos de sentido común, sensibilidad, conciencia social, solidaridad, memoria, humanidad…son muchas las carencias en la política mundial, casi siempre alimentadas por votantes analfabetos en empatía, o analfabetos sin más.
No hay mas que echar un vistazo a nuestro alrededor, y si realmente no ves las deficiencias el problema lo tienes tú, o lo tenemos todo.

La marea solidaria que azota Europa durante éstas semanas es una bofetada de la sociedad a los gobiernos acomodados en parlamentos blindados ante las demandas de la población, todas, locales y ajenas. Políticos que otorgan categorías dependiendo del hambre que tengas. A menos hambre más derechos.
Pero siempre están aquellos líderes llenos de prejuicios, complejos, sin criterio alguno y a rebufo de políticas pasadas, que intentan en ocasiones con éxito, limpiar sus conciencias a base de decisiones inútiles. ¿Estoy en lo cierto David Cameron?
El Primer Ministro británico ha decidido adelantarse a las navidades y empezar su propia cruzada ante la llegada de refugiados, agotando los recursos, no vaya a ser que Bruselas le obligue a cumplir con el cupo de los 15000 asignados, que lo hará, pero un plazo de cinco años.

 La negativa inicial a la llegada de refugiados sirios le supuso críticas que le hicieron recular, los problemas en ocurridos entre Calais y Dover con la llegada de cientos de migrantes no ayudaron a mantener la poca buena imágen del Primer Ministro. Tocaba el plan B, éste pasaba por ir de la mano con el Presidente francés Francoise Hollande en coalición con EEUU y anunciar una intervención militar en Siria que acabase con la brutalidad del Estado Islámico, acólitos, simpatizantes, abonados, barbudos…y muy posiblemente civiles.
Las declaraciones de Cameron me recuerdan siempre al personaje de Poncio Pilatos de «La vida de Brian», especialmente en la escena en la que los habitantes de Jerusalén se descojonan de su «speech», entre la sociedad británica pasa lo mismo.
Plan C, viajar a Jordania y Líbano, campos de refugiados sirios en el Valle del Bekaa, visita express, «casual style, pasaba por aquí, ¿poso para la foto?». El objetivo no es otro que mantener a los refugiados lejos de la flema británica, tomar una taza de té, y prometer (otra vez) ayudas económicas a las autoridades libanesas, más de 92 millones de dólares para que los sirios más pobres dispongan de libros y educación durante los próximos tres años. Así, sin despeinarse ni nada vestido de negro y sin una mota de polvo. «Quería venir aquí para ver y escuchar las historias de los refugiados y lo que necesitan» declara. Y yo doy por hecho que lo que los refugiados sirios, acomodados en sus haimas de lujo, le han solicitado es algo asi como  «mira corazón estamos de puta madre, pero si es por pedir pues unos libros para la chavalería, que se aburren mucho aquí y empiezan con tontadas sobre tener una vida digna y tal…que sean unos libros, que mi Mustafá está deseando estudiar, ir a la Universidad y graduarse en Políticas, como tú Deivid…habibi».
Mientras la performance política continúa, buena parte de la sociedad británica mantiene la compostura, y así lo vienen demostrando las muchas campañas de solidarización y apoyo no solo al pueblo sirio, también a los palestinos, kurdos, afganos…

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Ambrose, refugiada kurda.

El pasado sábado la respuesta de la población resultó masiva, cientos de concentraciones que no entendieron de colores, nacionalidades,edades y/ o criterios políticos. Una única idea común en las mentes de los miles de participantes, «Welcome».

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Humza Yousaf, Ministro escocés para Europa y Asuntos Internacionales, durante la concentración del pasado sábado en Glasgow. © Amaia López de Munain

Unas demostraciones cargadas de dignidad, sin florituras, promesas o caridad de apaño. Allí junto a Betty, Alaister, Morag o John estaban Alí, Faisal, Ahmed, Fatima, con la cabeza muy alta, todos esperanzados. Hubieron muchas proclamas por parte de refugiados, activistas y políticos comprometidos, porque alguno queda, a lo Corbyn.
«Cualquiera que tenga la audacia de considerar que alguien está dispuesto a cruzar el Mediterráneo, arriesgar su vida y la de su familia para vivir con un vale del Banco de Alimentos por 35 libras, debe vivir en otro planeta, en otro universo en el que debería avergonzarse de sí mismo. Estoy aquí para desafiar a toda esa gente, todos esos comentarios sobre el cupo de refugiados, sobre que no hay sitio para ellos…Voy a dejarlo claro, son nuestros refugiados, seres humanos. Espero que quede lo suficientemente claro» insiste Humza Yousaf, Ministro escocés para Europa y Asuntos Internacionales.
Y poco queda por decir, o quizá mucho. O quizá poco que decir y mucho por hacer. Ponerse en la piel y símplemente dejarse guiar por las emociones, y aunque muchos no hayan oído en su vida el sonido de un morterazo, sepan como huele la sangre seca, o hayan velado el cadaver de su bebé, os puedo asegurar que duele y mucho, siquiera como espectadora. Haced lo que os plazca, faltaría más, somos humanos ¿no?.

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Meneses, tienes un mensaje.

Te llamaba «¡guapo!» con la misma chulería de chamberí que puede tener una vitoriana, mientras tú, como si de Juan Vulgar se tratase bajando de Argüelles a la cuesta de Areneros, me respondias «¡zalamera!».

Esas cosas te gustaban, que yo lo sé. No tanto el apelativo de «Maestro», al que tanto recurrimos aquellos que somos conscientes de que aún nos queda mucho por aprender de personas como tú. Solías decir de nosotros que éramos «pequeños saltamontes», como el personaje de Kung-Fú, unas regañinas que realmente, nunca surtieron efecto alguno. En cambio lo que ha quedado grabado para las distintas generaciones de reporteros y periodistas ha sido tu amor al oficio, un amor vocacional, puro, no como el que hoy, tristemente, en su buena mayoría  existe. Reportero de guerra:  aventura, riesgo, molo mogollón, venid a mí followers… o como coño se diga.
Te metías en las guerras como quien va a bar para echarse un «cortao», lo mismo te dió Egipto, Cuba que India, como hay que ser, sin zarandajas de las que se estilan ahora.  También es cierto que las pasaste canutas, pero son los riesgos de éste submundo; «acercarse a la realidad de la noticia empieza por vivir un periodismo menos divertido, pero más auténtico», ¡que te lo digan a tí con el ejército de Batista y eso que solo viajabas a Cuba para impedir la boda de tu prima!

Foto: Guadalupe de a Vallina para Jotdown.

Enrique Meneses, cámara en mano. Foto: Guadalupe de la Vallina para Jotdown.

A todos nos quedan en la memoria esas imágenes en Sierra Maestra, éstos útimos días repetidas hasta la saciedad, las anécdotas relatadas y las frases canallas propias del oficio; «Esta es una profesión de golfos y donde constantemente está presente la aventura» mientras, el resto de golfos que aún intentamos hacer del reporterismo algo digno en un entorno donde el que cobra lleva corbata y no sabe una mierda de guerras, sonreímos de medio lado mostrando el canino. Y así seguiremos, Meneses, luchando como tú, hasta el suspiro final, hasta que la botella de oxígeno diga aquello de «finito, se acabó y a cascarla. Que os den».

Durante éstos útimos días está todo dicho, no me voy a repetir, me despido de tí, por el momento tirándo de la memoria y acordándome de la frase de un compañero reportero: «Mientras siga habiendo buenos periodistas en España, seguirá existiendo Enrique Meneses, porque todos, el que más o el que menos lo llevaremos siempre en nuestras mochilas.»
¡No te quedan guerras que torear, MAESTRO!. Y ahora vas y me regañas otra vez.
Gracias y hasta siempre.


Ojos, guerras y preguntas.

Las noches en este rincón del Reino Unido son largas y muchas veces las estancias también. Para alguien acostumbrado o quizá mal acostumbrado, a viajar constantemente por países donde el té no se toma al estilo Miss Marple, las costumbres occidentales o en éste caso británicas, pueden llegar a ser soporíferas e incluso mortales de necesidad.
Así que entre conflicto y conflicto, suelo echar mano de fotografías, antiguas publicaciones y libros que me hablan de batallas que no he conocido, pero que vivo con igual intensidad. Al fin y al cabo, hay guerras que al igual que sus víctimas, acaban pareciéndose.
En ésta vieja mochila, ennegrecida de miseria y cicatrizada por el calor y el polvo, suele reposar un libro. Tiene tantas heridas como aquellos que lo protagonizan y tanto trote como aquellos que lo escribieron.
Como digo, hay veces que entre «sorry», «excuse me» y flemas británicas se echa de menos un frontline en condiciones.

Photo/ Amaia López de Munain©


Quizá los que nos dedicamos al noble oficio de contar batallas no estemos muy cuerdos, quizá generalice y la que no está muy cuerda soy yo, pero es probable que a más de uno no le extrañe la sensación de llegar a casa y sentirse como un pez fuera del agua. Uno pasa los días dando bocanadas mientras echa el ojo de la primera noticia que huela a kalash, ofensivas, morteros…algunos necesitan de otras drogas para seguir viviendo.
Acabo de terminar de leer por tercera vez ese viejo libro, viejo por el estado de deterioro en el que se encuentra, no porque lo sea, al fin y al cabo la primera edición salió hace ocho años.

«Los ojos de la guerra». Photo/ David Guttenfelder

«Los ojos de la guerra» de los Maestros Manu Leguineche y Gervasio Sánchez, es un libro homenaje a Miguel Gil, pero también es un libro homenaje al periodismo bélico y quienes día a día lo ejercitan, lo plasman y lo viven.
También es un libro que marca la diferencia entre la práctica del periodismo de guerra de hace unos años y la que se ejerce en éste momento. y es un libro reflexivo que te obliga a pensar en los errores que probablemente cometemos sin hacer absolutamente nada por subsanarlos.
Los tiempos cambian y con ellos la forma de hacer periodismo, unas veces son las tecnologías, otras veces las exigencias del mercado, otras veces las decisiones de aquellos que dirigen el cotarro desde el despacho de una redacción a cinco mil kilómetros del conflicto mas cercano, otras veces la inexperiencia de quienes cuentan la noticia y la búsqueda afanosa por decir «soy reportero de guerra», algo que siempre ha vendido bien a la hora de presentarse ante alguien que no sepa de qué va la historia.
El releer de nuevo «Los ojos de la guerra» y el hecho de ver ésta semana el corto-documental de mi compañero Antonio Pampliega, «Paying to go to war», me hacen reflexionar sobre la importancia que tiene para el público la cobertura de un conflicto y sobre todo me hace pensar en todos aquellos estudiantes de periodismo cuyo sueño es correr entre cascotes, sacar la mejor foto y contarlo.

http://vimeo.com/53252881

Probablemente a muchos se os acabe el sueño de un plumazo, otros, los muchos, en cuanto oigais los primeros disparos y veais vuestros primeros muertos tendreis deseos de salir de ahí cuanto antes. El resto, los que aún permanezcais os tendreis que enfrentar a cómo vender vuestro trabajo, y tras la cobertura de una guerra ajena os tendreis que enfrentar a la propia, con menos sangre pero en ocasiones con mas mala leche.
«No hay que sorprenderse si los fotógrafos de guerra están muy amargados por el hecho de que el mercado de trabajo se reduce de año en año. Tiene verdaderamente poco sentido arriesgar la vida por unas fotos, si esas fotos no llegarán nunca a publicarse» Russell Miller (Periodistaa de Columbia Journalism Review. Extracto de «Los ojos de la guerra»)
Ha sido, fué,  y será así. Los que tengais mas suerte y veais vuestras primeras publicaciones ya habreis entrado en la espiral de «ahora más» y comenzareis a dar bocanadas también desde el sofá de vuestros hogares. Quizá os llamen para conceder entrevistas, para dar conferencias, hablareis de vosotros, de la práctica del periodismo en zona de conflicto, a muchos os verán como héroes y si sois racionales os dareis cuenta de que aquellos que son los verdaderos protagonistas de vuestros artículos y fotogafías tristemente han pasado a segundo plano.
Creed en vuestro trabajo, enamoraros de él, pero tened en cuenta para qué lo haceis y sobre todo jamás perdais la perspectiva de lo que sois y de la posición que ocupais en el contexto de una noticia.
Es necesario que se entienda éste oficio y qué contemos el modus operandi y lejos de ser «celebrities» prepararos para entender que no es fácil, que se paga un alto precio, como lo pagó Miguel Gil y tantos otros compañeros, pero que también se paga un precio económico y un precio moral, tal y como cuenta Antonio Pampliega.
Cada cual de nosotros somos diferentes, ni mejores ni peores. Está el que cuenta con el denominado «ego periodístico», necesario para la profesión y el cual envidio, y luego estamos los que de alguna manera queremos pasar inadvertidos, hay veces que por cuestiones de seguridad y otras por todo lo contrario, simple inseguridad en uno mismo y miedo a las críticas. Éstos aspectos también se convierten en pequeñas guerras internas que te hacen reflexionar si no sería mejor dar tu nombre y dejar los seudónimos de lado, solo para que alguien tenga en cuenta aquello que has publicado.
En realidad mi pregunta es, ¿sirve para algo? ¿sirve para alguien, ser los ojos de una guerra?
… cosas que se traen en la mochila.


