Fuego a discrección.
En su libro ‘What Would Google Do?‘, el blogger norteamericano Jeff Jarvis sugiere a los periodistas que se concentren en producir contenido con alto valor agregado: “ Hagan lo que ustedes hacen mejor y compártanlo con el resto”. Y eso es lo que mejor sabe hacer el periodista Alberto Arce, no en vano es la premisa de todo aquel que se dedique a éste noble oficio, o al menos debería de serlo. Podría decir eso de «para muestra un botón», pero son muchas las muestras de su labor y es complicado hacer una selección. Desde su trabajo sobre la invasión israelí en Gaza, plasmado en «To shoot an elephant» y en decenas de crónicas, sus incursiones en Irak y Líbano, pasando por la realidad de la miseria guatemalteca de campesinos e indígenas. No voy a describir su currículum porque ahí está, porque no debería y porque no me dá la gana.
En realidad yo venía a hablar de su libro porque lo compré, lo devoré, y lo disfruté y porque considero que hay gente que mezcla churras con merinas y eso me cabrea. Así que para todos esos analfabetos que no han vivido otra guerra que la de Gila, que oyen pero no escuchan, que leen y no entienden, ahí van unas cuantas conclusiones. No tengo derecho ni obligación de hacerlas públicas, pero como hay mucho cantamañanas de tecla rápida y lengua de doble filo que cuando les hablas de morteros en el escenario de una guerra se piensan que es para que los militares o los rebeldes se hagan un alioli, pues voy a dar mi opinión al respecto pasándome los derechos y las obligaciones por el Arco de Trajano.
«Misrata Calling» no es un libro sobre la reacción política y militar internacional en el conflicto libio, ni siquiera es un libro sobre la revolución libia en general. El que quiera ver como «se la cogían con papel de fumar» los distintos gobiernos incluido el español, durante los nueve meses que duró el conflicto, que acuda a las hemerotecas y que se dé un festín.
«Misrata calling» es un diario. El resumen de los cuarenta y cinco días que pasaron un par de peridistas españoles durante el asedio a Misrata por parte de las tropas gadafistas. Es un libro narrado a pie de obra, ciento ochenta y un páginas aderezadas de balas, AKs-47, sangre y lucha. Páginas con sonidos de trinchera e historias humanas, con esa mezcla de olores que tiene una guerra y que solo los que lo han vivido de cerca distinguen. Un complemento narrado a las imágenes del documental «Misrata, vencer o morir«.
Todos los que allí estuvimos trabajamos desde el bando rebelde, ojo atención a la preposición «desde», y no «para». No digo que los insurgentes no sacaran buena tajada de ello, fueron inteligentes y eso es una característica importante para resultar vencedor. Ellos fueron quienes nos facilitaron la labor informativa, desde la logística para poder enviar las crónicas, y desplazarnos, pasando por comida, refugio, información, compañía, familia, historias, amistad…cosas que vienen muy bien y se agradecen cuando no estás debajo de un cocotero escuchando a Bob Marley. Por parte del régimen sus ayudas fueron bien distintas, impedimentos para moverse por el país, coacción, represión, detención y manipulación. Con lo cual me parto de risa cuando aquí los que ven la vida pasar desde el pasto como la vaca Milka, se ponen gallitos con eso de calificarnos como periodistas pro-rebeldes, manipuladores, mercenarios etc…y para qué contar nada de aquellos que incluso te piden que demuestres que no trabajas para la OTAN.
Son los peligros de no leer, o de leer por encima a cualquiera.
Así que leamos, hagamos un análisis de la situación y de las noticias, reflexionemos y después con una conclusión clara hablemos. Pero hagámoslo dentro de un contexto, no aprovechemos el riachuelo para hacer surfing y de paso ahogar al mensajero, y por descontado asegúremonos de que aquel que lo cuenta sabe situar el escenario en el mapa. Me apuesto los presupuestos del Estado que muchos de los que por entonces babeaban por las redes sociales dándoselas de reporteros dicharacheros de Barrio Sésamo no sabrían decir qué países limitan con Libia.
Quiero dejar claro que hablo por mi boca y no por la de nadie, ni se trata de un acto de corporativismo ni me debo a nada.
«Misrata Calling» es un ejercicio de periodismo dentro del contexto del periodista que cubre una guerra, ni más ni menos, y el que quiera conspirar con teorías políticas que acuda a Wikileaks, o a Parla.
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