El jabón de Alepo.
Apenas doce horas en Alepo son suficientes para reconocer una ciudad en estado de guerra de una carnicería fraticida o quizá sean suficientes unas cuantas guerras en la mochila para saber que Alepo es el escenario de la masacre más inhumana que se haya vivido en los últimos años.
Muchos comparamos la situación con lo ocurrido en Sarajavo, yo no viví esa guerra pero los detalles se asemejan a lo que en su día leímos y vimos en los medios de comunicación, los más veteranos recordarán los ataques a las colas de las panaderias. En Alepo no huele a pan recién hecho, en Alepo huele a sangre mezclada con el polvo de la destrucción. Pienso en ello mientras sorteo en vano los cascotes por los que piso y de repente huelo a jabón…el jabón de Alepo, ese jabón mundialmente conocido por sus múltiples propiedades, codiciado por los más sibaritas, codiciado como lo es la ciudad para el régimen de Basar Al-Asad…
Pienso en princesas sirias cuyos cuerpos perfumaban con la fragancia, pienso en princesas sirias cuyos cuerpos se acumulan en el hospital de Dar Al Shifa. Pienso en príncipes destronados cada día cuya sangre tiñe de rojo las calles, pienso en los ojos de mis compañeros también rojos, de cansancio, de la dureza que trae consigo la impotencia, de las imágenes que los envuelven.
Alepo sigue siendo una ciudad hermosa, una de las mas hermosas incluso bajo la destrucción, Alepo es hermosa porque resiste. Sigo oliendo a jabón.

Calles de Alepo/Reuters
La llamada a la oración desde el minarete me devuelve a la realidad, y pienso en mi dios, en ese parado de larga duración al que nunca tengo en cuenta porque se empeña en mostrarme lo mas crudo de la realidad. Inconscientemente ruego que pare esta barbarie y me oigo a mi misma diciendo basta ya.
Por un momento creo en los milagros, un pequeño permanece junto a su madre, ella lava una sábana. El crío se retira avergonzado ante la presencia de extraños y me sonríe escondido tras su madre. Me llevo su sonrisa por un rato con la promesa de devolvérsela cuanto antes, y sonrío también, porque en Alepo sigue oliendo a jabón.
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Esta entrada fue publicada el 5 octubre, 2012 por Amaia López de Munain. Se archivó dentro de Sin categoría .
Afortunadamente, el mundo seguirá siendo mundo a pesar del horror. Cuidate y un saludo.
Nando, Crieff
5 octubre, 2012 en 21:44
Gracias Fernando. Un mundo horroroso en ciertos aspectos, pero es lo que nosotros mismos creamos.
Un fuerte abrazo.
6 octubre, 2012 en 9:38
Ea ya estaba tardando en pasar a comentar, necesito leer que hay mucha info interesante, un besote de tu fan !
11 marzo, 2013 en 18:28