Reflexiones y otros datos que no caben en los medios de comunicación, pero que siempre vuelven en la mochila.

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Armamento libio

Recién estrenada la transición, la población libia se enfrenta a los daños colaterales que los ocho meses de conflicto han dejado por el camino.
La ONU ha solicitado ayuda urgente para remover y desactivar los cientos de miles de minas antipersona diseminadas por el país, especialmente en la zona de Misrata y parte de Nafusa. De momento EEUU ya ha destinado más de 40 millones de dólares para desmantelar las minas terrestres y las minas anti-tanque encontradas, éstas últimas en las inmediaciones de Sirte.
Peter Bouckaert, director de Emergencias de Human Right Watch viene denunciando desde hace varias semanas el descontrol existente sobre las armas y culpa al Departamento de Estado de EEUU de «desidia» ante una cuestión prioritaria para los intereses de la sociedad civil libia «Siempre han llegado un día tarde para controlar estas armas. Estaban en Bengashi cuando las armas estaban en Trípoli, y en Trípoli cuando tenían que haber estado en Sirte. Ahora les va a costar muchísimo más seguirle la pista a estas armas»  afirma.
La estela armamentística libia continúa su camino y no son pocos los que se atreven a asegurar que buena parte de esas armas están entrando en Gaza, según informaciones de las autoridades israelíes y egipcias. Enormes cargamentos de armas procedentes de Libia están cruzando la frontera inundando los mercados negros de la península del Sinaí y el número de misiles antiaéreos tan codiciados por los los miembros de Hamás ha aumentado significatívamente durante las últimas semanas, para ello el gobierno de Obama e Israel han solicitado a Egipto una mayor vigilancia de sus líneas fronterizas.

Mina antipersona

Se estima que en el país aún pueden quedar más de 10.000 misiles tierra-aire además de bombas y misiles SAM, si bien éstos últimos junto con los fusiles y armas de mano son los que antes se utilizan para la venta,  eso sin contar las reservas de los depósitos terrestres repartidos por el desierto libio de los que apenas se tienen informaciones concretas.
Otra cuestión es qué hacer con  el armamento químico que el régimen de Gadafi aglutinaba en los depósitos del sureste. A priori, las reservas de gas mostaza y elementos químicos para la fabricación de armas están intactos y no se han utilizado durante el conflicto. En su momento el gobierno gadafista declaró su inventario: 25 toneladas métricas de gas mostaza a granel,  1.400 toneladas métricas de precursores químicos utilizados para la elaboración y  3.500 bombas aéreas sin relleno, todo ello repartido en tres almacenes concretos diseminados por el país.

Arsenal de gas mostaza en Libia

La  OPAQ ( Organización para la Prohibición de las Armas Químicas ) ha decidido destruir los materiales lo antes posible, pero antes debe enfrentarse a un nuevo inventario que verifique las cifras ofrecidas en su día por Gadafi y asegurarse de que las armas no caigan en manos de militantes islamistas o partidarios del antiguo gobierno, así como en mafias que comercien con grupos terroristas del continente africano. El derrocado gobierno hizo uso de armamento prohibido desoyendo las leyes internacionales, los propios rebeldes en Misrata denunciaron el empleo de bombas de racimo por parte de los gadafistas, bombas de racimo de fabricación española y se teme que buena parte de ese arsenal aún esté en poder de aquellos que dieron su apoyo al coronel para una utilización futura.
De momento,  durante las últimas semanas las minas antipersona ya han comenzado a cobrarse sus primeras víctimas en Libia y amenaza un suma y sigue.

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Desde un rincón de Gaza.

Cuando la desesperación, la rabia, la impotencia y el dolor hacen mella me agarro a un clavo ardiendo. Lejos de compartir los rostros desolados de los compañeros más cercanos, cada uno estamos purgando los demonios de este trabajo arrinconados, cabizbajos y taciturnos. En mi caso, aprovechando la conexión, enviando la crónica y de alguna manera vomitando otra vez los restos de una jornada macabra.
El ejército de Israel, una vez más ha dejado su sello en esta tierra. Hoy, como cada día, es peligroso arar un terreno yermo en Gaza, es peligroso salir del dintel de la puerta de una casa, es peligroso permanecer dentro de la misma, es peligroso acercarse a un pozo para recoger agua, es peligroso hablar, es peligroso que los niños rían, jueguen, o lloren. Es peligroso vivir, soñar o tener esperanza.
Hoy las fuerzas israelíes se han cobrado una nueva vida y han mermado la de tres personas más, una vez más los palestinos se han visto sorprendidos por los disparos, la excusa: «estaban demasiado cerca a la valla de seguridad», tal y como me asegura un portavoz del ejército. A mi pregunta sobre cual sería la distancia apropiada, la respuesta me ha puesto la piel de gallina, «allí donde no podamos verlos ni olerlos».

No es lo más duro que he escuchado estos días, frases del tipo » me voy a hacer un látigo con tus tripas para fustigar a tu madre» o «los perros deberían de tener más derechos que tú» son algunas de las barbaridades que se escuchan de boca de los militares hacia los habitantes de la franja de Gaza que echan un pulso diario al paso de las decenas de checkpoints repartidos por la zona.

Aquí los rostros de las personas no expresan nada, la mayoría han aprendido a agachar la cabeza. Los niños tienen cara de cansancio, ojeras, algunos ni siquiera lloran, sus facciones delatan ancianidad a pesar de que muchos no han cumplido los diez años, son viejos prematuros que aún juegan entre los escombros a simular una guerra dentro de la guerra. Gaza es un lugar donde el polvo de la destrucción seca la garganta, los ojos y las almas, también de los que componen los organismos de comunidad internacional que ya ha demostrado, una vez más,  la indiferencia y lo poco que importa la suerte que corran los palestinos.
Como periodista siento impotencia por no poder reflejar del todo lo que aqui se vive; los sonidos de las sirenas, el estruendo del bombardeo en Khan Younis al sur de la franja, los llantos desgarrados de la madre de Muhammad Ibrahim Hamad hoy cuando ha recibido la noticia de que su hijo ha sido tiroteado, el miedo en los ojos de aquellos que nos rodean, el rictus serio de los compañeros mientras pierden la mirada en el horizonte, allí donde el hormigón y el alambre de espino separan la vida de la muerte. ¿Cómo se puede explicar lo que es el infierno?
La pasada semana, Egipto negoció un alto el fuego entre ambas partes que ha durado hasta que el viernes, el ejército de Israel hizo público que un cohete disparado desde la franja de Gaza golpeó territorio abierto en el Hof Ashkelon. No se han mostrado pruebas, ni informes de lesiones o daños, pero la venganza ha sido rápida y certera, ahí donde más duele, como recoge el compañero Hernán Zin en su libro Llueve sobre Gaza: «la lógica de la ocupación israelí es aterrorizar a los palestinos», nada nuevo. También han tenido tiempo para detener a 21 activistas.
La noche es larga y las siguientes horas no se presentan nada buenas. Aprovecho lo poco que dure la conexión para, de alguna manera, haceros partícipes de estos momentos en los que una olvida su condición de reportera y escarva en lo más profundo de las vísceras. Al mismo tiempo estoy alerta de los sonidos de la noche, noto como aún me tiemblan las piernas y la dureza de las imágenes que hoy he visto una vez más, me impiden llorar.

«Piedra preciosa en su noche sangrienta, nuestra patria resplandece a lo lejos e ilumina su entorno… pero nosotros en ella nos ahogamos sin cesar.»
Mahmud Darwish ( Poeta palestino)


Cuestión de voluntades. Libia.

¿Los rebeldes libios realmente han cumplido con la voluntad del pueblo?
Muchas han sido las declaraciones que me han asombrado durante estos últimos meses en Libia. He recogido testimonios dramáticos, he sido testigo del dolor de muchas familias desplazadas, de muchas madres viviendo la angustia de desconocer el paradero de un hijo, de un nieto…pero si en algo coincidian las decenas de conversaciones mantenidas era que nadie quería ver muerto a Gadafi. «No queremos que Gadafi muera, solo que se vaya», ésta frase ha sido la cantinela que he escuchado por boca de los libios en Tataouine, Dehiba, Remada, Trípoli, Nalut…
Todos sabemos el desenlace de un conflicto que ha durado demasiado. El orgullo del dictador acrecentó la barbarie de aquellos que se han opuesto a la tiranía y buscaban la libertad que muchos de ellos no conocieron y que ahora a una semana de la liberación de Libia aún no conocen.
Aquí no vale el «muerto el perro, se acabó la rabia». En las últimas horas la Caja de Pandora se hace visible, y lo que para los periodistas hasta hace unas semanas había estado oculto mientras estábamos enfrascados en la batalla comienza a desprender olor.
En la actualidad, el trato hacia los reporteros internacionales no es el mismo por parte de los guerrilleros insurgentes que durante ocho meses nos han facilitado informaciones, transporte, alojamiento etc…muchos de nosotros nos sentimos utilizados como parte de esa propaganda bélica que el CNT ha lanzado hacia la opinión internacional. Quizá se deba al poco apoyo que han tenido en los últimos días tras hacerse públicas las imágenes del asesinato de Gadafi, o quizá porque todo ha acabado y ya no necesitan de nuestro trabajo, o quizá no quieran que hurguemos más en los entresijos de los combates de Beni Ualid y Sirte; o quizá sea por todo en general.
De momento los líderes del Comité nacional de Transición ya han advertido que nadie, salvo ellos, esclarecerán las causas de la muerte del autoproclamado «Rey de reyes», y para ello la primera medida a tomar es callar a la prensa internacional, -«En lo que respecta a Gadafi, no esperamos que nadie nos diga lo que tenemos que hacer», declaraba hace unas horas el vicepresidente del CNT libio, Hafiz Ghoga, si bien han prometido llevar ante la justicia a los implicados en el asesinato. Una promesa que se producía un día después de que Human Rights Watch condenara la violencia de la captura del mandatario e hiciera saltar la liebre ante la opinión pública.
En las calles de Trípoli la alegría no ha sido tan destacada como cuando los rebeldes se hicieron con la toma de la capital, y hay quien habla entre susurros de cierta vergüenza.  -«Yo lo hubiera puesto en una jaula, aquí en medio de la plaza de los Mártires, para que el pueblo libio pudiese demostrarle el odio que sentíamos hacia él y lo sometidos que nos ha tenido durante todos estos años. Quisiera haberle mirado a la cara y haberle podido gritar SOY LIBRE, y después que lo hubiesen juzgado y hubiese muerto en la cárcel como la rata que era, pero no, no lo hubiera matado. Los que lo hicieron deberían de haber contado con la voluntad de todos los libios. Han jugado a ser Dios» – me cuenta un vecino de Trípoli cuyo sobrino alistado en las filas de insurgentes murió en uno de los combates de Misurata.