El jabón de Alepo.

Apenas doce horas en Alepo son suficientes para reconocer una ciudad en estado de guerra de una carnicería fraticida o quizá sean suficientes unas cuantas guerras en la mochila para saber que Alepo es el escenario de la masacre más inhumana que se haya vivido en los últimos años.
Muchos comparamos la situación con lo ocurrido en Sarajavo, yo no viví esa guerra pero los detalles se asemejan a lo que en su día leímos y vimos en los medios de comunicación, los más veteranos recordarán los ataques a las colas de las panaderias. En Alepo no huele a pan recién hecho, en Alepo huele a sangre mezclada con el polvo de la destrucción. Pienso en ello mientras sorteo en vano los cascotes por los que piso y de repente huelo a jabón…el jabón de Alepo, ese jabón mundialmente conocido por sus múltiples propiedades, codiciado por los más sibaritas, codiciado como lo es la ciudad para el régimen de Basar Al-Asad…
Pienso en princesas sirias cuyos cuerpos perfumaban con la fragancia, pienso en princesas sirias cuyos cuerpos se acumulan en el hospital de Dar Al Shifa. Pienso en príncipes destronados cada día cuya sangre tiñe de rojo las calles, pienso en los ojos de mis compañeros también rojos, de cansancio, de la dureza que trae consigo la impotencia, de las imágenes que los envuelven.
Alepo sigue siendo una ciudad hermosa, una de las mas hermosas incluso bajo la destrucción, Alepo es hermosa porque resiste. Sigo oliendo a jabón.

Calles de Alepo/Reuters

La llamada a la oración desde el minarete me devuelve a la realidad, y pienso en mi dios, en ese parado de larga duración al que nunca tengo en cuenta porque se empeña en mostrarme lo mas crudo de la realidad. Inconscientemente ruego que pare esta barbarie y me oigo a mi misma diciendo basta ya.
Por un momento creo en los milagros, un pequeño permanece junto a su madre, ella lava una sábana. El crío se retira avergonzado ante la presencia de extraños y me sonríe escondido tras su madre. Me llevo su sonrisa por un rato con la promesa de devolvérsela cuanto antes, y sonrío también, porque en Alepo sigue oliendo a jabón.


Somos idiotas.

No me cabe duda.
Os diré, no tengo ni idea de cifras, ni de economía ni de lo que se cuece en las Bolsas del mundo.  Lo poco que sé de economía se circunscribe a mi cuenta corriente, que es tan corriente que a veces asusta incluso al cajero, así que olvidaros de leer aquí porcentajes de paro. No trabajo para el Financial Times y dudo que les gustara tenerme en su plantilla.
No sé si el IBEX sube o baja, ni maldita falta que me hace. Solo puedo hablar de guerras, muerte, miseria, destrucción, asesinatos, corrupción, muertos de hambre, de balas y machetazos, o lo que es lo mismo, el hijoputismo internacional y últimamente dadas las circunstancias también del nacional… del patrio si, de ese que campa por sus anchas de manera inmune, de ese que nos afecta a tí y a mí.
Ese hijoputismo cutre, de bandera nacional y pata negra, el de toda la vida. El que hace a los ricos más ricos y a los pobres más hambrientos.

Foto Reuters

Foto Reuters

Cuarenta años de dictadura no fueron suficientes para hacer de una población mayoritariamente oprimida un pueblo valiente que plante cara a aquel que lo exprime. No se ha dicho «Basta ya», ni se dirá. España es un país sin orgullo, un país de acobardados, un país de desidia que se conforma con aquello que hay.
Somos muchos los que hace un tiempo decidimos agarrar la maleta y decir «ahí os quedais» en busca de oportunidades, en busca de aquello que ni los gobiernos ni los que decís hacer la revolución desde casa con el mando de la tele estais dispuestos a llevar a cabo. Señores, ésto es lo que hay, Jorge Javier Vázquez, nos quita las penas y nos hace más llevadera la penetración sin vaselina. Siempre hay un roto para un descosido.
Por menos he visto estallar un pueblo, por menos ha comenzado una revolución, por menos he visto a hombres y mujeres defender sus derechos, sus bienes y su dignidad.
No queremos violencia, hagamos el amor y no la guerra, dicen algunos hippies desfasados y sus retoños veinteañeros. Pues mirad John Lennones y Yoko Onos de chichinabo, mientras os dedicais a poner margaritas en los cañones de los fusiles, aquellos que des-gobiernan el país se están trajinando a tu prima, a tu vecino y a tí, mientras escuchas «Imagine» para inspirarte en eso de la Revolución pacifista, que por si no te has dado cuenta son dos palabras contradictorias.
La prensa europea se hace eco del hastío de la población española, de los tejemanejes institucionales y hasta Esperanza Aguirre hoy es más conocida en Glasgow que en el barrio de Salamanca por señalar la palabra «corralito», acordaros de los argentinos y del precio que pagaron. Mientras tanto, cada uno a lo suyo, «qué lástima lo de los deshaucios, qué lástima lo del paro, lo de los jóvenes emigrantes, lo de los recortes…pon Telecinco»
Y así, mando a distancia en mano es como nos labramos un futuro más negro que las caras de los admirados mineros asturianos y leoneses. Todavía queda gente con orgullo y dignidad,  pena que solo salgan a la superficie de ciento en viento para dar ejemplo y buena muestra de lo que es la lucha. Quizá en España lo que faltan son más mineros y lo que sobran son idiotas.
Hoy tú, mañana yo. ¿Hasta cuándo?.

Eloy Alonso/Reuters


«Seguimos informando» pese a quien pese

«Seguimos informando » es un título amenazante, de advertencia, de rotundidad y sobre todo de compromiso de todos aquellos «metaleros» del reporterismo, de culo inquieto y mochila presta para salir hacia el primer conflicto que se nos ponga a tiro, y nunca mejor dicho.
«Seguimos informando» es una llamada reivindicativa de la crónica pura y dura, transmitida desde la trinchera, en la línea del frente, una crónica que si se pudiera transmitiría además la adrenalina del momento, el polvo del lugar, el sudor de aquel que lo cuenta, el sonido de las armas y el grito de quienes componen la imagen del horror. Víctimas, verdugos y periodistas.

Periodistas venidos de fuera para contar guerras que no son suyas, metaleros con la cartera llena de vocación y vacía de dinero. Freelance valientes, profesionales, mordaces, irónicos y curtidos que se descojonan de los «madelman» con chaleco antibalas a medida y kevlar a juego, freelance de pata negra que no dejan de beber de la experiencia de aquellos que nos han dejado paso, los Ramón Lobo, Enrique Meneses, Gervasio Sánchez, Arturo Pérez-Reverte, Joserra Plaza etc, sin olvidar nunca que otros nos cedieron el puesto sin quererlo como Julio Anguita Parrado, Ricardo Ortega o Javier Couso.
«Seguimos informando» no es algo nuevo, son historias de reporteros, de esas que piden que cuentes cuando estás tomando una caña y lo único que pretendes es olvidar. Lo que lo hace diferente son los protagonistas, los escenarios, y la dificultad máxima a la que nos enfrentamos los reporteros freelance en una España en la que siempre ha sido complicado vender historias, y en la que ahora es sencillamente imposible.
Seguimos Informando ( Xabier Iglesias). Crowdfunding a través de Libros.com
Antonio Pampliega, Zigor Aldama, Mikel Ayestarán, Martín Aldalur, Alberto Arce…son algunos de los que prestan su voz a la tecla de Xabier Iglesias, quien supongo que harto de vernos jurar en hebreo día sí y día también por las redes sociales, ha decidido aglutinar varias reivindicaciones en un sólo volumen, ordenado y preciso, para que nadie tenga dificultad en leerlo y entenderlo, especialmente aquellos que ven la guerra desde los despachos y a los periodistas como números con los que hacer caja, aquellos que deciden si abrir la portada del diario con los montes nevados en Somosierra o con una matanza en Costa de Marfil reporteada por un profesional español que lleva apostado allí semanas esperando a la crónica o la foto de su vida, mientras ve como los emails que envía a los medios de su país ni siquiera le son contestados.
Es lo que tiene que los medios de comunicación sean gestionados por empresarios en vez de verdaderos profesionales del periodismo… afortunadamente son pocos y cobardes, puesto que nunca dan la cara salvo para conceder o concederse méritos. Lo bueno de andar por las guerras es que nunca te toparás con éstos tipos en un campo de refugiados o en una ofensiva rebelde, aunque a veces deseas que se den una vuelta para que vean el significado de la palabra trabajar.


«Seguimos informando» habla de nosotros, de los freelance, de los que nos vamos de vacaciones a Sudán por si hay material que fotear o teclear, habla de los que sentimos y vivimos el periodismo, de los que no sabemos hacer otra cosa, de los que somos bienvenidos en cualquier medio extranjero que compara nuestra labor con la de los grandes del oficio, habla de los contadores de historias, y de como cualquier atisbo de profesionalidad es noqueado y maltratado por aquellos que tienen que coger un vaso para trazar la «O» de «NO NOS INTERESA» .
A pesar de ello, Seguimos informando.

Para más información y si quieres colaborar en la publicación de «Seguimos informando» puedes encontrar la crowdfounding a traves de libros.com o en seguimosinformando.wordpress.com


Samuel y un bocado a la vida (II)

La última vez que hablé con él fué el pasado mes de agosto. No sé si recordareis a Samuel, el macarra de Abiyán, sus palabras hicieron que le dedicara unas breves líneas en éste humilde rincón que sabe poco de periodismo y mucho de guerras personales.
Me decía que le buscase un trabajo en España, debe de ser que las noticias sobre la crisis no llegan hasta Costa de Marfil, claro que la mayoría de las veces las historias marfileñas tampoco llegan hasta España. O simplemente se deba a que Samuel no sabe leer.
En su cháchara me hablaba de respeto, de convertirse en alguien digno y de su deseo de tener una novia bien dotada…los sueños de alguien que no ha conocido otra palabra que marginación y lucha por la supervivencia.
Hoy rememoro esa charla y si cierro los ojos parece que le estoy oyendo. Ese día maldije el haberle dado mi número de teléfono, mientras veía con impotencia que cualquier intento de ayuda por mi parte iba a resultar en vano.
Samuel es un gudari de la vida, no entiende de leyes que no vayan acompañadas de machete o fusil, de palabra de guerrillero y de tratos nunca escritos.
No entiendo qué demonios le hizo irse a Mali y meterse en historias con el (AQMI) Al Qaeda del Magreb Islámico , quizá le pasa como a nosotros, los reporteros,  que muchas veces no sabemos vivir sin estar metidos en nada que no suene a disparos, explosiones, muerte y destrucción. O quizá el único significado de dignidad que conoce es ese. Con 23 años y una vida tutelada por la calle y las guerrillas mucho más no se puede aprender. Me consta que no era su causa, y probablemente ni siquiera la haya llegado a entender.
Durante mi estancia en Costa de Marfil me convertí en su única amiga blanca, la mayoría de los que allí estábamos lo rehuían y pasaban mucho de sus discursos frívolos, fuera de contexto y en muchos casos cargados de obscenidad. No se daban cuenta de que  Samuel lo único que pretende es que alguien le dedique unos minutos y le ofrezca unos cigarrillos.
Hace un par de horas me he enterado de que Samuel murió hace unas semanas en el norte de Mali. Sigo hablando de él en presente porque ante mis ojos tengo la libreta en la que me anotó su supuesto apellido un día que se empeñó en hacerme aprender dialectos de la región y palabras soeces.  Realmente ni siquiera tenía apellido, se lo había inventado, me imagino que como aporte a esa dignidad que perseguía.
Solo espero que te hayas ido soñando con esa casa y esa novia pechugona, amigo, con la sonrisa de triunfador sin corona,  un pitillo entre los labios y con aquella foto que nos sacamos con tu móvil y que nunca sé si llegaste a guardar. Esta vez si que le has dado un bocado a la vida.


A la luz de una vela.

