Somos idiotas.
No me cabe duda.
Os diré, no tengo ni idea de cifras, ni de economía ni de lo que se cuece en las Bolsas del mundo. Lo poco que sé de economía se circunscribe a mi cuenta corriente, que es tan corriente que a veces asusta incluso al cajero, así que olvidaros de leer aquí porcentajes de paro. No trabajo para el Financial Times y dudo que les gustara tenerme en su plantilla.
No sé si el IBEX sube o baja, ni maldita falta que me hace. Solo puedo hablar de guerras, muerte, miseria, destrucción, asesinatos, corrupción, muertos de hambre, de balas y machetazos, o lo que es lo mismo, el hijoputismo internacional y últimamente dadas las circunstancias también del nacional… del patrio si, de ese que campa por sus anchas de manera inmune, de ese que nos afecta a tí y a mí.
Ese hijoputismo cutre, de bandera nacional y pata negra, el de toda la vida. El que hace a los ricos más ricos y a los pobres más hambrientos.
Cuarenta años de dictadura no fueron suficientes para hacer de una población mayoritariamente oprimida un pueblo valiente que plante cara a aquel que lo exprime. No se ha dicho «Basta ya», ni se dirá. España es un país sin orgullo, un país de acobardados, un país de desidia que se conforma con aquello que hay.
Somos muchos los que hace un tiempo decidimos agarrar la maleta y decir «ahí os quedais» en busca de oportunidades, en busca de aquello que ni los gobiernos ni los que decís hacer la revolución desde casa con el mando de la tele estais dispuestos a llevar a cabo. Señores, ésto es lo que hay, Jorge Javier Vázquez, nos quita las penas y nos hace más llevadera la penetración sin vaselina. Siempre hay un roto para un descosido.
Por menos he visto estallar un pueblo, por menos ha comenzado una revolución, por menos he visto a hombres y mujeres defender sus derechos, sus bienes y su dignidad.
No queremos violencia, hagamos el amor y no la guerra, dicen algunos hippies desfasados y sus retoños veinteañeros. Pues mirad John Lennones y Yoko Onos de chichinabo, mientras os dedicais a poner margaritas en los cañones de los fusiles, aquellos que des-gobiernan el país se están trajinando a tu prima, a tu vecino y a tí, mientras escuchas «Imagine» para inspirarte en eso de la Revolución pacifista, que por si no te has dado cuenta son dos palabras contradictorias.
La prensa europea se hace eco del hastío de la población española, de los tejemanejes institucionales y hasta Esperanza Aguirre hoy es más conocida en Glasgow que en el barrio de Salamanca por señalar la palabra «corralito», acordaros de los argentinos y del precio que pagaron. Mientras tanto, cada uno a lo suyo, «qué lástima lo de los deshaucios, qué lástima lo del paro, lo de los jóvenes emigrantes, lo de los recortes…pon Telecinco»
Y así, mando a distancia en mano es como nos labramos un futuro más negro que las caras de los admirados mineros asturianos y leoneses. Todavía queda gente con orgullo y dignidad, pena que solo salgan a la superficie de ciento en viento para dar ejemplo y buena muestra de lo que es la lucha. Quizá en España lo que faltan son más mineros y lo que sobran son idiotas.
Hoy tú, mañana yo. ¿Hasta cuándo?.
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