La insurgencia avanzando hacia Sirte.

Como vengo diciendo en las últimas semanas, Libia se enfrenta a una difícil y complicada reconstrucción. Las sombras acompañan a los planes del Consejo Nacional de Transición. Muchos quieren su parte de la tostada, entre ellos los amazigh libios, especialmente los hombres que han batallado desde las montañas de Nafusa, esperan el reconocimiento a su cultura y libertad que en su día les negó Gadafi, como ellos están los guerrilleros de Benghazi, Misrata y otras regiones del país. Pero dichos méritos no creo que se reconozcan hasta que no se empiece a ver de manera transparente quienes compondrán las filas del gobierno de transición, cuales y cómo serán los proyectos a desarrollar y sobre todo hasta que no se despejen las dudas y la desconfianza que a día de hoy imperan, primero en los habitantes de Libia y después en la comunidad internacional.
Los libios no merecen ser engañados más, de otra manera todo éste derramamiento de sangre por ambos bandos hubiera sido en vano.


Libia, Túnez, y sin embargo vecinos.

Hoy 21 de Octubre surgen las preguntas que algunos hemos almacenado en la cabeza durante éstos últimos meses.
Mientras el cuerpo de Gadafi se desvanece ante el nacimiento de la nueva Libia, la cuestión generalizada de muchos es ¿y ahora qué?.
La transición libia va a resultar difícil. Lo primero que se deberá hacer es consensuar las bases del que será el gobierno de transición, para ello el CNT tiene treinta días de debate y la incógnita está en saber quienes serán las figuras políticas representativas del pueblo libio durante el año y medio de gobierno provisional hasta que se organicen las elecciones generales. Se habla de la puesta de largo de algunos tecnócratas llegados del exilio, con buen poder adquisitivo y capaces de aplicar las ideas gubernamentales de los países que hasta el momento les han acogido, pero antes se deberán de asentar los acuerdos entre todos aquellos representantes de las diferentes regiones que componen Libia y que han combatido como opositores al régimen, como ha sido el caso de los insurgentes de la zona de Misurata, los amazigh de la cordillera de Nafusa, etc…Todos quieren su parte del pastel, incluídos los sectores más islamistas del país.
Por otro lado, aún quedan flecos por resolver, como es el caso de los «herederos» de la saga Gadafi, unos en Argelia, otros en Níger, unos muertos, otros vivos. La incógnita será, qué hacer con ellos.
La tónica general en el país en éste momento es de alborozo generalizado, pero aquellos que viven éstas últimas horas de manera más sosegada piensan en el futuro sistema político y en dar la importancia que se merece a ésta revolución que no solo ha servido para derrocar a un régimen dictatorial sino para sentar las bases de la que será la nueva Libia 42 años después.
Celebración de ciudadanos libios tras la caída de Gadafi

Mientras tanto, los que han sido testigos de excepción de la miseria que ha conllevado estos ocho meses y medio de lucha en Libia, es su vecino Túnez.
El país celebrará éste domingo sus primeras elecciones en 50 años. La población se enfrenta a un buen surtido de listas y candidatos, 1500 aproximadamente de los cuales saldrán 217 miembros que compondrán el gobierno transitorial de Túnez hasta las próximas elecciones generales.
Túnez, un país castigado durante el régimen de Ben Alí hizo frente a la dictadura el pasado 14 de enero. Desde entonces las cosas no han resultado fáciles, la revolución libia trajo consigo una oleada de refugiados que ha llevado al país a un bloqueo económico sin precedentes. Buena parte de las arcas tunecinas provienen del turismo, y el sector se ha visto minimizado de manera radical durante los últimos meses. La generosidad del país hacia sus recien llegados ha mermado las posibilidades de salir adelante tal y como se preveía y eso pasará factura al nuevo gobierno.

Mujer insertando su voto mediante el sistema de voto a distancia ( Marruecos)

De momento, dos días antes de los sufragios la población del país apuesta a caballo ganador y los sondeos apuntan al partido calificado como islamista moderado, Ennahda, y a su líder Rashid Ghanoucchi como ganador de los comicios que servirán para redactar la que será tercera Constitución tunecina, así como para designar al que será presidente provisional.
Hoy Túnez es mirado con la lupa de 500 observadores internacionales, y más de 40.000 efectivos militares y policiales custodian la seguridad de un país que merece unas elecciones limpias y justas con el deseo de la ciudadanía.
Como dicen por aquí, Inshallah.


Libia: El Ave Fénix

Mientras ya se toman medidas de cara al nuevo gobierno de transición libio comandado por el CNT, el país aún vive inmerso en una vorágine de ataques y amenazas entre ambos bandos.
Los bastiones de Beni Walid, Sirte y Sebha, localidades leales al régimen de Gadafi parece que se les atragantan a los insurgentes. La toma de Trípoli, la pasada semana, ha dado lugar a algo inesperado, la intención de dialogar y no causar más derramamiento de sangre. ¿Hubiera sido necesario que se hiciese antes? la duda siempre quedará, al igual que la duda de si el coronel se encuentra aquí, en Sebha o en Argelia.
De momento la insurgencia no ha podido doblegar a las mermadas tropas del anterior gobierno mediante el diálogo y se han propuesto hacer frente a los cerca de 8.000 soldados gadafistas que se encuentran desplegados a unos cientos de kilómetros del sureste de Trípoli. La capital parece que va despertando de una larga pesadilla que ha durado seis meses, los comercios van abriendo a cuenta gotas y la población sigue empeñada en celebrar «la victoria de la liberación», mientras muchos de ellos buscan a sus familiares más allegados colgando carteles en los hospitales de la ciudad.
La reconstrucción y el futuro de la nueva libia, pasa por la gestión del CNT,y por un gobierno autócrata según informan, que siente las bases de una educación férrea más occidentalizada y menos árabe en un país que nunca lo fué.
Los libios quieren tomar ejemplos de otros países y no tienen que irse muy lejos, porque la apertura hacia el exterior les llevaría a tomar ejemplo de su vecino Túnez y en concreto en materia de turismo.
«No queremos que la religión y sus prohibiciones sean los elementos protagonistas de éste país, queremos sentirnos libres, poder estudiar y desarrollar aquí nuestro aprendizaje, formación y aplicar todo ello en Libia. Estaría bien desarrollar programas de intercambio cultural, que nuestras mujeres puedan viajar a otros países y vean la forma de vida de sus semejantes. Es algo que hemos tenido prohibido durante 42 años» explica Mahmoud, «hemos luchado duro, y hemos dejado a muchos de los nuestros en el camino, pero no nos sentimos vencedores, o al menos únicos vencedores. La revolución la ha ganado la OTAN, y debemos estar agradecidos también al trabajo de Estados Unidos, Qatar y otros aliados, ahora ellos nos ayudarán a reconstruir Libia, a cambio de petróleo, sabemos el precio, pero es un precio que pagaremos encantados por una libertad que nunca debería habernos dejado de pertenecer».
Mientras más de 20.000 insurgentes, siguen junto con la OTAN intendo desmembrar lo que queda del gobierno de Gadafi, el resto de la población sueña con el futuro que algunos ni siquiera han visto jamás. La apertura de la población más joven con acceso a redes sociales y testigos de lo que hay más allá de sus costas mediterráneas es una de las claves para iniciar esos primeros pasos. Inshallah, que la transición sea lenta, fructífera y sobre todo que ese futuro suponga que el resto del mundo deje de asociar a Libia únicamente con las palabras «Gadafi» y «petróleo».


El olvido, esa segunda muerte.

Alguien dijo una vez una frase con la que no estoy de acuerdo en absoluto. «El objeto de la guerra no es aniquilar a los que la han provocado, sino hacerles que se enmienden, no destruir a los inocentes y a los culpables por igual, sino salvar a ambos.»
En una guerra no hay vencedores, solo vencidos y dentro de éstos últimos los hay más vencidos aún. Son aquellos que no tienen siquiera la oportunidad de luchar por su vida, los olvidados más inocentes, los desmarcados dentro de una barbarie que muchas veces ni siquiera los contabiliza como víctimas. Ellos no aparecen en las listas de bajas, ni de familiares buscados. Quisiera saber si el autor de la frase que se cita arriba cree realmente que el objeto de una guerra no es hacer daño a los inocentes.
¿Cuántas guerras hacen falta para cambiar las cifras de víctimas inocentes? La guerra siempre es sinónimo de muerte, y en éste caso además de olvido.
Viajemos con los sentidos hasta Libia. Mientras la opinión pública y los medios nos preguntamos dónde está Gadafi, si habrá o no ofensiva en Sirte, si Argelia será el próximo en revolucionarse, si el CNT logrará los objetivos de reconstruir un pueblo machacado por 42 años de dictadura, si la transición dará sus frutos…etc, hay un colectivo que desde su pequeño mundo no es consciente de lo que ocurre a su alrededor, o si lo es lo percibe en menor medida aunque sea quien más lo sufre,
Sirva éste pequeño párrafo para abrirnos los ojos a la realidad que muchas veces obviamos, a esas realidades que no ocupan portadas quizá porque no saquemos «tajada» de ello.
http://www.time.com/time/video/player/0,32068,894914650001_2063932,00.html

(Vídeo: Fuente TIME)

«- Resulta difícil de creer todo eso.
  – Eso es porque tienes este enfoque y no ves más allá. A mis abuelos les pasaba igual…creían que más allá quedarían desconectados de todo.
  -Eso es lo que la gente vería si pudiese…¿que están conectados?
  -…y lo maravillosos que son en realidad. Y que no es necesario esconderse, ni mentir, y que es posible hablar con cualquiera sin mentiras, sin sarcasmos, sin hipocresía, sin exageraciones…ni ninguno de esos métodos para camuflar la verdad.» ( Extracto » Los Olvidados»)


Samuel y un bocado a la vida.