La novedad atrae la atención y aún el respeto, pero la costumbre lo hace desaparecer pronto. ( Berthold Auerbach)

Es probable que sea eso, que todos estemos acostumbrándonos a las noticias que llegan desde Gaza, desde Somalia, Sudán, Etiopía…son tantas y durante tanto tiempo que el interés se va perdiendo, lo cual no significa que la situación haya cambiado especialmente para bien.
En éstos y otros lugares, la lucha es diaria, constante y trágica. Los que estamos en ésto de la información muchas veces nos vemos impotentes ante el escaso interés que suscitan los miles de casos que día a día registran nuestras cámaras, grabadoras y retinas. Pero hay que estar y darles voz para que sean escuchados. Es nuestro trabajo como periodistas y nuestra misión como seres humanos. No es cuestión de prioridades, es cuestión de constancia.
Me centro en un tema concreto. Gaza.
El bloqueo en el suministro eléctrico lleva cinco meses oscureciendo más si cabe el paisaje palestino. Me da igual si la situación la ha provocado Hamás, Israel o Egipto, la cosa es que al final pagan los de siempre, el millón y medio de palestinos que día a día ven como las exiguas reservas que la planta de la Franja de Gaza suministra, (un 40%) y que  funciona totalmente con combustible que entra de contrabando desde el vecino Egipto, desaparecen entre la mal llamada burocracia que impera en el sistema político y económico de los países implicados.
Ello supone cortes eléctricos de 18 horas de duración que no solo hacen imposible «normalizar» la situación en la zona sino que además provoca que se cobre las vidas de aquellos que peor lo tienen para sobrevivir en el infierno.
Desde el Ministerio de Salud de Gaza se ha lanzado el aviso:  La vida de un 80% de los pacientes está en peligro, incluida la de los bebés en incubadoras, cuyo tratamiento requiere un equipo en constante suministro de electricidad. En esta situación están entre 100 y 404 pacientes, en función de sus diferentes estados de gravedad.  El 72% las reservas de combustible están agotadas y los hospitales de Shifa y Al-Nasser en Khan Yunis se encuentran al borde de la paralización total.
Los unos se echan la culpa a los otros, pero la realidad solo es ésta.
                                                                                 Bebé prematuro en el Hospital de Al Nasser. Photo by Ismael Mohamad.

El bloqueo provocado por la desidia, los intereses, la competencia y el odio de la política internacional, la inoperancia de algunas organizaciones más políticas que de ayuda y la falta de interés del resto hacen de ésta y otras partes del mundo uno de esos lugares en los que el exceso de información juega en contra.
Tendemos a olvidar pronto aquello que nos desagrada y el silencio y la indiferencia nos hace cómplices a todos, una vez más.


Atrapados por la red.

En éstos tiempos asépticos, políticamente correctos, en el cual nos sangran los oídos y los colmillos a la caza de cualquier error ajeno, nunca propio, donde el papel de fumar se agota de tanto uso que le damos para cogérnosla, donde vemos vigas y construímos tejados con las pajas del vecino, las redes sociales se han convertido en un vertedero donde buitres y víctimas campan a sus anchas.
No suelo mostrar mucho interés en temas que no estén relacionados con conflictos y sus respectiva política internacional, así que desconozco mucho de lo que se cuece con respecto a otros asuntos. Me refiero a la utilización que le damos a éste arma de destrucción masiva que es internet en relación a lo que queremos subrayar o destacar de aquello que ocurre.
Hace mucho tiempo que me vengo fijando en links, comentarios, fotografías etc…que pululan por la red. Ciudadanos más o menos comprometidos que exhiben sin pudor imágenes manipuladas haciéndolas pasar por reales, activistas de sofá y mantita conectados al wifi del vecino que con una frase de manual (manual de activista de domingo cuando no hay fútbol)  hacen creer al resto de la ciudadanía que el mundo va bocabajo mientras nos damos un masaje, y que si no fuera por ellos y sus consignas no nos enteraríamos de nada. Libios, sirios, egipcios, palestinos, marroquíes, de Pinto o de Valdemoro, de Bilbao o de Marbella, todos hacen notar su crispación y su rabia hacia el sistema, todos queremos que se nos note nuestra indignación y para ello lo mismo nos da tronchos que berzas.
Ésta semana el ejemplo lo tenemos en Khulood Badawi, la oficial de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU con base en Jerusalem.
Badawi,  a través de su cuenta de Twitter difundió la fotografía de una niña ensangrentada en los brazos de su padre, bajo el título de: «Palestina está sangrando. Otra niña asesinada por Israel. Otro padre llevando a su chiquilla a la tumba en Gaza». La foto de la agencia Reuters está datada del 2006, y la pequeña no fué herida por ataque israelí, si no por el resultado de un accidente de tráfico. Y claro, los de Nethanyahu han montado la de Dios es Cristo, previo chivatazo a través de carta con acuse de recibo a la subsecretaria general de la OCHA, Valerie Amos. Ésta tras flagelarse un poquito ha dicho aquello de «es lamentable, pero ésta señora o señorita habla por su boca, nosotros no tenemos nada que ver, no me cargueis con el muerto o la muerta, nunca mejor dicho, cura cura sana culito de rana».
Foto Reuters/2006
Israel ha dejado sin comer a los leones dos semanas y de momento pretende lograr que la tal Badawi vaya directa a la cola del Inem. Es lo que tiene jugar con fotos cuando una ejerce de «oficiala» de un chiringuito de la ONU, que todo pichipata anda ojo avizor.
Aunque si rascásemos más en éste tipo de asuntos nos podríamos fijar en aquellos ciudadanos que parapetados tras un nick cometen el mismo tipo de error a diario. Es increíble leer como hablan de bombardeos en tal o cual sitio, de masacres y de disparos con total impunidad, sobre todo lo que es increíble es leerlo desde el sitio en el que se supone que está ocurriendo todo eso. Más de una vez he levantado la cabeza del ordenador y agudizado el oído a la espera de un misilazo o sirenas, más de una vez lo único que he escuchado han sido grillos.
Pero la alarma ya ha sonado y ahora no hay hijo de vecino que pare eso.
Los expertos en la materia cibernética dicen que son sólo los jóvenes, que por falta de experiencia, suelen pensar que todo lo publicado en internet es cierto y así acceder a datos erróneos, pero eso está claro que no es así. Hoy en día la comunicación cuenta sin límites y contención, no distingue de edades, razones sociales, culturales, ética o moral. Es el todo vale, y eso se ha extrapolado a asuntos serios y graves como es la información pura y dura de un periodista en una zona de conflicto. Cada uno de nosotros contamos con algo que nos diferencia o debería diferenciarnos del resto, y es el rigor periodístico. Éste no se aplica de ocho a seis durante cinco días a la semana, éste va siempre dentro, lo que ocurre es que a veces se usa poco.
Otro tanto ocurre con aquellos que por la profesión que sea o el activismo que escojan se dedican a ser rebeldes por la causa sin causa.
Siempre digo que no tenemos capacidad de análisis, que leemos por encima sin saber muy bien lo que nuestro cerebro está absorbiendo, no aplicamos el cedazo que filtre lo irreal de lo real y sobre todo lo que tenemos es escrúpulos o poco tiempo a la hora de diseccionar la actualidad y reflexionar sobre ello.
Así que me parece muy bien que a la tal Badawi no le den cuartelillo en la ONU, a quien se le ocurre ir de activista anti israelí en una organización que entre otras cosas declara legal el bloqueo naval impuesto por Israel a la Franja de Gaza. Que se coja una pancarta y se ponga en el cruce de Rafah con un megáfono y un pañuelo palestino. Y sobre todo que se olvide del ordenador, por chapucera, poco informada, y por creer que colgando esa foto alguien se iba a sumar a la causa. Con lo sencillo que hubiese sido colgar imágenes de cualquiera de los asesinados hace una semana, niños incluídos.
Así que para otra vez que quiera envíar mensajes denuncia que aplique la inmediatez y el «última hora» y no coja imágenes del 2006, flipada mas que flipada, será por niños muertos en Gaza.


Desempolvando la Cirenaica.

Todo proceso de integración de la nueva Libia va a depender fundamentalmente de los esfuerzos internos del pais, de los espacios que generen para establecer las reformas o acciones inmediatas en su derecho interno así como de la efectividad de su política nacional.  El proceso de integración avanza en la medida de lo que hace el país, es decir poco y mal, y de la correlación de fuerzas políticas que se hallan comprometidas a priori en una visión integracionista.
En un proceso de integración y más aún en el desafío de contar con un gobierno democrático hay que tener en cuenta qué piensa el pueblo.  No hay que olvidar que siempre debe de ser el centro de atención de aquellos que gobiernan. Hay que tomar en cuenta el precedente que vivió el pueblo libio y por el cual se levantó en armas. La participación del pueblo es determinante y que se les escuche también.
En diciembre de 1951, Libia logró la independencia de Italia. Sin embargo las regiones de Tripolitania con capital en Trípoli , Cirenaica desde su base en Bengasi y Fezzan con su epicentro en Sebha contaron con su propia autonomía, hasta que el  descubrimiento de petróleo y las primeras exportaciones dieron comienzo en 1963, lo que transformó la economía libia tras la llegada de colonos.
Mientras el Rey Idris pugnaba con el malestar generalizado de la población, Muammar al-Gaddafi se hizo con el poder.
A los habitantes de Fezzan y a los de la parte oriental del país incluyendo Bengasi, siempre se les negó su participación en la riqueza nacional y el desarrollo -por no hablar de un papel en el gobierno de Gaddafi-,  a Tripolitania y especialmente a los habitantes de las montañas de Nafusa en su mayoria amazigh, se les negó lo mismo que a sus convecinos de la zona este,  pero además hay que sumar el odio enfermizo de Gaddafi a la lengua y cultura amazigh que ya se encargó de represaliar en sus 42 años de dictadura.
Tras el comienzo de la revolución, las premisas de los combatientes que derrocaron al régimen fueron devolver la autonomía e idiosincrasia a sus respectivas regiones.


El movimiento en Bengasi , con Ahmed Al Zubair Al Sanussi a la cabeza,  pariente del monarca derrocado en 1969 y denominado jefe del Consejo de Transición de la Cirenaica, consta de unos 3.000 jefes de tribus y de milicias que constituyen el Consejo de la Cirenaica o de Barka, por su nombre árabe.  Éstos traen de cabeza al CNT que ya se ha apresurado a declarar que no dudará en emplear el uso de la fuerza para frenar los intentos de escisión. Lejos de amilanarse y dar pasos atrás, los milicianos de la capital oriental están decididos a plantar cara al gobierno central, para ello cuentan con las armas incautadas de los almacenes militares de Gaddafi , pero además tienen en su poder a los presos leales al régimen cuya entrega han negado a las autoridades centrales.
El Consejo Nacional de Transición libio ha hecho un llamamiento al diálogo en forma de ultimátum y desaconseja a los líderes de Bengasi que dejen de ser manipulados por los nostálgicos al régimen y a «fuerzas externas» en clara señal a los países extranjeros cuyos nombres no ha detallado, pero de los cuales podemos deducir por empatía con la región se trata de las petromonarquías del Golfo -Arabia Saudita, Emiratos Arabes, Qatar- y con los grupos islamistas como los Hermanos Musulmanes.
Por su lado, los enclaves que claman por su independencia reivindican que se les haga llegar el dinero que sale de las exportaciones de crudo para reconstruir las zonas, de las cuales procede el 70% del petróleo libio.

Al líder del CNT , Mustafa Abdul-Jalil le crecen los enanos. Además de la desconfianza que está generando a nivel internacional la política impuesta tras la toma de poder con las diferencias surgidas entre los miembros de gobierno y la incapacidad de las autoridades de hacerse con las riendas del país y de controlar las milicias, hay que sumar el poco acierto al no incluir en la representación gubernamental figuras políticas con peso y voz que aplaquen los ánimos de aquellos que una vez lucharon por recuperar lo que era suyo.
Los libios están vigilantes, 42 años de represión y autoritarismo no se olvidan de la noche a la mañana.

Poco imaginaba el CNT, cuando durante la revolución instauró de nuevo la antigua bandera libia, cuyos colores: rojo, verde y negro  simbolizan las regiones de Tripolitania, Cirenaica y Fezzan, que ahora se asfixiaría con ella.


MUJER

El mundo avanza a pasos agigantados, lo cual no significa que todos los sectores que conformamos la sociedad global lo hagamos por igual. En todos los rincones del planeta la mujer sigue siendo objeto de discriminación, desigualdad, violencia, abuso o negligencia. La situación no es igual para todas, el lugar en el que naces condiciona tu vida, otras veces los problemas de integración de aquellas mujeres dispuestas u obligadas a emigrar son un obstáculo más a añadir a la lacra congénita que dispone el pertenecer a según qué género. Afortunadamente todavía quedan hombres y mujeres dispuestos a combatir por los derechos de la mujer, afortunadamente las palabras: dignidad, solidaridad, igualdad…todas ellas femeninas, tienen más peso que, racismo,  sexismo, discriminación, o exclavismo. Mañana «Día Internacional de la Mujer» recordar que:

-Las mujeres constituyen la población más pobre del mundo.

-Que treinta y tres años después de que el ordenamiento jurídico internacional de los derechos humanos prohibiese la discriminación por motivos de sexo y contemplara garantías para que los hombres y las mujeres pudieran disfrutar en condiciones de igualdad sus derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales en el artículo 15 (1) de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, las cosas no han cambiado.

-Que las pocas reformas que se han llevado a cabo han sido y son de manera muy lenta.

