Reflexiones y otros datos que no caben en los medios de comunicación, pero que siempre vuelven en la mochila.

Desempolvando la Cirenaica.

Todo proceso de integración de la nueva Libia va a depender fundamentalmente de los esfuerzos internos del pais, de los espacios que generen para establecer las reformas o acciones inmediatas en su derecho interno así como de la efectividad de su política nacional.  El proceso de integración avanza en la medida de lo que hace el país, es decir poco y mal, y de la correlación de fuerzas políticas que se hallan comprometidas a priori en una visión integracionista.
En un proceso de integración y más aún en el desafío de contar con un gobierno democrático hay que tener en cuenta qué piensa el pueblo.  No hay que olvidar que siempre debe de ser el centro de atención de aquellos que gobiernan. Hay que tomar en cuenta el precedente que vivió el pueblo libio y por el cual se levantó en armas. La participación del pueblo es determinante y que se les escuche también.
En diciembre de 1951, Libia logró la independencia de Italia. Sin embargo las regiones de Tripolitania con capital en Trípoli , Cirenaica desde su base en Bengasi y Fezzan con su epicentro en Sebha contaron con su propia autonomía, hasta que el  descubrimiento de petróleo y las primeras exportaciones dieron comienzo en 1963, lo que transformó la economía libia tras la llegada de colonos.
Mientras el Rey Idris pugnaba con el malestar generalizado de la población, Muammar al-Gaddafi se hizo con el poder.
A los habitantes de Fezzan y a los de la parte oriental del país incluyendo Bengasi, siempre se les negó su participación en la riqueza nacional y el desarrollo -por no hablar de un papel en el gobierno de Gaddafi-,  a Tripolitania y especialmente a los habitantes de las montañas de Nafusa en su mayoria amazigh, se les negó lo mismo que a sus convecinos de la zona este,  pero además hay que sumar el odio enfermizo de Gaddafi a la lengua y cultura amazigh que ya se encargó de represaliar en sus 42 años de dictadura.
Tras el comienzo de la revolución, las premisas de los combatientes que derrocaron al régimen fueron devolver la autonomía e idiosincrasia a sus respectivas regiones.


El movimiento en Bengasi , con Ahmed Al Zubair Al Sanussi a la cabeza,  pariente del monarca derrocado en 1969 y denominado jefe del Consejo de Transición de la Cirenaica, consta de unos 3.000 jefes de tribus y de milicias que constituyen el Consejo de la Cirenaica o de Barka, por su nombre árabe.  Éstos traen de cabeza al CNT que ya se ha apresurado a declarar que no dudará en emplear el uso de la fuerza para frenar los intentos de escisión. Lejos de amilanarse y dar pasos atrás, los milicianos de la capital oriental están decididos a plantar cara al gobierno central, para ello cuentan con las armas incautadas de los almacenes militares de Gaddafi , pero además tienen en su poder a los presos leales al régimen cuya entrega han negado a las autoridades centrales.
El Consejo Nacional de Transición libio ha hecho un llamamiento al diálogo en forma de ultimátum y desaconseja a los líderes de Bengasi que dejen de ser manipulados por los nostálgicos al régimen y a «fuerzas externas» en clara señal a los países extranjeros cuyos nombres no ha detallado, pero de los cuales podemos deducir por empatía con la región se trata de las petromonarquías del Golfo -Arabia Saudita, Emiratos Arabes, Qatar- y con los grupos islamistas como los Hermanos Musulmanes.
Por su lado, los enclaves que claman por su independencia reivindican que se les haga llegar el dinero que sale de las exportaciones de crudo para reconstruir las zonas, de las cuales procede el 70% del petróleo libio.

Al líder del CNT , Mustafa Abdul-Jalil le crecen los enanos. Además de la desconfianza que está generando a nivel internacional la política impuesta tras la toma de poder con las diferencias surgidas entre los miembros de gobierno y la incapacidad de las autoridades de hacerse con las riendas del país y de controlar las milicias, hay que sumar el poco acierto al no incluir en la representación gubernamental figuras políticas con peso y voz que aplaquen los ánimos de aquellos que una vez lucharon por recuperar lo que era suyo.
Los libios están vigilantes, 42 años de represión y autoritarismo no se olvidan de la noche a la mañana.

Poco imaginaba el CNT, cuando durante la revolución instauró de nuevo la antigua bandera libia, cuyos colores: rojo, verde y negro  simbolizan las regiones de Tripolitania, Cirenaica y Fezzan, que ahora se asfixiaría con ella.

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3 comentarios

  1. fuentes?

    9 febrero, 2013 en 15:07

  2. el plan de soberanizar a cirenaica se perdió,el afan por derrocar a gaddafi solo llevo a tomarse todo el pais y no tn solo la mitad y esto llevo a que cerenaica no resurgiera como nacion. sino que las cosas siguieran iguales o tal vez hasta peores,

    17 diciembre, 2015 en 3:43

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