Samuel tiene 22 años y dos disparos, uno más reciente que otro y cada uno de una guerra. Marfileño, ivorense, y con mas vidas que un gato.
Antes de los últimos enfrentamientos trapicheaba con drogas, ahora no quiere saber nada ni de su país ni de los gramos de mercancía, -«quiero saber si me puedes ayudar a encontrar algo en España»- me suelta por teléfono.  Aprecio un tono de voz avergonzado, como si pedir ayuda o un favor le hiciese sentir débil o menospreciado, a él, el más macarra del Bronx si el Bronx estuviese en Abiyán.

Samuel fué un niño de la calle, es con 22 años un niño de la calle aún.

No ha conocido otra cosa que el hambre, la marginación, la inhalación de pegamento y una grosera costumbre de agarrarse los genitales cada vez que de su boca sale alguna fanfarronada, «delante de las chicas como tú no lo hago», a pesar de que le he pillado en el renuncio siempre que le he visto.
Entre cigarro y cigarro que fuma siempre que se le ofrece, suele contar cosas de su vida.

Antes quería pertenecer a una familia con muchos hermanos, lo de tener padre y madre le daba igual, total no se puede echar de menos algo que no has tenido, pero lo de los hermanos era un deseo que se cumplió a medias. No tuvo hermanos biológicos, pero se encontró con otros muchos de su condición con los cuales aprendió a esnifarse la vida.
«Tengo 22 años, soy un hombre fuerte y estoy pensando en dejar el país y convertirme en alguien respetable, buscarme una novia de tetas grandes y comprarme una casa» me dijo la última vez que nos vimos.
Mi respeto lo tiene, el de los demás se lo tendrá que ganar él. Yo le he prometido que le ayudaré porque ¿quién no se ha imaginado en ésta vida con una casa propia y una pareja bien dotada?. Hay deseos que no entienden de condiciones sociales, razas o religiones.
He charlado diez minutos con él sobre ello y me apetecía contároslo con una medio sonrisa tan amarga como el cacao marfileño, y con la tristeza de saber que Samuel seguirá en sus calles por mucho tiempo soñando ser alguien respetable en un mundo que ya no se respeta ni a sí mismo.


War…to be continued

 

Amaia López de Munain/ Nalut ( Libia)
Las tropas de Gadafi continúan en su ofensiva por tomar el control en las montañas de Nafusa. Yefrén, Zintan y Nalut se mantienen en manos de los rebeldes a duras penas mientras los combates se suceden a pocos kilómetros del casco urbano de éstas localidades. En las últimas horas varios misiles Grad han estallado en la ciudad de Nalut, una de las zonas más golpeadas por los objetivos gadafistas. Nalut es el bastión más fuerte cercano al paso de Wazin, hasta ahora recuperado por los insurgentes y vía de entrada y salida de material de primera necesidad y logística armamentística.

Rebeldes libios disparando misiles Grad. Foto: AFP

                               

Frontera libia. Foto: Amaia López de Munain

Durante los útimos días, la prioridad de las tropas del gobierno libio es hacerse con el mando para así cortar de raíz los suministros que puedan llegar desde Túnez y favorecer al enemigo, al margen de retener a civiles que en determinados momentos de su huída se encuentran atrapados en un corredor sin salida. No se puede vaticinar el éxito de la operación ni hasta donde pretenden llegar, puesto que incluso en el puesto fronterizo de Dehiba se pueden apreciar distintos almacenamientos de vehículos todo-terreno destinados para que los insurgentes puedan recorrer las vías más difíciles que se puedan encontrar en la cordillera de Nefusa.

 La pregunta sería ¿de qué manera está favoreciendo el ejército tunecino a la lucha de los rebeldes?.
Mientras tanto, al otro lado de la línea, éstos últimos se preguntan ¿qué hay de las intervenciones de la OTAN en ésta zona, y por qué los ataques de la Alianza Atlántica se centran únicamente en las áreas cercanas a Trípoli o Misrata cuando el objetivo real se emplaza al oeste de Libia? Así mismo destacan la necesidad urgente de crear un corredor humanitario que permita el paso de material sanitario, agua y alimentos, en éste aspecto se muestran optimistas y confían en una supuesta «debilidad» del coronel libio que le haga reconsiderar éste aspecto. Tarea difícil cuando la primera lección en una guerra consiste en el hecho de perjudicar la entrada de cualquier tipo de ayuda que favorezca al enemigo.
De momento alrededor de una decena de miles de civiles se encuentran repartidos por la cordillera buscando la ocasión de poder cruzar hasta el país vecino de Túnez.

Campamento catarí en Tataouine. Foto: Amaia López de Munain

                                                Desde el nuevo campo catarí ubicado en Tatouine, su coordinador Mohammed Al-Kubaisi confirma el «descenso moderado de entrada de refugiados» y lanza un órdago a las Naciones Unidas al explicar el buen funcionamiento del campamento «aquí gestionamos todo el campo únicamente miembros del gobierno de Qatar, no es como en el campo de Remada donde la mayoría de las personas que trabajan vienen de distintos países, distinta educación y diferentes modos de vida y de control, las diferencias en el bienestar de los refugiados las marcan los diferentes gobiernos».


No hay mas ciego que quien no quiere ver.

En éste último mes son varios los campamentos de refugiados que mi profesión me ha llevado a visitar. Como en cualquier conflicto tan solo varían los paisajes, las caras suelen tener la misma expresión, los niños son niños en cualquier lugar.
Desde la denominada «cárcel más grande del mundo» o lo que es lo mismo, desde Gaza, la cara de Mohamed es la misma que la de Axel en Túnez, la de Abu es la de Mousa y la de Dima es la de Malak.
Pueden cambiar las ideologías, las causas, lo que no varía son las víctimas.
Estos días me he preguntado ¿cuándo es el momento en el que una de éstas personas asume que es un refugiado y que es posible que nunca pueda regresar a su hogar? ¿cómo asimilar que aquello en lo que has invertido toda una vida lo has perdido? ¿ que pasará por su mente cuando les hablas de futuro?

Niños palestinos en Gaza

Hoy he visto caras de emoción contenida en el paso de Rafah tras cuatro años de prohibición, pero también he visto recelo y miedo en algunos de los ojos de aquellos que han cruzado.
Desde otro lugar del mundo, miro de reojo hacia la frontera libio-tunecina y sigo sin poder entender cómo somos capaces de no intentar apagar la llamada de auxilio de la gente de Nefusa y de los más de 10.000 refugiados hacinados en los campos tunecinos.
Comienza el calor asfixiante en Túnez, las condiciones insalubres de los campamentos son las idóneas para que comiencen a propagarse las epidemias y las organizaciones insisten en la urgencia de repatriar a los refugiados.

Campo de Remada. Foto: Amaia López de Munain

 Se ha hecho un llamamiento a los jefes de estado y gobiernos de la Unión Europea para que abran sus puertas a aquellos que de nuevo deben huir de la catástrofe, pero Europa sigue mirándose el ombligo como si la cosa no fuese con ella. Es obligación moral y legal prestar asistencia a las víctimas de una guerra en la que en cierta manera participamos todos. Europa cierra sus puertas alegando las normas implantadas en cuanto a inmigración que lo mismo les sirve para un roto que para un descosido. Esa Europa que desde Libia, Túnez, o Gaza admiran, sin saber que la verdadera lección de solidaridad y generosidad la están dando ellos mismos.

Campo de Remada. Foto: Amaia López de Munain

Hace semanas denunciábamos la falta de voluntad y cinismo de una organización encargada de gestionar el campo de Remada, hoy mantenemos esa crítica y la ampliamos a todos aquellos sectores políticos y sociales que aprovechan la situación de crisis global para escudarse en la falta de fondos para ayudar. Pero el problema no se centra en la falta de partidas presupuestarias, el verdadero problema residen en la falta de solidaridad y en el egoísmo occidental que nos lleva a pensar que estamos por encima de ellos. Se necesitan voluntarios, gente desinteresada que quiera echar una mano, se necesitan medicinas, todas aquellas que cualquier laboratorio farmaceútico podría donar sin quebrar sus arcas, se necesitan alimentos de primera necesidad, excedentes de muchos grandes supermercados, en definitiva se necesita la generosidad de todos aquellos los que componemos esta sociedad que mira por encima del hombro. No sirve con lamentarse y mostrar un apoyo moral. Todos aquellos que hoy nos necesitan, necesitan de nuestras manos. No seamos hipócritas para ocultar nuestra debilidad moral y nuestra cobardía. Demostremos que no somos tan mediocres ante una sociedad que nos grita que tiene sed.

Remada, Foto: Amaia López de Munain

El artículo 33 de la Convención de los Refugiados prohíbe expresamente la repatriación forzosa de los desplazados o » no refoulement», pero hecha la ley hecha la trampa, y los mismos que escriben, redactan y se cuelgan la medalla de solidarios son aquellos que niegan la atención primaria necesaria a todo aquel que viene con lo poco que le queda en la vida.
Cuando he cubierto otros conflictos siempre he hablado de la condición de fraticidas innatos de aquellos que matan y disparan, pero deberíamos pararnos y pensar que hay mucha maneras de matar y quizá la más lenta y menos ruidosa sea la más peligrosa.
Remada, Dehiba, Choucha, Gaza que en toda su extensión es en sí un campo de refugiados, y otros tantos lugares repartidos por el mundo, infiernos para inocentes, paraísos para criminales de despacho, especuladores y creadores de falsa solidaridad.