Con todo ello no queda otra que seguir luchando y reivindicando nuestro puesto en la sociedad, ni mayor ni menor que el del hombre, simplemente igual. No es tarea fácil, y es una labor que debemos realizar entre todos superando los códigos culturales que impiden dar pasos al frente y denunciando todas aquellas acciones y maniobras que dificulten el desarrollo de la mujer. Sirvan estas pocas líneas, pocas porque la igualdad hay que expresarla con hechos mucho mas allá de toda dialéctica, como apoyo para todas aquellas que día a día se esfuerzan en abrirse un hueco en la vida y para todos aquellos que entienden la problemática existente.

Sirva de homenaje para mis amigas: Amina, Naima, Malak y Alaa de Libia. Joumana de Beirut. Wassyla y Malika de Argelia. Sharira de Egipto. Laurie de Costa de Marfil. Betty de Marruecos. Aish de Jordania…son muchas las que siguen peleando. Así mismo no me quiero olvidar de mis colegas en la profesión, aquellos que dan voz a muchas de ellas y especialmente a todas las periodistas comprometidas que en ocasiones mientras ellas luchan por hacerse un hueco en un oficio a veces no muy bien entendido, ceden su espacio a las historias de aquellas mujeres que se encuentran a diario. Para todas, para todos. Un abrazo.

«Cuando juzgamos a una mujer no pensamos suficientemente en lo difícil que es ser mujer«. Paul Géraidy


Fuego a discrección.

En su libro ‘What Would Google Do?‘, el blogger norteamericano Jeff Jarvis sugiere a los periodistas que se concentren en producir contenido con alto valor agregado: “ Hagan lo que ustedes hacen mejor y compártanlo con el resto”. Y eso es lo que mejor sabe hacer el periodista Alberto Arce, no en vano es la premisa de todo aquel que se dedique a éste noble oficio, o al menos debería de serlo. Podría decir eso de «para muestra un botón», pero son muchas las muestras de su labor y es complicado hacer una selección. Desde su trabajo sobre la invasión israelí en Gaza, plasmado en «To shoot an elephant» y en decenas de crónicas, sus incursiones en Irak y Líbano, pasando por la realidad de la miseria guatemalteca de campesinos e indígenas. No voy a describir su currículum porque ahí está, porque no debería y porque no me dá la gana.
En realidad yo venía a hablar de su libro porque lo compré, lo devoré, y lo disfruté y porque considero que hay gente que mezcla churras con merinas y eso me cabrea. Así que para todos esos analfabetos que no han vivido otra guerra que la de Gila, que oyen pero no escuchan, que leen y no entienden, ahí van unas cuantas conclusiones. No tengo derecho ni obligación de hacerlas públicas, pero como hay mucho cantamañanas de tecla rápida y lengua de doble filo que cuando les hablas de morteros en el escenario de una guerra se piensan que es para que los militares o los rebeldes se hagan un alioli, pues voy a dar mi opinión al respecto pasándome los derechos y las obligaciones por el Arco de Trajano.
«Misrata Calling» no es un libro sobre la reacción política y militar internacional en el conflicto libio, ni siquiera es un libro sobre la revolución libia en general. El que quiera ver como «se la cogían con papel de fumar» los distintos gobiernos incluido el español, durante los nueve meses que duró el conflicto, que acuda a las hemerotecas y que se dé un festín.
«Misrata calling» es un diario. El resumen de los cuarenta y cinco días que pasaron un par de peridistas españoles durante el asedio a Misrata por parte de las tropas gadafistas. Es un libro narrado a pie de obra, ciento ochenta y un páginas aderezadas de balas, AKs-47, sangre y lucha. Páginas con sonidos de trinchera e historias humanas, con esa mezcla de olores que tiene una guerra y que solo los que lo han vivido de cerca distinguen. Un complemento narrado a las imágenes del documental «Misrata, vencer o morir«.

Todos los que allí estuvimos trabajamos desde el bando rebelde, ojo atención a la preposición «desde», y no «para». No digo que los insurgentes no sacaran buena tajada de ello, fueron inteligentes y eso es una característica importante para resultar vencedor. Ellos fueron quienes nos facilitaron la labor informativa, desde la logística para poder enviar las crónicas, y desplazarnos, pasando por comida, refugio, información, compañía, familia, historias, amistad…cosas que vienen muy bien y se agradecen cuando no estás debajo de un cocotero escuchando a Bob Marley. Por parte del régimen sus ayudas fueron bien distintas, impedimentos para moverse por el país, coacción, represión, detención y manipulación. Con lo cual me parto de risa cuando aquí los que ven la vida pasar desde el pasto como la vaca Milka, se ponen gallitos con eso de calificarnos como periodistas pro-rebeldes, manipuladores, mercenarios etc…y para qué contar nada de aquellos que incluso te piden que demuestres que no trabajas para la OTAN.
Son los peligros de no leer, o de leer por encima a cualquiera.


Así que leamos, hagamos un análisis de la situación y de las noticias, reflexionemos y después con una conclusión clara hablemos. Pero hagámoslo dentro de un contexto, no aprovechemos el riachuelo para hacer surfing y de paso ahogar al mensajero, y por descontado asegúremonos de que aquel que lo cuenta sabe situar el escenario en el mapa. Me apuesto los presupuestos del Estado que muchos de los que por entonces babeaban por las redes sociales dándoselas de reporteros dicharacheros de Barrio Sésamo no sabrían decir qué países limitan con Libia.
Quiero dejar claro que hablo por mi boca y no por la de nadie, ni se trata de un acto de corporativismo ni me debo a nada.
«Misrata Calling» es un ejercicio de periodismo dentro del contexto del periodista que cubre una guerra, ni más ni menos, y el que quiera conspirar con teorías políticas que acuda a Wikileaks, o a Parla.


«¡Para todos los hijos de puta del mundo…! ¡Napalm!»

No sé a quien se le ocurrió el brindis, supongo que a cualquiera de los descerebrados que solemos quedar para ir a la guerra en vez de para ir la cine.
Recuerdo eso sí que la frase salió en Abiyán, y que cada vez que conseguíamos algo para beber, uno de nosotros se levantaba del asiento, levantaba el vaso o la botella y gritaba: – «¡Para todos los hijos de puta del mundo…!-¡Napalm!- voceábamos el resto entre carcajadas. Hubo un camarero marfileño y simpaticón que se aprendió la frase antes de que aprendiese a manejar el abridor de cervezas y que con la excusa del brindis se acercaba hasta nosotros y se pimplaba un lingotazo de lo que fuese by the face, por sus dientes como teclas de piano y su cara bonita.
En éstos sitios el que más o el que menos tiene su cuchipandi, yo tengo la mía, y como le decía hace poco a un compañero, cada cual vive sus guerras como le da la gana. Cada uno las ve, las siente , las asimila y las digiere como puede y con quien quiere.
Ahora con ésto de las redes sociales, la cuchipandi se extiende un poco más allá, conoces a colegas por los que antes no te habías interesado, compartes opiniones, chanzas y en ocasiones hasta la mala baba. Otras veces te alegras por los éxitos cosechados, por el buen trabajo, otras te solidarizas con los infortunios que trae consigo el oficio, otras veces te callas por no liarla, y en ocasiones y depende de si el cable se cruza o no, la lías.
Les eliminas o te eliminan en plan francotirador serbio, hasta la próxima vez, cuando el destino que suele ser aliado del diablo provoca que compartais país, ciudad, alojamiento y trinchera.
La mayor borrachera me la cogí entre disparos y sonidos de bombardeos, hasta que el alcohol hizo su efecto y dejé de oír y de sentir. Las veces que más he llorado en ésta vida han sido junto a compañeros, en concreto dos veces, la primera en una cochambre de Angola junto a Víctor Pozo,  la última en un hotel de Tataouine al lado de Omar Havana. La primera vez me golpearon los muertos, la segunda vez los vivos.
Las veces que más me he reído han sido en los lobbys de hoteles en lugares que suelen dar poca risa y no acogen turistas.

Imagen de la película "Las flores de Harrison"

No somos «LA TRIBU» de Leguineche. Lo escribo  con mayúsculas porque sus miembros así lo merecen, porque cuentan con toda mi admiración y respeto, y porque me sale de la peineta. De esas sólo hubo una y es irrepetible.
Somos aquellos que vivimos el periodismo gráfico o escrito, de cerca, con mayor o menor fortuna. Aquellos a los que la realidad provoca que no creamos en los milagros, que dormimos como y cuando se puede. Aquellos cuyas familias terminan por confundir los países a los que viajamos, como mi madre que se pasó diciendo durante meses que su hija estaba en Líbano cuando donde realmente estaba era en Libia. Somos aquellos cuyas mujeres, novios, hijos esperan en casa mientras permanecen aténtos al teléfono. Otras veces simplemente somos aquellos a los que nadie espera.
No sé si mejores, peores o «de otra pasta» como suelen decir. Somos nosotros, los que vivimos con intensidad el lado más ruin del ser humano, y los que a pesar de las imágenes que nos machacan las retinas y el cerebro, todavía reimos cuando brindamos. Nunca el Napalm tuvo mejor acogida.

Va por todos vosotros compañeros/as, los que seguís al pie del cañón y los que la metralla, una bala, un misil o un director de un medio os ha dejado sin billete de ida o de vuelta. Va por todos los hijos de puta que con sus guerras, sus miserias y sus corrupciones al menos nos obligan a reunirnos de tanto en cuando, aunque sea para brindar.


Papas, arzobispos y mucho tequila.

Hay días en los que una pasa las páginas de los periódicos casi de par en par. Me refiero a periódicos serios, de esos que publican de manera proporcional noticias locales y nacionales con noticias internacionales. Aquí la menda se gana el sustento diario con lo que ocurre en países lejanos, más allá de los Pirineos o sea, y toda información que venga de fuera en mi caso es bienvenida, Pérez.
Como os decía, andaba yo en esas dándome un atracón de Sirias, Afganistanes etc, cuando me topo de bruces con la foto de un arzobispo, mexicano para más señas. Antes de leer el titular elucubro la historia, hablará de los muertos en la cárcel de Apodaca, de los reos pertenecientes a los Zetas y al Cartel del Golfo. Quizá hable de Ciudad Juarez y sus mujeres, o de los periodistas mexicanos amenazados, incluso de los asesinados…pues pinché en hueso. El monseñor o moncherie hablaba de la próxima visita de Benedicto XVI, algo muy propio de la curia. El titular reza lo siguiente » La visita del Papa traerá paz a quienes viven en medio de la violencia y de la inseguridad«, muy bonito me digo, y muy lógico teniéndo en cuenta que México acoge noventa y tres millones de católicos.
Estaba a punto de pasar de página puesto que no veía nada en el texto que contuviera las palabras «kalashnikov», «ofensiva», «bombardeo» etc, cuando me viene a la cabeza la imagen de mi compañero Pablo, reportero dicharachero que se busca la vida en México y cuando la encuentra se la juega. Me pregunto si a él y a los cientos de colegas suyos les reconfortará espiritualmente la visita de Ratzinger. Estoy por llamarle y preguntárselo, pero la diferencia horaria puede que le haga acordarse de todos mis muertos, así que yo misma y en base a lo que conozco de él me doy la respuesta.
Pablo es católico no practicante, la mala vida reporteril le impide asistir a misa de doce. Las masacres que ha cubierto, la miseria, las desigualdades sociales y los asesinatos le han hecho un tipo duro, un Clint Eastwood con pitillo de liar y todo, que no duda en mentar al Supremo y a la madre de éste cuando en una calle de Abiyán se topa con el cadáver macheteado, chak, chak, de una joven de catorce años, por ejemplo. Aún así es muy cabezota, y todavía cree en Dios y aunque se le ha olvidado rezar él suelta una perorata en plan «perdónanos Señor». Hace unas semanas me contaba que ha enterrado a más compañeros en los últimos años que si se hubiera dedicado a sepulturero profesional.
También hubo tiempo de charlar sobre un documental que rodó hace unos años, allí metido hasta las trancas con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) por Los Altos y el norte de Chiapas, con los indígenas cubiertos con pasamontañas dándo matarile. Todo muy anticlerical por otra parte, pero vamos a ver si le hacemos ver la luz y se aprende el Credo y el Padrenuestro tras escuchar las palabras de Carlos Aguiar Retes, Presidente de la Conferencia Episcopal Méxicana, que nos anuncia la llegada inminente del mesías terrenal; «La visita del Santo Pontífice traerá consuelo a través de la fé, consuelo que solo se puede dar cuando no hay soluciones claras, políticas o de gobierno«, debe ser que el sistema de gobierno mexicano no tiene nada de político. Así con un par y sin despeinarse.
Y es que aparte del botín, Ratzinger viene dispuesto a llevarse el alma pura, libre de mácula y de rencor de aquellas madres que encubren a sus hijos narcotraficantes, a los muertos de Chihuahua, Nuevo León y Sinaloa, a los cabecillas del crímen organizado, a los pandilleros de México D.F, a los secuestrados, torturados y asesinados de Ciudad Juarez y a todos los periodistas y descarriados desde la época de Hernán Cortés, ya se sabe que antes de la llegada de los españoles aquello era un remanso de paz, con sus cultivos de maíz y sus sacrificios los días pares de seis a ocho.
Asi que van a tener suerte el germano y Monseñor Aguiar porque a todo ello hay que sumar las almas de los trece mil muertos del pasado año, que todavía no habíamos contabilizado, además solo harán acto de presencia en Guajanato, uno de los estados con menos índice de criminalidad, por si acaso.
Seguro que a partir de ahora la paz se instaura en México, Totus Tus, y el Osiel Cárdenas y el Jesús Malverde de turno seguro que se lo piensan dos veces, y se hacen misioneros y numerarios del Opus, y mi colega Pablo harto de enterrar compañeros, cuelga la cámara, encuentra la fé y se pone a repartir hostias. ¡Qué alegría cuando me dijeron!


