Reflexiones y otros datos que no caben en los medios de comunicación, pero que siempre vuelven en la mochila.

Meneses, tienes un mensaje.

Te llamaba «¡guapo!» con la misma chulería de chamberí que puede tener una vitoriana, mientras tú, como si de Juan Vulgar se tratase bajando de Argüelles a la cuesta de Areneros, me respondias «¡zalamera!».

Esas cosas te gustaban, que yo lo sé. No tanto el apelativo de «Maestro», al que tanto recurrimos aquellos que somos conscientes de que aún nos queda mucho por aprender de personas como tú. Solías decir de nosotros que éramos «pequeños saltamontes», como el personaje de Kung-Fú, unas regañinas que realmente, nunca surtieron efecto alguno. En cambio lo que ha quedado grabado para las distintas generaciones de reporteros y periodistas ha sido tu amor al oficio, un amor vocacional, puro, no como el que hoy, tristemente, en su buena mayoría  existe. Reportero de guerra:  aventura, riesgo, molo mogollón, venid a mí followers… o como coño se diga.
Te metías en las guerras como quien va a bar para echarse un «cortao», lo mismo te dió Egipto, Cuba que India, como hay que ser, sin zarandajas de las que se estilan ahora.  También es cierto que las pasaste canutas, pero son los riesgos de éste submundo; «acercarse a la realidad de la noticia empieza por vivir un periodismo menos divertido, pero más auténtico», ¡que te lo digan a tí con el ejército de Batista y eso que solo viajabas a Cuba para impedir la boda de tu prima!

Foto: Guadalupe de a Vallina para Jotdown.

Enrique Meneses, cámara en mano. Foto: Guadalupe de la Vallina para Jotdown.

A todos nos quedan en la memoria esas imágenes en Sierra Maestra, éstos útimos días repetidas hasta la saciedad, las anécdotas relatadas y las frases canallas propias del oficio; «Esta es una profesión de golfos y donde constantemente está presente la aventura» mientras, el resto de golfos que aún intentamos hacer del reporterismo algo digno en un entorno donde el que cobra lleva corbata y no sabe una mierda de guerras, sonreímos de medio lado mostrando el canino. Y así seguiremos, Meneses, luchando como tú, hasta el suspiro final, hasta que la botella de oxígeno diga aquello de «finito, se acabó y a cascarla. Que os den».

Durante éstos útimos días está todo dicho, no me voy a repetir, me despido de tí, por el momento tirándo de la memoria y acordándome de la frase de un compañero reportero: «Mientras siga habiendo buenos periodistas en España, seguirá existiendo Enrique Meneses, porque todos, el que más o el que menos lo llevaremos siempre en nuestras mochilas.»
¡No te quedan guerras que torear, MAESTRO!. Y ahora vas y me regañas otra vez.
Gracias y hasta siempre.

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3 comentarios

  1. Y yo sin haberle conocido. Cagonmiputasombra.

    10 enero, 2013 en 0:43

  2. isabel

    Me ha encantado. No se de tan mal. O, a lo mejor, es que no es una despedida.

    10 enero, 2013 en 8:35

  3. Muy bonita despedida, muy bien escrita.
    Yo también le hice mi pequeño homenaje. http://importancioso.wordpress.com/2013/01/07/fotografo-numero-7-enrique-meneses/
    Suerte con las 12 miradas! BUena selección!

    29 mayo, 2013 en 5:40

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