Foto: Amaia López de Munain


El Hombre Tranquilo.

Imagino que la procesión iba por dentro. Pero jamás le vimos vehemencia en sus palabras, ni rechazo ante lo que veían sus ojos. Un andar pausado, un hablar calmado y algo muy importante una capacidad de escucha ante la cual quizá no estamos acostumbrados hoy en día.
Un sombrero, modales educados, y una sonrisa sincera son su carta de presentación.

Foto: Amaia López de Munain

 Dicen que la actitud de un hombre tiene mucho que ver con la forma en la que le ha tratado la vida. Víctima de una guerra civil que le mantiene separado de buena parte de su familia, vive constante de que a los suyos no les falte de nada y trata de integrar a todo aquel que llega al entorno de primos, conocidos y amistades que ahora componen su núcleo más cercano.
Al igual que en la película de John Ford, nuestro hombre tranquilo traduce el amor por las tradiciones de sus antepasados y nos las inculca a nosotros. Es la primera imagen que me vino a la mente a los pocos minutos de conocerle, sentados en un sofá de una recepción, de un hotel cualquiera. El hombre de los ojos ámbar, nos hablaba de la necesidad de devolver la libertad a su pueblo, del cambio que necesita el país, y de la ayuda imprescindible para construir una nueva nación para su gente y las nuevas generaciones. Nos hablaba de una convivencia pacífica y unida entre lo que son, hermanos.

Foto: Amaia López de Munain

Pocas fueron las palabras que cruzamos, pero muchas las horas que compartimos. Hay ocasiones en las que los gestos, las actitudes o una mirada dicen más de alguien que un discurso.
Me quedo con su porte digno, su sombrero, y los triplicados «yes» de sus conversaciones. Me quedo con el ejemplo de un hombre que se viste por los pies, y con el arma más poderosa que tiene, la inteligencia y la capacidad de hace ver a los que como nosotros, ignorábamos la verdadera realidad de un pueblo.

Foto: Amaia López de Munain

Me quedo con los silencios de un hombre tranquilo de las montañas de Nefusa.
Va por tí amigo, por tu libertad, tu felicidad y la de toda tu gente. GRACIAS.  

Foto: Amaia López de Munain



La guerra sigue…

…y la gente en Yefrén se muere de hambre atrapados en sus hogares.
Gadafi y sus tropas bombardean sin piedad algunos de los bastiones de los insurgentes y sus acólitos se pasean con soberbia por las calles de Trípoli en un alarde de orgullo dictatorial ofreciendo su apoyo al coronel.
Aquel que en su día quiso tomar el relevo de Che Guevara en Libia y que se ha convertido en un genocida más. -«Sí, soy un terrorista cuando se trata de defender la dignidad de este país», pronunció una vez. ¿De qué dignidad hablaba Gadafi? ¿ De aquella que él mismo arrebata a su pueblo represaliándolos a sangre y fuego?

Diplomáticamente aislado y repudiado por la comunidad internacional, aquella que en su momento le brindaba honores de estado, continúa con su desafío de aniquilar al pueblo al que tiene sometido desde hace más de 40 años.

( Vídeo by Omar Havana)

Gadafi: el revolucionario que actuó como mediador entre Eritrea y Etiopía en la guerra que mantuvo a estos dos países enfrentados

Gadafi, que en septiembre del 99 presentó un proyecto de unión entre pueblos africanos y se erigió en hombre de paz para solucionar conflictos entre países africanos. Gadafi, el que se involucró para conseguir un alto el fuego en la zona de Darfur.
El «rey de reyes» como una vez se hizo llamar a sí mismo, ya no engaña a nadie, pero muchos han tenido que caer para que a la comunidad internacional se le abran los ojos.

Foto: Amaia López de Munain

Difícil lo tiene el coronel, no logrará hacer miserable a su pueblo mientras éste sienta que es digno de sí mismo. Difícil lo tienen él y sus seguidores mientras se definan como patrocinadores del terrorismo genocida. No hay lugar en éste mundo para que se escondan.
Por una Libia libre de regímenes dictatoriales, por una democratización del país. Por el orgullo del pueblo libio en su afán de reconstruir y no de destruir.


Mi familia.

Foto: Amaia López de Munain

Foto: Amaia López de Munain

Pasan los días y no dejo que la impotencia me quite el deseo de ayudar a todos aquellos que se han convertido en mi familia libia.
La tarea no es fácil si tenemos en cuenta que medio mundo mira hacia otro lado y yo solo soy una periodista que en ésta ocasión se ha implicado demasiado, no sé si de manera errónea o si quizá lo debiera haber hecho en otras muchas ocasiones.

Dejo el dilema de lado, y ni la cercanía de otros retos laborales, otras guerras y otros países me permite borrar de mi mente la sonrisa de aquellos que me han acompañado en los últimos días.
Hay momentos en los que me cansa lanzar al vacío un grito de ayuda, pero cada vez que decaigo recuerdo que les debo algo, que todos les debemos algo, y eso es lo que me hace seguir adelante.
Quizá muchos de vosotros no lo entendais, quizá os suene demasiado lejana la palabra «Refugiado», quizá muchos ni siquiera sitúen Libia en un mapa, pero os aseguro que en dos o tres horas de avión, la situación que se produce en ésos campamentos fronterizos es inimaginable en un mundo en el que ser solidario parece «el no va más».

 Como siempre las palabras quedan en eso, en palabras que desaparecen bajo tormentas del desierto, palabras que se derriten ante las altas temperaturas y que solo quedan en el recuerdo esperanzado de aquellos a los que se les han prometido.
Pienso que todos tenemos que ser responsables de todos y como alguien dijo, «La solidaridad no es un sentimiento superficial, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común».

Foto: Amaia López de Munain

Foto: Amaia López de Munain

 No cerremos nuestros sentimientos y nuestros ojos ante los gritos de ayuda. Ellos necesitan de nosotros.
Desde aquí, a través de éstas palabras que ni siquiera tendrán ocasión de ver, les digo que no me olvido de mi gente libia, que haré cuanto me sea posible por ayudarles a recuperar esa dignidad que solicitan. Y entono el «mea culpa» por si en alguna ocasión antes de viajar y conocerlos les juzgué de manera inapropiada, al igual que muchos,  el nombre de la bestia que les gobernó durante años lo asocié a todos aquellos que vivían bajo sus garras.
Tengo un compromiso con mis hermanos libios y aunque no soy nadie en éste inmenso mundo, desde aquí os pido PERDÓN en nombre de todos los que no se atreven a miraros a los ojos, sonreiros y conoceros.


Cuando la botella está medio vacía.

Foto: Omar Havana

Medio litro de agua al día por persona, cuatro duchas portátiles para una media de ochocientas personas. Tiendas de campaña sin anclajes ni lastre que las sujeten ante los embites de las tormentas del desierto. Deficiencias importantes en la recogida de residuos, estanques de aguas fecales y un menú escaso y «variado» compuesto por cuscús y macarrones. En ésas condiciones subsisten los cientos de miles de refugiados libios en algunos de los campamentos.

 A todo ello hay que sumar las enfermedades crónicas, los accidentes que inevitablemente se producen, y como ha ocurrido en otros emplazamientos, los ataques de las tropas leales a Gadafi.

Y es que, no basta con obligarles a emprender la huída, ni arrasar con todo aquello que han logrado en sus vidas, también hay que exterminarles en sus refugios miserables.

Foto: Amaia López de Munain

Los refugiados aprovechan cualquier momento para alzar la voz y hacerse oír fuera de esos muros. En todas las declaraciones hay tres palabras que se repiten hasta la saciedad, quizá aquellas palabras que en éste momento palían su hambre: FREE, DEMOCRACY, HELP.

Foto: Amaia López de Munain

Somos pocos los periodistas que les hemos dado la oportunidad real de que griten y exijan su derecho de ser libres, pocos son los medios que se han hecho eco del drama de miles de personas. La atención está puesta en el país que han dejado atrás, en otras víctimas y en el fuego cruzado. Me pregunto si el mundo no será demasiado pequeño para que quepamos todos.
No hay que olvidar que el drama no entiende de lineas fronterizas ni de check-points, viaja sin billete, incrustado en los ojos y en la piel reseca de pies polvorientos. Familias numerosas, abuelos, niños, mujeres y hombres, todos ellos con mucho equipaje. Bártulos que se van quedando por el camino de las montañas de Nefusa, por las calles de Dehiba, por los descampados de Remada.

Foto: Amaia López de Munain

Toda una vida, los recuerdos que no tienen cabida en una tienda de campaña, el fruto del trabajo y de la ilusión de aquellos que en su día proyectaron un futuro en su tierra en beneficio de sus semejantes.

«¿Gadafi? no queremos que muera, solo queremos que se vaya y nos deje recuperar nuestra vida».
Ni siquiera tienen la maldad necesaria para desear lo peor para aquel que les ha arrebatado todo. Y no les falta razón.
Gadafi no debería terminar como Bin Laden o como Sadam Hussein. Gadafi debería ser detenido por su propio pueblo y ser juzgado por aquellos que durante 42 años han sufrido su tiranía, su dictadura estrambótica y cruel. Los libios deben hacernos ver su orgullo como pueblo, por todos éstos años en los que el resto los hemos mirado de medio lado al relacionar a los libios únicamente con el dictador que ha pretendido representarlos.
Lo han perdido todo, y deben recuperar su identidad y dignidad, y no habría nada más justo que el hecho de que sus víctimas sean quienes apliquen el castigo.

Foto: Amaia López de Munain

La sed que no les calma ese medio litro de agua diario, tampoco les impide proclamar a través de sus voces secas la necesidad y el derecho innato de sentirse libres.

Foto: Amaia López de Munain


«Libia-rtad»

 

«En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida» Federico García-Lorca.