Gaza. Luces y sombras.

Sin ir mas lejos, hace un par de días le comentaba a mi compañero Omar Havana que hay lugares en los que no hay que patear mucho para vivir historias.
El muy truhán, para quienes no le conozcan, es un amigo de pata negra y un fotoperiodista de lo cotidiano, de esos que olisquean el drama de los bajos fondos, y como sé que está deseando pisar Palestina para hacer que la Canon saque humo hoy quiero dedicarle ésta historia.
Le decía que no hay que ir muy lejos para toparse de morros con la cloaca donde se hacinan las vidas de millones de personas.
Un hotel en Gaza, una noche complicada, sin apenas luces que iluminen los pasos en la calle debido a las restricciones eléctricas. No queda agua y los suministros médicos gritan eso de «help, help» entre el ruido infernal de los generadores y los F-16 que se pasan el día sobrevolando la zona en su intento de acojonar a la población.  Siempre he comentado que Gaza, Ramallah, Hebrón…por cierto una palabra que me gusta mucho porque significa «amigo»,  y éste tipo de lugares son zonas en las que si permaneces mucho tiempo acabas impregnándote de la tristeza que los cubre.
Son casi veinte días los que llevo aquí, y mi cara no tiene mejor aspecto que la de muchos habitantes de éste campo de refugiados que es Gaza.
Llego al hotel a eso de las nueve de la noche, después de haber cenado falafel con mi compañero fotógrafo que además de buen profesional es aborígen del país y se le ocurren unos planes magníficos.

Imagen de Gaza. Apenas unas luces sobreviven al apagón.

Desde fuera del hotel no se aprecian luces en la recepción, al igual que muchos comercios y negocios llevan varios días tirando de generador y en varios rincones del lobby han encendido velas que dan al lugar un aspecto entre místico y lúgubre.
Khalil el recepcionista, me saluda con una sonrisa. Buenas noches señorita, buenas noches Khalil, ¿qué tal va todo?. Ya ves señorita, me contesta mientras se encoje de hombros con resignación. Y usted ¿qué tal?. Bien gracias, con un poco de frío.
Me entrega mi llave sin que yo le diga el número, apenas hay clientes y además Khalil es perro viejo, me dí cuenta el primer día que llegué porque me dió un par de consejos en cuanto a seguridad que me han venido de perlas.
Subo a mi cuarto y lo encuentro solo, oscuro y frío. Enciendo las velas que me han dejado en el escritorio. Mataría por darme una ducha caliente que me aliviara el frío del cuerpo y una contractura en el cuello que llevo padeciendo unos cuantos días. Enciendo el ordenador y miro el estado de la batería, por un instante pienso en dejar la pantalla abierta para que de esa manera se ilumine más la estancia, pero no sé cuando podré cargarlo de nuevo así que lo cierro y me sumerjo en la oscuridad. De la ducha mejor olvidarse, no hay agua y el hilillo que sale ni siquiera está tibio.
A los pocos minutos llaman a la puerta. He pensado que quizá le siente bien un poco de té caliente, me dice Khalil mientras me ofrece una bandeja con una tetera humeante que supongo habrá calentado en alguna parte de la cocina que funcione con carbón. Le doy las gracias y saco unos sheqels de propina, pero Khalil me los devuelve y me cierra los dedos con su mano para que me los guarde.
Khalil, ¿tienes algo que hacer que sea urgente?. No señorita, a ésta hora no hay mucho trabajo. Como si hubiese estado muy ajetreado durante los últimos días…
Le pido que se siente conmigo y que compartamos el té. Solo hay una taza y usamos el vaso que contiene el cepillo de dientes y el dentífrico.
¿Fumas Khalil?
Nos tomamos el té, nos fumamos un par de pitillos cada uno. Me habla de su mujer Halima y de sus cuatro chiquillos…y en eso estábamos cuando me pregunta, ¿cómo puede vivir así señorita, metida entre tanto sufrimiento? usted es joven, podría tener una familia e hijos ¿acaso no le gustan los niños?
Aplasto mi cigarro contra el cenicero y guardo silencio, miro las sombras que hacen las llamas de las velas contra las paredes mientras pienso.
Manda cojones que me venga un tipo de Gaza a preguntarme como puedo vivir así. Manda huevos que me pregunte si me gustan los críos cuando me paso el día intentando mantener la distancia para no llevarme diez o doce a mi casa o lo que es peor, para que no me pase como en Libia que de tanto empatizar me tiré diez días llorando. Manda narices que en tan poco tiempo me haya convertido en alguien tan triste y apagado como la ciudad en sí. Que me tenga que venir un humilde recepcionista de un hotel de tercera regional a abrirme los ojos y dejarme claro que vamos de «yupiyeis» por la vida, dispuestos a solidarizarnos a tope;  Flotillas, la Angelina, Gentebuena Sin Fronteras S.L…y todo un carnaval de blanditos con María Ostiz al frente cantando eso de «un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es…». Que somos unos tristes de espíritu incómodos con nuestras cómodas vidas y que de repente un día se nos cruza un cable y decimos que somos chachis y que hay que repartir felicidad y sonrisas entre los abuelitos, los negritos y los muertos de hambrecita y sacar muchas fotos para que el resto busque, compare y si hay algo mejor se lo lleve. Y al final acabamos todos con un careto que ni la Lady Di cuando apareció moqueando en la BBC.
De pasta de boniato le admito a Khalil que tiene razón, que no sé como aguanto ésta mierda y que quizá me vengo a aquí porque lo que hay en el otro lado me aburre y me asquea.
Igual viajo a éstos lugares porque así tengo la oportunidad de aprender a usar un AK-47, no vaya a ser que el día menos pensado me de por hacerme guerrillera y pegar tiros, con dos ovarios,  mientras pienso en como cargarme a todos aquellos que pasan olímpicamente de la realidad de las vidas en las guerras y conflictos mientras se secan las lágrimas cuando una pedorra aparece en la tele para contar que su chulo le ha puesto los cuernos con una más puta que ella.
Khalil ha dado en el clavo y lo que es mejor, ya no tengo frío.


Racionando la vida en Palestina.

Ayer estuve en lo que podría ser una cola de racionamiento. Las había visto en un par de ocasiones, en campos de refugiados de esos que no salen en la Lonely Planet ni en Extranjeros por el Mundo, también las había visto en películas que narran el holocausto judío, en las crónicas de las guerras en Yugoslavia y países africanos, también en la memoria narrada de mis abuelos.
Jamás estuve en una de cerca, quizá porque soy demasiado joven para haber vivido una guerra propia, soy más de guerras ajenas o a domicilio, o quizá porque por ese mismo hecho de ser joven hace que me aguarde en un futuro ser un número más en la fila de turno. Al paso que van las cosas yo no lo descartaría.
Como decía, ayer el instinto periodístico o el atrevimiento que provoca la curiosidad, me guió hasta la cola formada en su mayoria por mujeres jóvenes y mayores además de varios críos.
La desfachatez y la impunidad con la que bancos, agencias de calificación, Lehman Brothers ouh yeah, gobiernos y ministros analfabetos, economistas del mercadeo, dictadores de la muerte, traficantes de armas con escaño y sello oficial que surten las guerras al grito de «¡más madera!», trileros del Bilderberg y otras bandas organizadas, carroñeros de diversa índole que componen el panorama político, económico y social internacional, han dejado el planeta patas arriba, con la casa sin barrer y con las arcas oficiales, ojo que no hablo de las extraoficiales, más vacías que el cerebro de un colaborador de «Ayúdame», «Rescátame» o como se llame el risorio nacional considerado por algunos la santa Biblia. Amén Jesús.
Las oenegés de buena voluntad ,sigo con los términos bíblicos,  ya no dan abasto ante la demanda de ayuda; «los recortes y tal, ¿qué te voy a contar?, diez mantas nos quedan para doscientas familias…»
El ghetto palestino, como en su día fué el de Varsovia para los judíos desmemoriados, no se libra de una. Y es que, incluso dentro del concepto de miseria hay algunos más miserables que otros, y espero que nadie se acuerde de mis muertos, porque la utilización de la palabra miserable no es peyorativa, salvo que se aplique a los políticos, que entonces además de peyorativa es acertada.

La población palestina sufre como otros muchos los rigores del invierno. La falta de energía eléctrica impide calentar los hogares, cocinar lo poco que haya, la gente enferma y el bloqueo de los envíos de medicinas y otras ayudas es riguroso. Los barcos de las flotillas llegan a duras penas cargados de suministros y en ocasiones de disparos y detenciones que arrojan por la borda las intenciones humanitarias de quienes los tripulan. Por haber hay hasta cooperantes que no tienen ni para tabaco que les alivie una jornada dura.

Mujer palestina recoge agua. La distribución desigual de los recursos hídricos ejecutada por Israel hacen del líquido elemento un artículo de lujo. (Foto AP)

Tras el muro solo se respira humillación, polvo, cansancio tras muchos años de lucha, impotencia y en algunos casos resignación. Pero ayer ví algo que choca frontalmente con todo ello, las cabezas erguidas, las frentes altas y serenas de un grupo de mujeres en la fila de reparto. Quizá sea eso lo único que les queda, la dignidad de la pobreza, la única dignidad que se puede ver hoy en día, la dignidad en su estado más puro. Aquella que no tendrán jamás los Peres, los Obamas, los Nethanyahus, los Zoellicks, los jetas de talonario, escorts de lujo y Rolls Royces, los que miran hacia otro lado porque no quieren «de sufrí» con las desgracias ajenas, y las madres de todos ellos por el solo hecho de haberlos parido.


15 de Febrero de 2012. Un año de revolución en Libia.

El 15 de Febrero de 2011, Benghazi salía a la calle. Parientes y simpatizantes de los mártires muertos en la prisión de Abu Salim alzaron la voz en protesta por las atrocidades cometidas por el régimen de Gadafi 15 años antes.
La bomba estalló tras el arresto injustificado del portavoz de las familias y abogado defensor de presos de conciencia, Fethi Tarbel.
Junio de 1996, cárcel de Abu Salim. Un grupo de seguridad aliado al régimen entra en la prisión masacrando a 1200 presos políticos que llevaban meses quejándose de las condiciones infrahumanas que se daban en el penal. Desconocían que todos ellos acabarían enterrados en el propio patio de la prisión y en fosas comunes repartidas por las inmediaciones del sur de Trípoli.
La masacre de Abu Salim puso el cartucho, y la represión a las familias que se saldó con 3 muertos y mas de una treintena de polícias heridos, la mecha encendida.

Nombres de los presos escritos en los muros de Abu Salim (Photo AFP)

El día  17  de Febrero, también llamado «día de la ira libia», se convocaron varias manifestaciones con asistencia masiva de la población. Benghazi fué la primera ciudad cuyo control fué tomado por los manifestantes. Apenas un mes después, las tropas de Gadafi se hicieron con el control de la ciudad rebelde, además de lanzar varias ofensivas en diferentes poblaciones del oeste y este del país.
Se desconoce el número de muertos durante el último año, solo el CNT ( Consejo Nacional de Transición) ha verificado las bajas en más de 30.000.
Quizá el mayor drama vivido por parte de la población ha sido el de tener que huir con lo puesto. Un mes después del inicio de las revueltas, los organismos internacionales cifraban la cantidad de 600.000 desplazados, la mayoría a la vecina Túnez.

Campo de refugiados libios en Túnez.

A día de hoy una gran mayoría han regresado a sus hogares, o lo que queda de ellos.
A la reconstrucción política hay que sumar la reconstrucción social de un país quebrado por las ideologías, el rencor, las suspicacias, el fanatismo y la inoperancia.
En éstos últimos cuatro meses, el gobierno transitorial ha dado muestras de buena voluntad con su pueblo de cara a la opinión pública y política internacional, pero la inexperiencia de un gobierno compuesto por tecnócratas de medio pelo está revelando el por qué de las dudas iniciales de la población libia, que actualmente ya no duda sino que se siente molesta.
El hecho de que entre las filas gubernamentales, por muy de transición que sean, se encuentren antiguos defensores del régimen, causa recelo y desconfianza en unas gentes aún heridas por la estela de la guerra.