 

Foto: Amaia López de Munain

La compañía de un grupo de refugiados libios en la localidad tunecina de Chenini ha hecho posible que durante unas horas tanto desplazados como periodistas hayamos tenido la posibilidad de sentir el significado de la palabra libertad.
¿Qué te parece el lugar? ¿Te gustan las montañas? me pregunta uno de ellos. Mi respuesta ha sido rotundamente afirmativa acompañada de una pregunta ¿en qué dirección se encuentra Libia?, unos segundos de reflexión…-por allí.
Ni ha habido ninguna mención más al país que han tenido que abandonar, a pesar de que se palpaba su recuerdo y añoranza en los ojos de cada uno de ellos.

El régimen de Gadafi está utilizando el drama de los refugiados como arma arrojadiza para minar la moral de las familias de los pocos insurgentes que quedan en la linea del frente, hasta tal punto que algunos de aquellos de los que en su día huyeron del país se están planteando regresar para tomar las armas y hacer frente a un Goliat que por el momento no tiene intención de frenar la barbarie con la que está pagando a su propio pueblo 42 años de servidumbre silenciosa.
La situación de los campamentos de refugiados empieza a soliviantar los ánimos de aquellos que huyeron de los disparos con la esperanza de encontrarse ante algo mejor.

Foto: Amaia López de Munain

Pero todo desaparece cuando eres refugiado, incluída la esperanza.

Intentemos hacer un mínimo esfuerzo entre todos para que éstos desastres no ocurran, con un poco de cada uno de nosotros se puede parar el tren de la barbarie humana, de las guerras fraticidas y de la insolidaridad ante nuestros semejantes.
Has leído ésto. Has visto éstas imágenes. Has escuchado el grito de la impotencia y desesperanza. Párate un par de minutos. Reflexiona sobre ello y lo que te puede producir. ¿Lo has hecho? 

Es tu contribución, no era tan difícil. Shukran.


Contrastes a corta distancia

El hospital comarcal de Tataouine se ha convertido en pocas semanas en un hervidero de ideologías. La medicina no entiende de posiciones políticas y el centro acoge entre paredes desconchadas los dramas de refugiados civiles heridos durante la huída, miicianos rebeldes, y miembros de las tropas de Gadafi heridos durante los últimos combates en la línea fronteriza de Dehiba.
Las sábanas floreadas de los camastros muestran restos de sangre seca, vidas perdidas, desesperanza y dolor.

Foto: Omar Havana

Varios han sido los medios de comunicación que han visitado el recinto durante los últimos días. Desde la dirección del hospital nos muestran el escepticismo que tienen ante la prensa, muchos han sido los periodistas pero nadie se ha hecho eco de las necesidades básicas que sufre el centro. Hasta aquí llegan todos los días cientos de personas provenientes del campamento de Remada que no pueden ser atendidas in situ ante la falta de personal y medicamentos. Los abortos espontáneos debido al estrés traumático encabezan la lista, seguido de las heridas por fuego de mortero, balas incrustadas, y luxaciones producidas por la huída a pie de las familias desplazadas a través de las montañas de Nefusa.
El ejército tunecino muestra su autoridad bajo los marcos de puertas que dan acceso a las habitaciones de soldados pro-Gadafi y rebeldes o «Soldados para la paz» como quieren que se les llame. El hospital tiene un acuerdo con el gobierno libio en cuanto a los leales al régimen, dispensarles los cuidados médicos necesarios y devolverlos cuanto antes a Libia, según nos cuenta el responsable del centro. Un doctor que como la mayoría no quiere ser protagonista pero si quiere lanzar un llamamiento de nuevo a la comunidad internacional.
No lejos de allí, un polideportivo acoge a cientos de familias libias.
Sorprenden los sonidos de las risas de los niños, las conversaciones de los adolescentes y la acogida de los hombres. El lugar, aupiciado por las autoridades locales de Tataouine, está coordinado por varios hombres miembros de las propias familias con un solo objetivo, que la estancia palíe los efectos de la dramática huída. Hay tiempo para la oración, para jugar al baloncesto y para no desesperar. Es inevitable comparar el campamento de Remada con el «club», como llaman los locales al lugar que los acoge.

Foto: Amaia López de Munain

 Mientras en el primero las organizaciones de ayuda internacional se muestran de todo menos organizadas, en el segundo los propios refugiados han sabido coordinarse y y lo que es más importante, proporcionarse a sí mismos aquello que más necesitan ayuda, confianza y solidaridad.
Visto desde mi perspectiva y como perteneciente a esa comunidad internacional, siento verguenza ante lo que sucede. Pero al menos tengo la oportunidad de estar in situ y recibir las lecciones solidarias de los pueblos tunecinos y libios como una bofetada que me espabila.

Todos los que esteis leyendo ésto: Pertenecemos a una sociedad, una comunidad en la que nos autoengañamos. Vendemos «motos» que nosotros mismos creamos y somos incapaces con todos nuestros avances, tecnologías, educación, valores.. de hacer algo bueno por aquel que tenemos al lado.  Estamos fanfarroneando, esperando la medalla y el reconocimiento de los nuestros.

 Preguntad aqui si realmente merecemos algo.


Refugiados. La huída de un pueblo.

«Cuando te encuentres con un refugiado, imagínate cómo se debe sentir. Y en vez de darle la espalda, ofrécele una sonrisa. Tal vez no parezca gran cosa, pero para un refugiado puede serlo todo»

Campo de Refugiados / Foto: Omar Havana


Alrededor de medio millón de libios han abandonado el país durante las últimas semanas hacia lugares vecinos como Níger, Egipto o Túnez. En apenas un fin de semana, más de 6000 personas han llegado a la región de Dehiba en el sur del país tunecino, la mayoría de etnia berebere, proceden de las poblaciones cercanas a la Cordillera de Nefusa donde las tropas de Gadafi han intensificado los ataques hasta hacer de lugares como Nalut , Wazin o Yefren auténticos pueblos fantasma.
Es de destacar la acogida que los tunecinos, y muy especialmente de los vecinos de la comarca de Tataouine, han dispensado a los cientos de miles de desplazados, todo un ejemplo de solidaridad. Muchos de ellos se encuentran alojados en casas particulares así como en edificios comunitarios o en alguno de los campos instalados por las autoridades locales, la Media Luna Roja de los Emiratos Árabes Unidos y ACNUR, en caso de éstos últimos, meros actores de antro arrabalero con pretensiones de salvapatrias, que únicamente han demostrado su solidaridad prestando las tiendas de campaña con el logotipo bien visible, somos testigos que mientras la catástrofe se cierne sobre Remada los miembros más relevantes se desayunan por la mañana en el hotel más lujoso de Tataouine.
Al mismo tiempo el flujo de personas que va llegando al emplazamiento remadí es constante y va creciendo, lo cual está generando de manera paradójica más presión a los organismos humanitarios que dicen encontrarse en una situación extremadamente crítica debido a la escasez de fondos, voluntarios, especialistas sanitarios etc. A menos que se proporcione financiación de manera urgente, se tendrán que reducir los programas de protección y asistencia. Desde los servicios médicos del campamento y a través de los voluntarios que desayunan un té y están trabajando 24 horas al día, nos piden que denunciemos la situación y nos hagamos eco de la enorme necesidad que están viviendo.
Hay que hacer especial hincapié en éste campo de Remada, un pequeño oasis en medio del desierto en el que la supervivencia comienza a palparse en cada una de las tiendas . Familias compuestas por una media de 6 ó 7 miembros, viven su drama bajo un calor extremo.

Foto: Amaia López de Munain

Todos han dejado un hermano, un hijo, unos nietos al otro lado de la franja fronteriza, todos se encuentran confusos, con una alta carga emocional y psicológica, las enfermedades crónicas continúan sus camino y empiezan a darse casos de epidemias.
No existen servicios sanitarios competentes que de manera organizada estén llevando a cabo una labor aceptable. Los profesionales que están colaborando en apaciguar las necesidades mínimas de las cerca de 2600 personas que permanecen allí, se encuentran en una situación delicada ante la falta de medicamentos, vehículos y material sanitario. La escasez de agua y la falta de alimentos es otro de los escollos con el que se están enfrentando los desplazados libios.
No hay rincón en Remada que no clame pidiendo ayuda a la comunidad internacional.
Buena parte del material que llega, no sin dificultades hasta Libia, se destina a zonas como Misrata o Trípoli donde los combates son diarios, pero parece que en éste caso no se ha tenido en cuenta el drama de los desplazados. Túnez no da abasto.
Hay colas de personas para conseguir un trozo de pan, el agua escasea y especies como escorpiones o víboras están buscando un hueco entre las tiendas donde en su gran mayoría descansan los más pequeños.
Si hay una sola expresión común de boca de los refugiados es la palabra Libertad. No hay ningún problema en pronunciarla, en exigirla, si bien hay familias que temen hablar debido a las represalias que se puedan tener el resto de miembros de la comunidad que aún se encuentran en Libia. ¿Cúal podría ser la solución?, las únicas duraderas a largo plazo para paliar el sufrimiento de los refugiados, son la repatriación voluntaria, los asentamientos locales o los asentamientos en un tercer país, pero con unas condiciones mínimas que no impidan el desarrollo cotidiano ya de por sí gravemente herido.
Temor, desesperanza, problemas psicológicos, físicos, hambre, sed. Lo han perdido todo por alzar la voz ante un régimen dictatorial de 42 años de duración. Hablan de recuperar la educación, de recuperar la dignidad, pero la tarea se torna difícil ante el reto de sobrevivir hacinados y abandonados por buena parte del mundo. Un mundo que solo los ha tenido presente cuando sale a relucir la palabra petróleo, dólares e intereses económicos.

Foto: Amaia López de Munain


Hotel Mabrouck

Por segunda vez en apenas unos meses la palabra «dignidad» me sobrecoge.
La primera ocasión vino de boca de una joven violada por cinco militares, la segunda a través de la voz de alguien que ha fraccionado y abandonado su vida en la cuneta de una carretera que de manera contradictoria le ha supuesto la salvación.
«Siempre hemos permanecido en silencio, es hora de recuperar la dignidad».