Miembros que componen el Consejo Nacional de Transición

Por otra parte, varias de las tribus que más intervinieron en la caída del régimen siguen sin contar con una representación significativa en el gobierno libio.
Éste último sigue más preocupado en retomar las exportaciones de crudo.
La producción de petróleo, que llegó a caer un 75% va remontando a cuentagotas. Los contratos con las grandes petroleras se ralentizan en base a la situación de inestabilidad que aún sufre el país y eso es como quitar el pan con el que se alimenta el pueblo libio.
Desde el gobierno se insiste en la recuperación económica a partir del segundo semestre de éste año durante el que se prevee aumentar el nivel de producción de crudo. Aunque todo dependerá de lo que ocurra tras las elecciones fijadas a priori para el mes de junio, si la situación anárquica del país continua, Libia se verá inmersa en problemas económicos más graves.
De momento las estrategia que lleva a cabo el CNT es la de afianzar lazos de cooperación con países vecinos, como es el caso de Jordania, para asegurarse contratos sustanciosos que alivien, o más bien incrementen las arcas del país.
Los ex-insurgentes no se lo van a poner fácil, es la respuesta de una parte del pueblo al desagradecimiento del gobierno liderado por  Abdul Jalil.
Actualmente controlan varias facciones de Trípoli y excombatientes de las Brigadas de Misuratah están decididos a no dejar huella ni vestigio de los 42 años de régimen gadafista, incluído en el propio gobierno.
Mientras tanto hay quien tiene ideas tan peregrinas como que la reconstrucción de Libia pasa por reforzar la educación, mientras afirman que la estabilidad definitiva del país debe tener su base en el sistema educativo y valores sociales de aquellos que poblarán y gobernarán el país en un futuro. Libia, el país africano con mayor tasa de alfabetización y universitarios.
De poco sirven las intenciones a largo plazo cuando la pretendida democracia sigue siendo una utopía que vaga por el desierto y las montañas del país. La población tiene miedo a los cambios, los quieren pero los temen. Los islamistas temen una apertura social y económica hacia el exterior, además de una separación de la religión y estado político, en cambio los más progresistas temen una regresión que les impida avanzar más allá de sus propias fronteras.
Sin consenso ciudadano es imposible sentar unos marcos de acuerdo en el que todos se vean representados de igual manera, y lograr esa idea común debería de ser la premisa del gobierno transitorial de cara al futuro más inmediato.

«Cuando en mi devastado país la primavera decida que ya es tiempo de florecer de nuevo, tendrá el abono de la osamenta humana que dispersó en todos lados la danza de la muerte. » Fco. Morales Santos.


Somalia: Pan para hoy y hambre para mañana.

Desconozco cuales son los criterios por los que la ONU acaba de decretar el fin de la hambruna en Somalia, lo que sí veo venir será la consecuencia de ello.
Mientras los diarios se hacen eco del anuncio de Naciones Unidas, los subtítulos revelan que a día de hoy 750.000 somalíes se encuentran en riesgo de muerte por inanición,  sin contar los daños colaterales que el hambre se cobra, ya que cerca de millón y medio de niños están sufriendo las consecuencias de la malnutrición .
Según el organismo internacional, la sequía padecida en el país durante los últimos seis meses ha mejorado gracias a la ayuda internacional. Habría que preguntarse si realmente las ayudas que se ofrecen a corto plazo son un mero placebo de cara a los próximos meses. De poco sirve invertir en sistemas agrícolas o nuevos cultivos cuando la población no tiene fuerzas ni recursos para saber llevarlos a cabo. Como ya apuntara el premio Nobel de Economía Amartya Sen, la disminución en la oferta de alimentos causada por la sequía no ha sido la razón de la catástrofe, la causa ha sido los impedimentos que sufre la población para poder llegar al consumo básico de alimentos. Por todo ello se necesitan proyectos de larga duración que de alguna manera ayuden a subsanar futuros problemas sean cuales sean las causas.

Estragos del hambre en Somalia.

Se necesita impartir una educación y un aprendizaje de los habitantes en materia de cultivos y sobre todo una vez asentadas las bases del aprendizaje, una inversión en infraestructura y material agrícola apropiado para las condiciones del terreno somalí.  No cabe duda de que la ONU ha trabajado en ello y se ha duplicado la cosecha de maíz y sorgo que a su vez ha incrementado las ventas en los locales de cereal, pero la temporada de lluvias comienza en apenas tres meses y será ahí cuando realmente se vean los resultados de las intervenciones de los organismos internacionales ya que lo cosechado hasta el momento aporta únicamente un 10% de las necesidades anuales de cereal en el país.
Por otro lado, el caos, la violencia y el vacío legal imperante en la región dificulta los trabajos de las organizaciones no gubernamentales, así que quizá la vuelta de tuerca deba empezar por estabilizar la situación política. De momento tan solo el Ministro de Exteriores británico Willian Hague ha sido el interesado en buscar una solución política a la crisis somalí, probablemente con intereses solapados, pero que de llevarse a cabo mejoraría la situación -» no hay que dejar pasar la oportunidad de estabilizar un país destruido por un conflicto que dura ya más de dos décadas». Recordemos que desde 1991 cuando el dictador Mohamed Siad Barré fué derrocado, Somalia vive en una contínua guerra civil, en un absoluto desgobierno y en manos de jefes tribales, piratas y milicias islamistas que impiden el buen funcionamiento de las entidades de ayuda desplazadas a la zona.

Miembro de la milicia insurgente islamista.

El próximo 23 de febrero, Londres acogerá una conferencia de expertos para analizar la problemática desde la base y actuar de manera política antes de que un nuevo desastre asole el país.

El número de hambrientos en Somalia ha descendido con respecto a meses anteriores, si. Pero resulta amoral hablar del «fin del hambre» en Somalia cuando aún más de dos millones de personas no tienen que llevarse a la boca.


Ramallah punks don’t die

Me ha gustado conocerte, tronco.
Era lo último que esperaba encontrarme por las calles de Ramalah, un punky como tú de los de «pata negra» o mejor dicho de los de «pies negros». ¿Qué se te ha perdido en éstos andurriales, chaval?
Me dicen de tí que eres gabacho, nieto de senegalés al 25%, de ahí el color de tu piel que sumado a la mugre hacen de tu rostro algo así como un descafeinado largo de leche. Llevas una cresta ni alta ni baja, tamaño stándar, lo suficientemente visible para decir que eres punkarra, chupa de cuero y una «Fujifilm» de cuando De Gaulle iba en triciclo.
Te dedicas a tirar fotos, cuentan que no eres muy bueno en eso de darle al «clik» pero que has expuesto en París en el bareto de un hippie concienciado con la causa palestina. También dicen que tu viejo te dejó algo de pasta cuando se largó para fumar en el otro lado y que vives de eso, y del morro que le echas.
Nos sentamos en un cafetín y con media sonrisa me dices que sabes hablar algo de español, «mucha polissía, poca divegsión, un eggog…un eggog..» y nos morimos de la risa. «Eskogbuto», me aclaras, y asiento con la cabeza dándote a entender que ya les conocía.
Te miro a la cara y por un momento tu mirada se pierde entre tus botas, las mismas que utilizan los soldados israelíes. No me gustan los silencios prolongados entre personas que no conozco y retomo la conversación medio en gabacho medio en inglés.
Sueles ir con una guitarra acústica toda pintarrajeada y de vez en cuando te da por perpetrar melodías pastelonas de The Damned y de Siouxsie & the Banshees a la chavalería de Ramalah, hasta el punto de que les tienes a todos flipando. Hubieron varias madres que no te dieron con la «gasaá» o como se llame en Palestina a la bandeja donde ponen los dátiles, de puro milagro colega, cuando el pequeño Alí de turno llegó a casa vociferando eso de : «DIOS CREÓ EL PUNK Y VIO KE ERA MEJOR KE EL» (usándo la letra K y todo) y diciendo que quería dejarse cresta.

También me cuentan que en dos ocasiones los soldados israelíes te pusieron «mirando al Elíseo», por farruco y por Sid Vicius. Y es que…¿qué sabrán ellos de punk? más bien de «pum», palestino «pum», palestino «pum»….
Otra vez la que hizo que te replantearas las cosas fué una hebrea con carita de virgen María y la mala leche de Herodes que te quiso cambiar desde la cresta hasta los ideales. La mandaste caminito de Belén, como debe ser hermano, y le sacaste el dedo corazón mientras un par de lágrimas te resbalaban por la cara ennegrecida.
Me despido con dos besos como dos soles. Te saco una foto y me pides que no la publique por «integnet», algún problemilla de papeles y visados y alguna mentirijilla a tu madre. Así lo haré chaval, pondré alguna que saque por la red, aunque a ver donde encuentro yo a un punkarra en Palestina.
Va por tí, camarada. Aún no me queda claro qué demonios estás haciendo en éstas tierras, pero en poco más de una hora se te han acercado varias personas a saludarte, cuatro niños te han rodeado, les has sacado varias fotos y os habeis reido. Un hombre te ha señalado, «es un gran chico» ha dicho en inglés «enseña a los niños a tocar la guitarra y los entretiene cuando las cosas se ponen feas y los adultos estamos en otras cosas, así no piensan y hay veces que ha tocado tan alto que los niños ni siquiera han escuchado que había disparos».
A lo mejor eres una especie de Mary Poppins llena de tachuelas, o simplemente un zumbado…desconozco porqué nadie ha escrito sobre tí, ni me explico que no ocupes tres segundos en uno de los miles de reportajes que al año se hacen en éstas tierras, no sé por qué una oenegé no te ha nombrado padrino, ni Unicef embajador de buena voluntad, igual es porque no es lo que buscas y te la bufa lo que hagan los demás con su conciencia, su dinero, sus logotipos y sus todoterrenos «ésto es horrible osea Mary Jane, cuánta miseria supermiseria…»
Me voy, pensando en tí chaval, y en todos aquellos que como tú tienen los huevos suficientes para hacer de su vida algo digno.
Te guiño un ojo,  -Punks not dead! – Y nos descojonamos.


Facture su equipaje.

Miro el reloj del móvil, aunque juraría por las lágrimas de la zarzamora que lo he mirado hace unos pocos minutos. Repaso mentalmente el contenido de la mochila, la otra mochila, la que no va y viene llena de recuerdos, sino la que va llena de enseres que pocas veces utilizo del todo.
Seis mudas, seis pares de calcetines, camisetas de colores, olores y sabores de otras guerras, tres pantalones, el chaleco multibolsillos indispensable para guardar el tabaco, la documentación que te permita ir más allá, el meshero de la Sole, pilas, una pequeña cámara de fotos Samsung por si hay alguno dispuesto a posar entre disparo y disparo e incluso después de disparado. Sigo con el recuento, neceser con lo básico, Ibuprofeno para aliviar el dolor físico, mental y ajeno, foulares y pañuelos por si la situación religiosa y política del destino así lo requiere, libro de turno y varios cedés de aquellos que nunca fallan: Rolling Stones, Doors, Creedence y el típico «varios» en el que puedes encontrar desde la Polla Records hasta el Adagio de Albinoni.

Inventario del bolsillo lateral: Visas, pasaporte, billetes, la agenda negra con gomita que lo mismo sirve para tomar notas durante una entrevista como para trazar rutas que ni el mismísimo Orellana, un par de Pilots negros, grabadora, lector de tarjetas, adaptador para entrevistas telefónicas, micrófono de pinza y acreditaciones de lo más variopinto que lo mismo te permiten entrar a un campo de refugiados como cruzar una frontera, entre ellas destaco la de Asegarce  (Asociación de Pelota Vasca) fechada en el año 2000 y con la que crucé todos los checkpoints desde la frontera Libia.
Aeropuerto de turno. Vistazo alrededor por si veo a algún colega que vaya a mi mismo destino. -Hola, ¿qué tal? ¿vas para allá?, guay a ver si nos vemos. Explicaciones pocas, cada uno mira por su chusco de pan.
-Asiento en ventanilla, por favor. Nunca miro el paisaje pero me gusta ser la primera en conocer la noticia de cuando perderemos un ala o cuando dejará el motor de rular porque un pájaro kamikaze ha decidido quitarse de enmedio tras conocer los datos del paro, manías…no vaya a ser que sobreviva y resulta que no me haya enterado de cómo nos dimos el piñazo.
Miro hacia delante y pienso no en lo que me voy a encontrar, sino en lo que dejo. Escucho la voz de mi madre por teléfono, «cuídate, y no hagas tonterias y si puedes un día me llamas», llamadas que siempre han resultado vanas porque nunca suele tener el teléfono operativo, aún así suelo cumplir con el ritual. Pienso en mi sobrino, que quiere ser cazador y periodista, como si muchas veces ambos oficios fuesen distintos. Pienso en mi abuelo, al que llevo en el móvil en una foto de hace años, él que siempre decía que llegaría lejos, sin duda porque sabía que no viviría lo suficiente para llevarse el chasco el muy truhán, él si que era sabio.
-Preparados para el despegue -dice el comandante o quien sea que hable por el micrófono. Y a partir de ahí empieza mi viaje. Muy raro se tiene que dar el asunto para que no regrese llena de recuerdos, sonrisas, discusiones, llantos, dramas humanos, rostros y conversaciones. Muchas veces la noticia es aquella que no se escribe, aquella en la que no hay palabras para describir los sentimientos.
Voy preparada para el «despegue», una vez más.


Amazigh, o la lucha por ser libres.

La revolución libia ha resultado más fructífera para unos que para otros. Desde un principio se pensó aquello de «muerto el perro se acabó la rabia», pero los incidentes ocurridos en los últimos días con la toma por parte de miles de rebeldes de Zlintan del aeropuerto internacional de Trípoli, el tráfico de armas etc…dejan patente que no todo era cuestión de ser partidiario del verde o no.
Si hay un sector libio claramente perjudicado es el pueblo amazigh. Duramente perseguido, represaliado, negado, oprimido y castigado por el régimen de Gadafi, fueron los primeros en tomar las armas y para acabar con la lacra xenófoba con que la dictadura les ha tratado. Por las montañas de Nafusa, en enclaves como Nalut, Yefren, Zwara etc,  la sangre de los combatientes imazighen a día de hoy es considerada como «sangre de segunda» por los propios libios.

Amazigh libio durante la revolución. Foto: EFE

El Consejo Nacional de Transición recién constituído ha obviado y ninguneado la labor del pueblo amazigh libio en ésta revolución, y lo que es peor, siguen silenciando su reivindicación y lucha por ser reconocidos, siguen tratándoles de infieles como hace siglos, algo que no ocurre solo en Libia, también en países como es caso de Marruecos, donde las asociaciones amazigh protestan de manera contínua contra la política de contención del gobierno.
El pueblo amazigh se reparte por todo el territorio Tamazhga, que comprende desde el este de África hasta las Islas Canarias. En cifras aproximadas lo componen 16 millones de personas, o lo que es igual, una quinta parte del total de la población del Norte de África. A pesar de ello, todos aquellos gobiernos de los países que comprende la cultura amazigh han intentado de una manera u otra relegar a un segundo plano la idiosincrasia, las tradiciones, la lengua y el vivir de los «hombres libres», significado de la palabra Amazigh.
Volviendo a Libia, las perspectivas de los imazighen durante la revolución eran de lograr escalar los puestos que se merecen como personas, como pueblo, como cultura y como representantes de la historia que forma el país en su conjunto. Así se creía y en eso estaba puesta la esperanza de todos ellos hasta que se creó el Comité Nacional de Transición que recordemos, preside una instancia provisional fundada solamente en la urgencia para hacer frente al estado de guerra y no se puede permitir la toma de decisiones sin consensuar como la de qué hacer con el pueblo amazigh, y menos aún continuar haciendo una política paralela al régimen derrocado pisoteando los derechos humanos y fundamentales de aquellos quienes forman parte incuestionable de Libia. Porque en ese caso ¿para qué ha servido ésta revolución? ¿para cambiar de gobernante?.

Fiesta reivindicativa amazigh en Trípoli

En una de sus reivindicaciones tras la muerte de Gadafi, los amazigh libios vaticinaban lo que les esperaba por venir y respondían así a Mustafa Abdeljalil (Pte. del Comité Nacional de Transición) después que éste anunciara la imposición de la ley Sharia y ofreciese varias declaraciones con tintes antidemocráticos: » El pueblo amazigh denuncia vigorosamente estas declaraciones ilegítimas y de una gran brutalidad, que tienden a orientar las futuras elecciones fundamentales de los libios en el sentido de un conservadurismo religioso anacrónico y retrógrado. Libia no puede volver  la espalda a la modernidad, a los principios democráticos universales y a los textos fundamentales del derecho internacional relativos a los derechos humanos. La igualdad en derechos de hombres y  mujeres, el respeto de las libertades fundamentales, el reconocimiento y el respeto de los derechos del pueblo amazigh de Libia, es lo que exigimos encontrar en la nueva Constitución del país”.
Pero ellos no pueden luchar solos.  Durante las últimas semanas se ha hablado sobre la posibilidad de que Europa implante observadores internacionales que atestiguen el incumplimiento reiterado de los derechos de los amazigh, una posibilidad a largo plazo puesto que mientras que no sean reconocidos de manera oficial por el propio gobierno Europa, inmersa en sus propios problemas no moverá un solo hilo.
«…la historia de los imazighen es un compendio de gloria y desdicha, de fragmentación y olvido. Aliados y enfrentados a Roma en la época de Masinissa y Jugurta (reyes de Numidia y Mauritania), fundadores de imperios (almorávide, almohade) y dinastías (hafsida, abdalwadita, benimerí); arabizados hasta la renuncia de los orígenes; doblemente colonizados por los europeos y por las políticas arabizantes que siguieron a las independencias, sin estado, dispersados y aislados entre sí, de tal manera que la unidad lingüística se perdió hace siglos. Y de igual manera, las costumbres, la cultura, las artes, la cocina (el cuscus), la religión y el derecho no se entienden en el Magreb sin esta referencia Amazigh que lo impregna todo, que traspasa por todos lados. Hace falta, pues, esforzarnos en conocer esta mediterránea Amazigh para poder construir este espacio mediterráneo de intercambios sociales, culturales y de ideas que los más imaginativos y esperanzados quisieron vislumbrar más allá de la zona de libre comercio« Antoni Segura i Mas ( Catedrático de Historia Contemporánea de la Universitat de Barcelona).

Grabado de una familia amazigh cruzando por Argelia.

De momento el  Congreso Libio Amazigh ya suspendió  sus relaciones con el CNT el pasado mes de noviembre tras constatarse la escasa presencia amazigh en la creación del nuevo gobierno. Una vez más, el pueblo que luchó por la implantación de un sistema democrático, aperturista y plural se encuentra solo, y es que como dijo  Lounes Belkacem: «Es posible mantener un lenguaje democrático en Tamazight, pero no es posible hablar de democracia si se le silencia».
El CNT deja claro con su actitud antidemócrata, que mira por una parte de los libios sin tener en cuenta que con ello está echando por tierra siglos de su propia historia y cultura que a duras penas se mantiene gracias al esfuerzo de millones de personas que pese a la opresión aún se consideran hombres y mujeres libres y sobre todo inteligentes, formadas y lo suficientemente valientes como para derramar su sangre y lograr así mantener sus raices de manera perpetua en esas montañas que les formaron en lo que fueron y siguen siendo, un pueblo con conciencia de identidad propia, luchador y aguerrido.

Simbolo amazigh

 

FRAGMENTO DEL COMUNICADO DE INEKAREN. Asociacion amazighista canaria.

[…]- El gobierno arabista Libio, ha perseguido y persigue al movimiento amazigh y ha fomentado la represión y persecución de militantes amazigh en Libia, eso supone una flagrante violación de los derechos humanos, o desde un análisis más profundo, la persecución de la población nativa, de su cultura, de su lengua y físicamente de sus integrantes, haciendo que dicha población nativa carezca de cualquier representación institucional en el gobierno libio ni de reconocimiento alguno, mucho menos de protección más bien todo lo contrario, discriminación, por lo que estaríamos hablando de colonialismo árabe sobre la población amazigh. [..]

Deseamos un norte de África descolonizado (tanto por occidente como por los árabes), amazigh. Indiferentemente de las actuales fronteras de los estados norte-africanos, que a nuestro juicio no son fronteras naturales y que deberían adaptarse a sus pueblos originarios y no al contrario.

Tilelli


República «Democrática» del Congo.

Reporteros locales e internacionales hemos podido contabilizar diez muertos y cuarenta heridos distribuídos en algunos centros médicos de Kinshasa.  Mientras, el Partido Nacional Congoleño (PNC), estima que son tres las personas que murieron en los enfrentamientos que marcó el final del sábado, la campaña electoral en la capital congoleña. Según fuentes médicas en el hospital de N’djili, la morgue del centro médico mantiene cuatro cuerpos de las víctimas de las balas. En el hospital Biamba Mutombo de Masina, un herido de bala murió unos minutos después de la admisión. A pocos metros, la morgue del hospital Rey Balduino recibió cuatro cuerpos de personas fallecidas, las cuentas reales una vez más difieren de las oficiales.

La oficina de la liga de la juventud de la UDPS, ha denunciado la actitud del partido congoleño ante éstos actos de barbarie después de que se recuperaran tres cuerpos gaseados con gases lacrimógenos. En todos los hospitales visitados por los reporteros, las fuentes médicas nos han confirmado que cuarenta heridos fueron ingresados ​​en sábado, algunos de ellos fueron quemados con agua caliente rociado por camiones de bomberos de la PNC y otros fueron heridos de bala. Uno de ellos declara en su cama de hospital Rey Balduino:
«La policía nos rodeaba. Cuando llegamos al centro del barrio, me encontré con un soldado, yo quería salir corriendo, pero de repente me disparó. Pensé que no me había tocado, sin embargo, cuando traté de escapar, sentí que mi pierna se había vuelto muy pesada. Y me caí.»

En este hospital, el personal médico dice estar abrumado por el número de heridos en un solo día, treinta en total. Además, tres milicianos del Partido Unificado Lumumbista han fallecido durante los incidentes, al margen de heridos y varios vehículos tiroteados tal y como  ha anunciado hoy  en una conferencia de prensa, el Secretario Permanente, Godefroid Mayobo.  Éste ha pedido a la justicia congoleña castigar a los autores de estos disturbios: «En caso de pérdida de vida o de perturbación del orden público, el Fiscal General no tiene que denunciarlo de manera pública y ya está,  tiene que investigar la situación y llevar a los culpables a la justicia. »
Éste es un ejemplo claro de cómo funciona el sistema político y jurídico en RD Congo.
La cancelación de última hora de los grandes mítines ha enfurecido a los activistas de la oposición. Los enfrentamientos entre los partidarios de la UDPS el principal partido de oposición y los del partido gobernante, el PPRD, ha desembocado en graves disturbios que no solo han afectado a la capital sino que también se han extendido a zonas sumamente castigadas por los conflictos armados como Kivu Norte y Kivu Sur.
A unas horas para el comienzo de las elecciones, grupos de defensa de los Derechos Humanos han expresado su preocupación por la creciente violencia y la proliferación de expresiones de odio en el país africano, y aunque los sondeos sitúan a Kabila como vencedor  los resultados de las elecciones determinarán si la República Democrática del Congo se encuentra en el proceso de fortalecimiento de su democracia frágil o punto de caer en la inestabilidad después de décadas de dictadura y guerra civil.
Según el International Crisis Group, una organización que trabaja para prevenir y resolver los conflictos armados, la tensión entre las diferentes partes no es la única cosa que podría hacer fracasar el proceso electoral.
Hace dos días,  33 de los 80 aviones que deben traer los materiales necesarios para las mesas electorales en todo el país fueron obligados a permanecer en el suelo debido al mal tiempo. Según los observadores, es poco probable que los votos de las zonas más remotas llegan a tiempo para la votación.
Una vez más los avances demócratas parecen no tener cabida en según que países, en los cuales el desgobierno, el descontrol, la corrupción política, y la indiferencia del resto de países campan por doquier, a pesar de todo no hay persona que no te recuerde que «Congo ikele nsi ya nene» ( Congo es un gran país)


Mujer, primavera, democracia e igualdad se escriben en femenino.

Una parte de la conferencia que ofrecí el 22 de Noviembre dentro de las Jornadas «Mujeres en las Primaveras Árabes» organizadas por la Fundación Euroárabe de Altos Estudios junto con la Alianza Francesa.
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Mi visión acerca del tema que nos ocupa se centra básicamente en lo que he podido apreciar a través de mi trabajo en los distintos países que recorro.

Yo no soy analista política, ni participo en comités, ni recojo informaciones de asociaciones. Simplemente, soy una reportera freelance de las de mochila, botas, libreta y bolígrafo que va siguiendo la estela de una guerra, una revolución o un conflicto.

Muchas veces, ni siquiera tengo un soporte económico que me permita informar en condiciones mínimamente deseables o alojarme en hoteles como el Luxor o el Corinthia de Trípoli, con lo cual, lo que suelo hacer es compartir el máximo tiempo posible con la gente llana, la gente del pueblo y el definitiva, los que son los verdaderos protagonistas y las verdaderas víctimas de los cambios que se están produciendo en los últimos meses.

Con todo ello, quiero decir que mi visión sobre la cobertura mediática que han tenido estos acontecimientos y muy especialmente, el protagonismo que ha tenido la mujer en todos ellos, lo baso en lo aprendido, escuchado y visto en las calles de algunas ciudades.