Foto: Amaia López de Munain

 

 Me pregunto porqué en ambas ocasiones esa palabra ha sido pronunciada por seres que de lo que menos se puede decir es que sean indignos. Me pregunto cómo alimentan esas ganas de tirar hacia delante y echarle un pulso al destino de una vida desafortunada. Me pregunto si las circunstancias les han hecho así, o son ángeles de serie, de alguna remesa que Dios escondía bajo la manga. Me pregunto qué será de ellos, cuando vuelva a mi casa, cuando el tema no ocupe un titular. Me pregunto si alguna vez intuirán que me han mostrado lo mejor del ser humano. Me pregunto si sabrán que jamás olvidaré sus rostros. » Todos podemos conocernos, todos podemos convivir.»
No hay mayor odio que el de nuestros semejantes. No hay mayor venganza que la de aquellos que no han sabido, querido, o podido canalizarla y transformarla. Hoy esos sentimientos se han volatilizado, quizá nunca existieron, quizá jamás formaron parte de éstas personas.
Sin dramatismos, sin caracterización, sin maquillaje. La realidad, la humanidad, la DIGNIDAD se ha mostrado ante mí un tres de mayo del 2011, un día en el que exigimos la libertad de expresión. Ésta fecha no ha podido tener mayor homenaje ni mayor reivindicación que la de la voz de aquellos que piden sean escuchados, voz de una minoría que se erige en protagonista y clama con un llanto silencioso, seco y racional aquello que todo ser humano por derecho debiera tener. LIBERTAD.

Foto: Amaia López de Munain


Laurie

Tiene veintidos años. Le gustaba la música, bailar, salir con las amigas y la ropa de colores. Nunca se le dieron bien los estudios, pero su sueño era tener una peluquería, hace dos años que trabajaba en una de ellas lavando cabezas y limpiando el local. Estaba feliz porque en poco tiempo le iban a permitir realizar algunos de los elaborados peinados de moda entre las mujeres marfileñas, así se lo dijo su jefe, un libanés como otros tantos que hace unos años se estableció en Abdiján.
Laurie ya no tiene sueños. Todo se esfumó el pasado mes de enero, cuando en una calle próxima a su domicilio en el norte de la ciudad cinco miembros de las Fuerzas de Defensa y Seguridad leales a Laurent Gbagbo le dieron el alto. Le pidieron la documentación. Laurie no la llevaba consigo. Sin mediar palabra dos de los hombres le tomaron los brazos y se los cruzaron tras la espalda, un tercero la golpeó en la cara con la empuñadura de la porra. Acto seguido la subieron al coche policial. Laurie recuerda que se asustó mucho, sangraba de la nariz y por ello no era muy consciente de hacia donde se dirigían. Su destino y la fatalidad estaban a apenas 300 metros.
En un antiguo local que en su día se utilizó para almacenar bananas, la desnudaron, la golpearon y la vejaron al grito de «cerda rebelde, ¿quieres Outtara? ¿quieres Outtara?»-.
Laurie no gritó, no respondió, no se opuso. En ése momento ella no estaba viva, no estaba en la tierra, aquel almacén no existía y ella estaba deseando llegar a casa para hacerle a su sobrina unas coletitas que había aprendido a hacer esa misma tarde. Brillaba el sol y estaba feliz. No sentía el cuerpo pesado sobre ella, no era consciente del dolor, de los insultos, de los golpes. Le introdujeron parte de una de las porras en la vagina y el ano, le mordieron en los pechos, le escupieron en la cara, uno tras otro le violaron, recuerda al segundo de ellos, recuerda como lo miró a los ojos mientras su compañero la penetraba él se masturbaba; «Le miré a los ojos para ver si mostraba algo de piedad hacia mí, con la esperanza de que sus compañeros no me hiciesen lo mismo -.» Uno tras otro, los cinco de manera seguida pasaron por el cuerpo de Laurie.
Dos meses después dice no recordar el dolor de los golpes, dice no recordar las caras de los hombres, solo se acuerda de los ojos. Desde ese día no ha vuelto a ver el sol. Tiene miedo, no le viene la regla, aunque el médico le ha dicho que es normal debido al shock y al fuerte impacto emocional. «No quisiera tener un bebé, no podría tener un bebé con esos ojos» – me cuenta.
Laurie no llora, al igual que no lloró el día de autos. Se frota la muñeca mientras lo relata y no despega su mirada de mi rostro, como si quisiera saber lo que me pasa por la cabeza mientras tanto. Yo la escucho con atención, cuando la narración toma tintes más duros si cabe, le acaricio la rodilla de modo afectuoso.
Hay cosas que no puedo contar por pudor y porque creo que Laurie tiene derecho a mantener su dignidad, esa poca que dice creer tener.
No me canso de decir que en todos los países la mierda es siempre igual, los asesinatos, las masacres, las huidas, el hambre, la miseria, las violaciones, solo cambian los rostros de las víctimas y los verdugos.
Ante el último comentario de Laurie niego con la cabeza, me levanto y le doy un largo abrazo, le digo en español » No, nunca digas que te queda un poco de dignidad, eres mas digna que nadie. Tienes la valentía que yo no tengo. Eres la mujer más mujer que haya conocido nunca». Laurie me mira sin entenderme, solo ha comprendido el abrazo, apoya su cabeza en mi hombro y juega con mis pendientes. Me los quito y se los doy, de esa manera siempre habrá algo más que nos una. Laurie es el nombre de una de las 23 mujeres que fueron violadas y torturadas en Abidjan en el mes de enero.
Todas cuentan con el apoyo del director local de la ONU para derechos humanos Simon Muntu, les ha prometido apoyo psicológico, protección y ayudas económicas.
Han pasado dos meses de aquella tarde de enero, nadie se ha puesto en contacto con Laurie. He sido la única periodista a la que ha podido contar el infierno. Por mucho que lo intente no consigo ponerme en su situación, la sufro y la vivo mientras la narra pero estoy muy lejos de todo ello.

Mientras camino en dirección a mi alojamiento rememoro la despedida. Siento la calidez de su piel mientras me abraza, el puño de su mano izquierda aferrando los pendientes, oigo su voz suave. Mi recuerdo se paraliza ante la cercanía de una patrulla policial. Les miro de manera intensa.

Llego al hotel, mi compañero me espera, Laurie no quería fotos ni hombres cerca de ella.

Saludo a Víctor desde la distancia, no quiero que vea como las lágrimas comienzan a aflorar en mis ojos. Me encierro en la habitación, hoy sinceramente no me apetece hablar con nadie.

«Una mujer puede perder todo, la compostura, la certeza de su futuro, la capacidad de reconocer lo bueno de lo malo, los estribos y hasta su tiempo pero Lo unico que una mujer no debe perder nunca es su dignidad»


Para uno o para otros…comienza la cuenta atrás.

Las semanas transcurren en Costa de Marfil sin apenas novedades aparentes que se puedan percibir desde el exterior, sin embargo la población marfileña vive un tenso día a día en el que los enfrentamientos a pie de calle van en aumento y las manifestaciones entre los seguidores de Gbagbo y Ouattara no cesan.

La esperanza de que el “panel africano” nombrado por la Unión Africana y formado por Idriss Deby Itno (Tchad), Jikaya Kikwete (Tanzania), Jacob Zuma (Sudáfrica) y Mohamed Ould Abdel Aziz (Mauritania) pusiera fin a la situación de ruptura social y política que se vive en el país, sigue siendo una incógnita. La comunidad internacional y los dirigentes marfileños miran atentamente a los miembros del “panel africano” que estos días se han entrevistado en Abidjan con ambos candidatos a la presidencia. Los 4 líderes africanos tienen previstos encuentros además con los miembros de la Comisión Electoral, Comité Constitucional… pero las tensiones ya se han dejado entrever. Hace unos días los seguidores de Gbgabo rechazaban la presencia del presidente de Burkina Faso alegando que no era imparcial y que se posicionaba a favor de Ouattara. El presidente sudafricano era recibido de igual forma a las puertas del Hotel du Golf por los partidarios de Alassane que le dieron la bienvenida con gritos de «corrupto» al considerarlo «amigo» de Gbgabo.

Será el próximo día 28 cuando expongan con detalle las propuestas que se plantearán tanto a Gbagbo como a Ouattara después de haber barajado numerosas posibilidades como: la posibilidad de un reparto de poder, un gobierno de alternancia hasta las próximas elecciones, el nombramiento de Ouattara como presidente y Gbgabo como vicepresidente…

Lo que sí parece claro es que los miembros del panel dan por hecho que el vencedor de las elecciones es Alassane Ouattara y proponen un lugar en el nuevo gobierno para algunos de los miembros del equipo de Gbgabo. Además apuestan por una salida digna para Gbagbo, con garantías personales, el reconocimiento como exjefe de Estado, y la inmunidad judicial así como ventajas financieras. Todo ello siempre y cuando Gbagbo acepte y respete las propuestas del “panel africano”.

Mientras el toque de queda impuesto por Laurent Gbgabo en todo el país, nos ha hecho retroceder de nuevo a mediados del mes de diciembre momento en el que la situación fue la más tensa desde que comenzó la crisis marfileña.

La llamada “Revolución Anaranjada” impulsada por Ouattara y su primer ministro Soro tampoco ha servido de mucho, a pesar de que cientos de marfileños se han echado a las calles para protestar contra Gbgabo y su gobierno, reclamar que deje el poder y que ceda la presidencia a Ouattara.

La represión de las Fuerzas de Seguridad del gobierno ha frenado en gran medida lo que podría haber sido una gran manifestación. Siguiendo el ejemplo egipcio los seguidores de Alassane Ouattara pretendían echar a Gbagbo del poder, pero en este caso Costa de Marfil no cuenta con la unanimidad del pueblo, y la fractura que existe entre los partidarios de ambos líderes políticos es tal, que el país nunca podría vivir algo semejante a lo que ha ocurrido en Egipto o Túnez. El resultado: víctimas mortales a causa de los ataques con artillería pesada por parte de las fuerzas de seguridad.

Algunos periódicos marfileños se hacían eco de que el final de Gbagbo era algo irremediable y que incluso ya habían comenzado a preparar cerca de 600 pasaportes diplomáticos para facilitar la salida de Gbagbo, su familia, los miembros de su gobierno y sus respectivas familias así como sus asesores y hombres de confianza. Pasaportes que les permitirían viajar hacia Guinea Bissau, Cabo Verde, Angola o Sudáfrica.

El cierre en cadena de los bancos más importantes establecidos en el país ha provocado una falta de liquidez entre la población marfileña que se grava día a día. Además ayer las agencias de viajes anunciaban también el cierre inminente, ya que muchos de los billetes que venden a sus clientes son electrónicos y la imposibilidad de pagar a través de las entidades bancarias no permite emitirlos.
Además las dificultades que tiene el gobierno de Gbagbo para pagar los salarios de sus funcionarios amenaza con provocar una brecha mayor entre los policias y militares que forman parte de las Fuerzas de Seguridad y que a pesar de jugarse la vida no tienen garantizado su sueldo.

La población sufre ya las consecuencias de la falta de dinero en efectivo para la vida cotidiana, para el abastecimiento doméstico, para el transporte o para los gastos del día a día de cualquier familia. A eso se suma además el cierre previsto de la empresa SIR (Sociedad Ivoriense de Refinería) que compra el petróleo bruto en Nigeria y Angola para refinarlo y venderlo. Un cierre que supondrá un inevitable desabastecimiento de combustible que pronto se dejará notar en los precios y en las gasolineras. El cálculo actual es que el país cuenta con un stock de gasolina super para dos meses y un stock de gasoil para un mes. ¿Y después qué?

El gas butano, que se usa en gran parte de los hogares marfileños, también escasea desde hace semanas tras el cierre de la productora de gas Societé Afren, y los cortes en el suministro eléctrico son cada vez más frecuentes en las ciudades más importantes del país.

Ante esta desesperada situación, los comercios van cerrando, sobre todo los que son propiedad de libaneses, una amplia comunidad extranjera que controla gran parte de la actividad comercial y que se ha posicionado a favor de Laurent Gbgabo. Esto ha hecho que sus negocios sean asaltados por parte de los seguidores de Ouattara.
Mientras la población trata de malvivir sin apenas dinero, gas, electricidad o combustible las calles de Abidjan se van paralizando poco a poco, muchos comercios de barrios como Koumassi o Adjamé han cerrado sus puertas y los continuos atascos que viven las calles apenas se repiten estos días.

El bloqueo internacional hacia la economía marfileña ha hecho saltar las alarmas en los últimos días y ayer Ouattara prolongaba la prohibición de exportaciones de cacao hasta el 15 de marzo. Desde hace días las plantaciones de cacao comienzan a paralizar su producción ante la imposibilidad de exportaciones y el precio alcanza los índices más elevados de los últimos 32 años desde que el pasado 24 de enero Ouattara anunciara la paralización de las exportaciones. Hay que tener en cuenta que Costa de Marfil es el primer productor de cacao del mundo con casi un 45% de la produccion mundial, y que la comercialización de cacao y café supone para el país el 40% de sus exportaciones y el 20% de su PIB. En las últimas semanas los puertos de Abidjan y San Pedro han reducido notablemente su actividad y algunos sectores como el farmacéutico ya anuncian restricciones.

El presidente del Colegio de Farmacéuticos adelantaba ayer por radio que el stock de medicamentos es muy limitado. En el sector privado los medicamentos almacenados cubrirán solo la demanda durante un mes mientras que en el sector público el stock está casi agotado.

Los barcos cargados con medicinas y que continuamente entran en el país no han podido descargar en los puertos marfileños ante las amenazas de sanciones por parte de la Unión Europea, algo de consecuencias tremendas teniendo en cuenta que cerca del 80% de los medicamentos que entran en el país lo hacen por barco. El gobierno marfileño importa cerca de 300 mil millones de FCFA de medicinas al año, es decir casi 457,5 millones de euros.
Este país necesita de la ayuda internacional ya.
El portavoz de la ONU, Ndolamb Ngokwey, ha anunciado que 70.000 personas han escapado de Costa de Marfil, 20.000 en los últimos días.

Según Naciones Unidas, más de 200.000 huyeron de un suburbio de Abiyán después de días de lucha callejera que han dejado decenas de muertos.

http://www.youtube.com/watch?v=We3lt9JAve8&feature=related

La ONU se ve incapaz siquiera de dar cobijo en los campamentos.

«Todas las guerras, desde el principio
de la civilización, se hacen con
sangre,
son iguales, sólo son diferentes las
explicaciones.» Samuel Fuller.


Un charco que salpica.

Ni la lluvia es capaz de limpiar el charco de sangre, éste permanece rojo intenso como queriéndose aferrar al cuerpo que ya ha abandonado.
Es la última imagen de hoy, una más que sumar a la amplia colección que aglutino en mi «museo de los horrores» mental. Afortunadamente procuro tenerlo cerrado a cal y canto, prohibido a las miradas del público y curiosos. Hoy no he encontrado la llave que echa el cierre. Tengo una buena colección, también de colegas, que lejos de aliviarme me dicen eso de » ..y lo que te espera, ésto es así».

He visto caras desencajadas, ojos muertos que narraban violaciones, madres con la máscara de la entereza porque son incapaces de llorar más, niños que han olvidado cómo se ríe, médicos y cooperantes impotentes al frente de un hospital angoleño sin anestesia, miembros amputados «libres de dolor» mediante aspirinas. He sentido el último aliento de un bebé al que únicamente pude acariciar. Ví como un jefe tribal era incapaz de contener el llanto, como los jóvenes en Maputo se organizaban ante la policía por un trozo de pan imposible de alcanzar. Ví la fuerza, aplomo y dignidad del pueblo egipcio en la Plaza Tahrir, la tristeza en el rostro de un casco azul, la famosa lágrima de mi compañero Víctor mientras salíamos de Ondjiva. He sentido el silencio necesario y a la vez torturador después de un día duro.

He olido la sangre, me he manchado con ella, he escuchado y esquivado disparos. Me he tragado la bilis, la rabia, la compasión…la dignidad. Todo bulle en éstos momentos en mi mente.
Adbiyán ( Costa de Marfil). Cada calle tiene su cadáver, cada pueblo su lucha y cada gobierno su hijo de puta particular.
De «regalo» de bienvenida debemos de informar de las seis mujeres asesinadas hoy por los disparos efectuados por las fuerzas de seguridad fieles a Laurent Gbagbo durante las maniobras «disuasorias» en una manifestación que ha tenido lugar en un barrio favorable a Outtara.
Una hora antes, cientos de mujeres se habían reunido en un cruce callejero al grito de «fuera Gbagbo». Las fuerzas militares han disparado a bocajarro. Hay decenas de heridos por la avalancha. Somos así, somos una extirpe fraticida.

El Consejo de Seguridad de la ONU lleva semanas anunciando que en Costa de Marfil se avecina una nueva guerra civil. Decirles a Ban- Ki Moon y a los quince miembros que componen el máximo órgano de Seguridad Nacional que la guerra civil lleva desde el 28 de Diciembre instaurada en el país.
Las calles de Adbiyán están desiertas, los comercios cerrados y sin género, el cacao se amontona en los almacenes de las chocolateras marfileñas. En las calles solo hay patrullas del ejército y unos pocos periodistas, o lo que es lo mismo, estamos aquellos a los que nadie espera.
El embajador del país en la ONU Youssuf Bamba, exige más firmeza de la comunidad internacional ante la situación de Costa de Marfil, cualquiera que permanezca aquí ratificaría la petición de Bamba.
«Están asesinando a la gente según su etnia, matan a los extranjeros y a cualquiera que se oponga a Gbagbo; tened cuidado» aconseja Bamba.
A pesar de los 32º, de la fina lluvia, y de la extrema humedad del ambiente, no puedo evitar que se me erice el vello y un escalofrío me recorra la espalda…la sangre espesa del charco de la Rue des Papaviers.
Me sobresalta el sonido del teléfono. Llamada desde Madrid. Durante unos segundos visualizo el teléfono tirado en ése océano sanguinolento. Dudo si descolgar, el infierno no se narra por teléfono. Finalmente respondo. Una voz jovial, despreocupada, pregunta:
-Hola chicos! qué tal por ahí? todo bien?!.
La civilización y la tecnología no suprime la barbarie, la hace aún más cruel.


El sabor «amargo» del cacao.

La guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido ante la impotencia de la población civil.
Prosper, curioso nombre para alguien que prácticamente ha perdido todo, tiene 42 años. Desde que tenía 6 trabaja en las plantaciones de cacao próximas a Abidján, sobrevivió a la rebelión del 2002 donde entre el 25 y 27 de marzo las fuerzas del gobierno mataron a más de 200 protestantes, y el 20 y 21 de junio en Bouaké y Korhogo, donde las purgas llevaron a la ejecución de más de 100 personas. Las protestas de noviembre de 2004 también le pasaron rozando, pero Prosper no dejó jamás de acudir a la plantación.
Se levanta a las cinco de la mañana y permanece en el campo hasta las seis de la tarde, tras varios años de trabajo duro hace un par de años consiguió su propia cosecha, su primera muestra de recompensa propia.
Prosper es de sonrisa fácil pero hace un mes que su rostro es el reflejo de la angustia que padecen la gran mayoria de pobladores de Costa de Marfil. La situación del país permanece estancada a la espera de que Gbagbo abandone su trinchera del Hotel Golf de Abidján y si es posible el país.