No soy Wassyla Tamzali, no soy Lina Ben Mhenni, soy una periodista con más o menos futuro que cuenta lo que ve. Al fin y al cabo, este es el propósito de mi trabajo

Si hablamos de primavera árabe, tenemos que hablar de primavera femenina. Echemos la vista hacia el modelo de mujeres como Tawakul Karman, Lina Ben Mhenni, Shahira Amin, Zaina Anuar (etc.) ¿Qué papel han jugado las mujeres en la información de las revoluciones: ¿ése tratamiento ha influido en la revolución de la mujer en Túnez, Libia, Egipto…?

Uno de los mayores éxitos de las revoluciones ha sido la apertura psicológica de la mujer, el paso “del miedo al podemos y debemos ser escuchadas”. Las primaveras árabes han permitido que sea el pueblo quien hable y se sientan poderosas para derribar fronteras que, hasta ahora, permanecían ancladas en los poderes dictatoriales y que convertían a los ciudadanos, y en mayor medida, a las ciudadanas en víctimas de su propio silencio.

Si a ello le sumamos la condición de mujer en muchos lugares en los que su voz y su opinión, aún en día, suponen el que sean condenadas, sin duda, el hecho de que la mujer haya sabido levantarse de sus propias cenizas ante la sociedad civil supone un éxito de cara a un cambio democrático en el que la mujer constituye uno de los pilares más fuertes.

Queda muchísimo por hacer al respecto, el papel femenino tiene que ir ahora por el proceso de cambio, de la apertura de la sociedad islámica y pasa por no permitir la interpretación del corán y de la sharia de manera injusta y discriminatoria. La mujer debe sentirse libre para elegir, para mostrar su opinión públicamente, para luchar por sus derechos y para denunciar las injusticias. La mujer árabe debe sentir su derechos y llevarlos a cabo.

Las revoluciones de Túnez y Egipto han dado su protagonismo a la mujer, pero yo diría que los medios de comunicación, en general, no han sabido ver ese cambio, tan o más importante que la propia revolución. También por eso, las mujeres de la primavera árabe siguen sin ser reconocidas y consideradas de manera igualitaria. Buena parte de esa culpa la tenemos los y las periodistas que no hemos sabido, querido o no nos han permitido darle a la mujer el tratamiento que han tenido como parte fundamental.

Estos últimos días, se han celebrado unas jornadas en Trípoli acerca del futuro político que le espera a la mujer libia. Hemos visto a Catherine Asthon (jefa de la diplomacia de la Unión Europea) reclamar un lugar un lugar para la mujer en la nueva constitución del país: un hecho que no ha ocupado portadas ni ha tenido repercusión.

Un miembro destacado de la CNT me pidió hace un par de meses que le informase y le facilitase los estatutos de Emakunde (el instituto vasco de la mujer), dependiente del gobierno vasco, para ver cómo y de qué manera se puede aplicar el trabajo y el funcionamiento de este organismo en el futuro político de la nueva Libia.

¿Qué significa eso? Que, de momento, la predisposición del gobierno territorial es buena y que está resultando tal y como lo tenían previsto. Así nos hicimos eco algunos medios al inicio de la revolución.

Estos días se presentará la lista de nombres que formaran parte del gobierno El-Keib y espero que sean lo suficientemente inteligentes y honestos para incluir mujeres en alguna de las carteras oficiales.

Asimismo, deseo que en Túnez, el En-Nahda haga honor a la “moderación” con la que presentan el islamismo que predican en el partido y sepan valorar el papel fundamental de la mujer en la sociedad tunecina y reconozcan la labor de éstas en el derrocamiento del régimen de Ben Alí. Espero que apoye el trabajo de la mujer que continúa manifestándose y luchando por que se aplique la ley para los actos de barbarie que se cometieron sobre ellas en los momentos del máximo caos revolucionario.

Invito a los miembros de En-Nahda a que reconozcan y trabajen de manera conjunta con la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas y que les ayuden a hacer frente a los incumplimientos de los derechos igualitarios que imperan en el país.

Hace unos días, la periodista libanesa Joumana Haddad, con motivo de la presentación de su libro “Yo maté a Serezade”, un libro que ayuda a conocer la realidad de la mujer árabe actual y su papel en las primavera árabe decía: “Nadie esperaba estas revueltas y este despertar, pero me preocupa hacia donde va y si los regímenes nuevos mejoraran la situación de extrema prioridad para la constitución de la verdadera democracia”.

Son muchos los ejemplos que han dado las mujeres en las revolucione árabes. Desde las activistas egipcias que participaron en la caída de Moubarak, a las mujeres que han asumido el rol de portavoces y periodistas en las redes sociales como está ocurriendo en Siria. Me quedo con el ejemplo de Asmaa Mahfud que, desde facebook, ya animaba a la población de Egipto a manifestarse en enero en la plaza Tahrir. A pesar de ello, ni en Egipto ni en Túnez, el papel de la mujer está siendo valorado.

La semana pasada, éramos testigos de la presentación de Buthaina Kamel como la primera mujer en aspirar a la presidencia del nuevo Egipto. Con ello, Kamel pretende incentivar a la mujer egipcia a gozar de un rol más activo en la política nacional y, de momento, está siendo vetada por la Hermandad Musulmana, un acto ilegítimo que echa atrás cualquier paso hacia delante que se quiera dar.

Para terminar, pienso que algo sí que se ha logrado y es el hecho de que occidente haya cambiado la imagen que tenía de la mujer árabe, una imagen de sumisión que no se corresponde con la realidad. Por eso estamos los medios de comunicación y desde aquí, aunque no me erijo como portavoz de nadie, sí que entono el mea culpa.

La mujer ha despertado, se ha puesto en pie y somos el resto de mujeres quienes asistimos, y en mi caso, con un tremendo orgullo al alzamiento de la voz femenina.

Queda mucho por hacer y entre otros casos, los periodistas tenemos una tarea pendiente y fundamental que es la de dar soporte y espacio a esas voces, entender y escuchar su lucha y comprometernos con los avances democráticos de la mujer en el mundo árabe. Ellas se han fijado en el modelo y estereotipos de la mujer occidental y nosotras debemos aprender de los modelo de lucha que ellas llevan a cabo.

Somos los que formamos los medios de comunicación en conjunto con las instituciones quienes debemos nuestro apoyo a la mujer en la sociedad civil de los países del sur del mediterráneo. Esperemos que entre todos podamos lograr una convivencia justa, igualitaria y pacífica en la que nadie sea más que nadie.

Inchallah, Shukran.


La mujer y su lucha en las revoluciones árabes

Si algo han dejado al descubierto y para bien las distintas revoluciones acaecidas en los últimos meses en los países del sur del Mediterráneo, ha sido la voluntad firme de la mujer de hacer frente a la opresión y represión ante la que se ha visto y se ve sometida.
La «Primavera árabe» ha provocado el despertar de la mujer ante la posibilidad de avanzar por los caminos de la sociedad civil evitando con ello la exclusión social que hasta ahora las mantenía silenciadas. Tan solo ha sido un pequeño paso ante todo lo que queda por hacer, pero es  muy significativo y de suma importancia que la opinión mundial debería de tener en cuenta y reconocer.
Éste año la primavera huele a mujer, así se ha demostrado con las candidaturas al premio Nobel de la Paz 2011, aunque estoy convencida de que no es el «premio» que se pretendía.
A día de hoy mujeres como Buthaina Kamel ( candidata a la presidencia de Egipto), Lina Ben Mehnni (Bloggera tunecina, candidata al Nobel de la Paz 2011), Malika Boussouf ( Periodista argelina y activista pro-derechos humanos), Joumana Haddad ( periodista y poetisa libanesa) y otras tantas,  ven como el camino de la lucha por la culminación de los derechos de la mujer en los países árabes se torna cuesta arriba ante las amenazas y los impedimentos que los sectores más fundamentalistas se empeñan en obstruir.
Algunas mujeres como es el caso de la abogada argelina Wassyla Tamzali denuncia la falta de diálogo en los debates políticos democráticos acerca del laicismo. No ha habido un solo debate que impulse para ello la apertura al exterior de la mujer. Sin esa laicidad, los islamistas brindarán protección a la mujer pero a su vez éstas no podrán exigir nada. Ningún partido político ha discutido la laicidad, nadie se la ha cuestionado y ha sido un error enorme de los políticos y tecnócratas que actualmente forman parte de los gobiernos, un error no solo para la mujer sino para la evolución social.
Pongo el ejemplo de Túnez. El sistema jurídico y legislativo tunecino, articulado por la  Constitución de 1959 y el Código del Estatuto Personal  de 1956, reconoce el principio de igualdad de los ciudadanos ante la  ley – sin discriminación por razón de religión,  sexo o filiación – y garantiza la libertad de conciencia y de culto. Éste artículo, el número 1 queda como una simple anécdota ante la situación real de la mujer en el país.
Partidos políticos como Ennahda, disfrazados de «islamismo moderado» no han hecho sino embaucar a una población, especialmente a la población femenina, en una utopía que poco tiene que ver con la realidad. No se puede avanzar la apertura social mientras haya grupos islamistas que descriminen y apliquen la ley amparándose en el Corán y con la imposición de la ley Sharía, por ello la mujer en Túnez se considera engañada y frustrada ante el retroceso de los pocos avances que se habían realizado hasta ahora.
Otro tanto ocurre en Egipto, la situación política del país se encuentra enquistada y las ideas de los Hermanos Musulmanes cala hondo en la población afectando al impulso de la mujer egipcia. El islamismo «moderado» con el que se presentan ante la sociedad recoge textos como los que se reflejan a continuación:
» Rechazamos rotundamente la manera en la que la sociedad occidental ha despojado casi completamente a la mujer de su moralidad y castidad. Estos ideales están construidos sobre una filosofía que está en contradicción con la de la shari’ah  y su moral y sus valores»
Y continúa afirmando:
La participación en instituciones representativas tienen ciertas condiciones incluido un cierto rango de edad para el representante de entre treinta y cuarenta años. En la mayoría de los casos, cuando una mujer anda por los cuarenta, habrá completado sus obligaciones respecto a la crianza de sus hijos y debería haber llegado a una fase de madurez mental y psicológica, así como estabilidad emocional. Es improbable que una persona en el límite mínimo de edad pueda conseguir un escaño en las instituciones representativas, pues ello requiere de larga experiencia de muchos años en el ejercicio de las funciones públicas. Las estadísticas reflejan que sólo unos pocos miembros de los cuerpos representativos se hallan “en” o “cerca de” los estándares de la edad mínima. La mayoría son mucho mayores”.
El único cargo público que está acordado no pueda ocupar una mujer es la presidencia del estado. En cuanto al oficio de juez, las escuelas difieren. Algunos, como al-Tabari o Ibn Hazm, sostienen que es admisible sin restricciones. La mayoría de las escuelas sin embargo, lo han prohibido completamente […]  Tampoco hay nada que le impida trabajar en lo que es permisible pues un cargo público es un tipo de trabajo que la shari’ah permite a la mujer. La mujer puede trabajar en profesiones tales como médico, maestro, cuidadoras, o aquellos campos en los cuales ella o la sociedad puedan necesitar”.

Este tipo de leyes en principio pretenden, sin éxito,  suavizar un islamismo fundamentalista que nada tiene que ver con la moderación que predican ni con la realidad con la que se actúa. Hace unos días, Buthaina Kamel al ser entrevistada por su candidatura a la presidencia egipcia, comentaba que es muy improbable que obtenga algún apoyo debido al «veto» que los Hermanos Musulmanes estaban ejerciendo en su campaña. Durante los días siguientes se han cuestionado mucho las palabras de Kamel, especialmente por el sector masculino de la población y por los propios dirigentes de éste sector religioso que han negado cualquier vestigio de oposición al hecho de que sea una mujer quien ocupe un cargo en el gobierno egipcio. Ahí está el ejemplo de que la realidad es otra bien distinta.

En los países mal denominados»árabes», la mujer representa el sector de la población más amenazada, la reacción de la sociedad civil viene marcada por las diferencias entre los dos sexos y las diferentes clases sociales, entre ellas las más perjudicadas la mujer en el medio rural y las no alfabetizadas.
Como decía, el hecho de que se abra la mente de la sociedad democrática  a los derechos de la mujer supone un signo de importancia, pero no debemos de olvidar que no se ha conseguido nada aún, no hemos podido anticiparnos al futuro y falta mucho para construir gobiernos abiertos y demócratas, para ello los dirigentes deberían fijarse en los problemas reales, fijar las prioridades en las reformas políticas y sociales, y superar las diferencias existentes entre islamistas, laicistas, hombres y mujeres, lograr un consenso y trabajar para minimizar las diferencias entre la población. Es una lucha difícil para los gobernantes porque se encontrarán con mucha resistencia para garantizar los derechos de la mujer, pero no es imposible.
En el mediterráneo, debería haber un espacio común de valores que hasta ahora ha resultado imposible porque los dictadores han promulgado que la democracia es algo importado de los países de occidente.
Es el momento de que la clase política trabaje en los avances y permitan a la mujer luchar por los mismos derechos que tienen como ciudadanas con total libertad y se reconozca el trabajo que ésta ha realizado durante los procesos revolucionarios.

«No les deseo que tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas» Mary Wollstonecraft