Outtara, el presidente electo y en teoría hombre moderado ha advertido de que prolongará de forma indefinida la prohibición de exportar cacao, vigente desde el pasado 23 de enero, si el mandatario, Laurent Gbagbo, no asume su derrota electoral y abandona el cargo antes de la próxima semana, cuando expira su mandato. Ouattara ha ratificado su compromiso de mantener el veto a las exportaciones de cacao, principal motor económico del país, mientras el presidente se niegue a cederle el puesto. «Si Gbagbo se va, por supuesto, las sanciones serán levantadas. Pero si sigue, continuarán».
De momento Prosper quien vende su materia prima a una de las empresa chocolateras mas importantes se muestra cauteloso puesto que el mandatario marfileño apuesta por el almacenaje del cacao con la esperanza de que el «usurpador» de Gbagbo como así lo califica abandone su puesto lo antes posible. En Costa de Marfil, «todo lo que es política es cacao y todo lo que es cacao es política», sentencia François Ruf, economista del Centro de Investigación agrícola.

Las informaciones que nos llegan fijan una fecha límite de una semana. Pero en un país como éste la leyes se crean para no cumplirlas, bien lo sabe Prosper quien ha sido testigo de la corrupción existente en el país desde la irrupción de Gbagbo en el poder. Éste no duda en saltarse las normas de la Comunidad Internacional jaleado por un ejército comprado y bajo la protección de los militares de la Onu.
«El chocolate está financiando el derramamiento de sangre. Los amantes del chocolate alrededor de todo el mundo quieren que el sector asuma una posición y negocie únicamente con el Gobierno elegido democráticamente» destaca el activista Rick Patel.
Aunque la realidad ante el pulso entre Outtara y Gbagbo es que ese comportamiento solo contribuirá a empeorar la situación de los pequeños productores. Algunas veces estos boicots no ayudan necesariamente a la causa que pretenden, empujando a cientos de miles de pequeños agricultores como Prosper a una pobreza mayor. ¿Qué saben ellos de política, vetos y mandatarios?  ¿Cómo explicar la situación a cuatro chiquillos que esperan una comida al día?

En el 1999 un 28 por ciento de marfileños subsistía debajo del nivel de pobreza y ahora esta cifra ha subido a un 44 por ciento según estadísticas de la ONU, y sigue subiendo. Costa de Marfil es el país número 163 de 177 del índice de la ONU en desarrollo humano. Cada vez más y más marfileños tienen dificultad en encontrar comida suficiente.

Esta pobreza extrema, en un país que anteriormente fue uno de los países con las mejores condiciones en la región del África del Oeste en las décadas de los 1970 y 1980, ha forzado a que mucha gente habite cerca o encima de vertederos en la capital, para subsistir de los deshechos que encuentren.

A fines de agosto del pasado año, cuando una empresa marfileña se deshizo de 5.000 toneladas de deshechos químicos tóxicos de Europa del Este en vertederos y alcantarillados de Abidjan, los efectos fueron masivos y mortales. Según datos recientes del Ministro de Salud e Higiene Pública, 10 personas murieron, 69 fueron hospitalizadas y más de 102.000 recibieron tratamiento médico como resultado de haber inhalado los vapores químicos.

Si la crisis se enquista o la situación degenera, la economía marfileña podría sufrir de lleno las consecuencias. No lo olvideis cuando desayuneis mañana.


Ben Ali, Mubarak, ¿Gbagbo?

La rueda de la historia está actualmente en marcha sobre el continente africano. En la actualidad, sobre la parte septentrional del continente, sopla un viento de cambio sin precedentes. Un mes después “de la revolución de los jazmínes” en Túnez, el pueblo egipcio, a su vez, decidió tomar las riendas del destino. Hosni Moubarak, que dirigió el país de los Faraones con mano de acero durante tres décadas, se obligó hace tres días a la dimisión. El movimiento popular que tuvo lugar durante dieciocho días, le echó del poder. La “revolución del Nilo”, saludada en el mundo entero, fué posible como en el caso en Túnez.  La actitud del ejército en Egipto durante todo el conflicto, debe llevar al general Philipe Mangou y sus hombres ha reflexionar que no se puede ir contra la voluntad del pueblo. Cuando el pueblo hace oír su voz, es necesario escucharlo y acceder a sus peticiónes. El 28 de noviembre de 2010, el pueblo de Costa de Marfil , se expresó claramente mediante una mayoría. Los marfileños eligieron, a través de las urnas, al doctor Alassane Dramane Ouattara para presidir a los destinos de Costa de Marfil para los cinco próximos años.

El ejército, que es la emanación del pueblo, debe necesariamente doblarse a su voluntad guardándose del lado del Presidente elegido democráticamente. El general Mangou, al no hacerlo, está traicionando al pueblo. La postura de Mangou y los elementos de Fuerzas de defensa y seguridad que le siguen, es una conspiración contra el pueblo de Costa de Marfil. La guerra que él y sus hombres emprenden contra la población, desde que Laurent Gbagbo decidió confiscar el poder, está sin salida, ya que mas pronto o mas tarde, el pueblo de Costa de Marfil hará lo posible para hacer respetar su elección. Y, ni los obuses de los tanques, ni las balas de los kalachnikovs, cambiarán nada a eso. Así va el destino del pueblo. El ejército tunecino estuvo en consonancia con su pueblo, el ejército egipcio eligió acompañar a los egipcios hasta la victoria,  el ejército de Costa de Marfil si no lo hace, se encontrará en su camino con todos aquellos que en su día dieron su voz al Presidente Alassane Dramane Ouattara. Es una verdad implacable. Nadie puede ir contra la marcha inexorable e irreversible de la historia de un pais.

Hace poco fué Túnez, hace dos días Egipto, mañana será Costa de Marfil quien comience ha revelarse ante su liberalización. Como reza el proverbio: “Nunca hay dos sin tres”. Es necesario entonces esperar que ese momento no llegue demasiado tarde para Philipe Mangou y sus hombres.


Costa de Marfil. Dos presidentes para un país.

Un 28 de Diciembre del pasado año en Costa de Marfil, los inocentes fueron más inocentes que nadie. En éste caso no se trata de solo de menores, sino de toda una población, aquella que pedía el cambio de gobierno a través de unas elecciones presidenciales que transcurrieron con normalidad aunque bajo toque de queda. No tardó en desartarse la polémica y la furia de los marfileños.
Los resultados contradictorios de los comicios , que según la Comisión Electoral Independiente (CEI) ganó el opositor Alassane Ouattara y según el Consejo Constitucional el actual gobernante, Laurent Gbagbo, hicieron aumentar la tensión y el riesgo de guerra civil.
Gbagbo, presidente de Costa de Marfil desde el año 2000, ha mantenido una dura pugna ante el líder de la oposición Outtara.
En septiembre de 2002, un motín en una guarnición degeneró en guerra civil, ocasionando la intervención de una fuerza de interposición por parte de Francia, así como de la ONU, que separó los dos bandos y logró una tregua en 2003 que duró hasta septiembre de 2004.
A partir de ahí la pacificación del pueblo marfileño se ha mantenido en la cuerda floja.
Tras las últimas elecciones, Gbagbo atrincherado al poder del cargo, se niega al abandono de éste poniéndo a la población de Costa de Marfil al borde de la desesperación y ruina ecónomica. Outtara, Presidente de la Alianza de los Republicanos (RDR), tecnócrata y economista del FMI mantiene una calma tensa a la espera de que su rival abandone el parapeto del Hotel Golf de Adbiján donde se haya custodiado por parte de su séquito y ochocientos cascos azules de la ONU.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió que se «respete la voluntad» de los ciudadanos en las pasadas elecciones presidenciales celebradas en Costa de Marfil, al tiempo que destacó el papel de la Unión Africana (UA) en la resolución de la crisis política en ese país. La ONU considera ganador de esos comicios al opositor Alassane Ouattara.
La población no tardó en salir a las calles y hasta la fecha se han contabilizado 173 muertos, decenas de desaparecidos, y varios detenidos que denuncian haber sido sometidos a torturas.

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Pensemos en el después

La revuelta popular en Egipto contra el régimen de Hosni Mubarak es de proporciones históricas, pero ahora la pregunta es, ¿quién lo reemplazará si finalmente logran derrocarlo?
«Queremos elecciones libres y justas, pero tenemos miedo, tanto cristianos como musulmanes, de sacar a un dictador para reemplazarlo por un estado islámico como Irán», señala el activista Seif Abdallah.
Es el temor a lo desconocido.
Desde la Unión de Egipcios por un Pensamiento Liberal, se teme que un gobierno islámico radical germine de entre el panorama del país.
En principio se debería abogar por una transición pausada que ofrezca el tiempo necesario para que las distintas alternativas democráticas puedan presentar los proyectos acordes a las necesidades del pueblo egipcio.
De momento Mohamed AlBaradei cuyas ideas reformistas han calado hondo entre la población es uno de los esperados líderes llamados al cambio, aunque en éstas últimas horas ha sembrado la duda ante una posible presentación electoral al declarar que él «es Premio Noble de la Paz y no político», según la entrevista concedida al diario austríaco Der Standart. Horas posteriores, según Al Jazeera las palabras tenían otro color, «me presentaré si el pueblo me llama».
No quedan claras las intenciones del líder opositor egipcio, quizá son un fiel reflejo de lo que en éstos momentos es la actualidad del país de los faraones, un caos ideológico con una base firme, la inmediata marcha de Hosni Mubarak.
En mi humilde opinión la revolución del pueblo ha mermado en cierta medida la fuerza inicial con la cual se inició. Los egipcios necesitan hacer una pausa y reflexionar sobre otras posibles medidas que se puedan adoptar sin perder de ojo los movimientos internos de los hombres «pro-Mubarak», el viejo mandatario dice estar cansado y su pueblo debe ofrecerle la oportunidad de ofrecerle una salida digna por las pocas o muchas cosas buenas que haya hecho por Egipto. Ése es el irónico pensamiento de un líder Nobel de la Paz que comparto con una medio sonrisa cómplice. ¿Destino? ¿Israel?, ¿Estados Unidos?, Es hora de devolver «favores». Ya no importa para un faraón sin templo.