«¡Para todos los hijos de puta del mundo…! ¡Napalm!»
No sé a quien se le ocurrió el brindis, supongo que a cualquiera de los descerebrados que solemos quedar para ir a la guerra en vez de para ir la cine.
Recuerdo eso sí que la frase salió en Abiyán, y que cada vez que conseguíamos algo para beber, uno de nosotros se levantaba del asiento, levantaba el vaso o la botella y gritaba: – «¡Para todos los hijos de puta del mundo…!-¡Napalm!- voceábamos el resto entre carcajadas. Hubo un camarero marfileño y simpaticón que se aprendió la frase antes de que aprendiese a manejar el abridor de cervezas y que con la excusa del brindis se acercaba hasta nosotros y se pimplaba un lingotazo de lo que fuese by the face, por sus dientes como teclas de piano y su cara bonita.
En éstos sitios el que más o el que menos tiene su cuchipandi, yo tengo la mía, y como le decía hace poco a un compañero, cada cual vive sus guerras como le da la gana. Cada uno las ve, las siente , las asimila y las digiere como puede y con quien quiere.
Ahora con ésto de las redes sociales, la cuchipandi se extiende un poco más allá, conoces a colegas por los que antes no te habías interesado, compartes opiniones, chanzas y en ocasiones hasta la mala baba. Otras veces te alegras por los éxitos cosechados, por el buen trabajo, otras te solidarizas con los infortunios que trae consigo el oficio, otras veces te callas por no liarla, y en ocasiones y depende de si el cable se cruza o no, la lías.
Les eliminas o te eliminan en plan francotirador serbio, hasta la próxima vez, cuando el destino que suele ser aliado del diablo provoca que compartais país, ciudad, alojamiento y trinchera.
La mayor borrachera me la cogí entre disparos y sonidos de bombardeos, hasta que el alcohol hizo su efecto y dejé de oír y de sentir. Las veces que más he llorado en ésta vida han sido junto a compañeros, en concreto dos veces, la primera en una cochambre de Angola junto a Víctor Pozo, la última en un hotel de Tataouine al lado de Omar Havana. La primera vez me golpearon los muertos, la segunda vez los vivos.
Las veces que más me he reído han sido en los lobbys de hoteles en lugares que suelen dar poca risa y no acogen turistas.
No somos «LA TRIBU» de Leguineche. Lo escribo con mayúsculas porque sus miembros así lo merecen, porque cuentan con toda mi admiración y respeto, y porque me sale de la peineta. De esas sólo hubo una y es irrepetible.
Somos aquellos que vivimos el periodismo gráfico o escrito, de cerca, con mayor o menor fortuna. Aquellos a los que la realidad provoca que no creamos en los milagros, que dormimos como y cuando se puede. Aquellos cuyas familias terminan por confundir los países a los que viajamos, como mi madre que se pasó diciendo durante meses que su hija estaba en Líbano cuando donde realmente estaba era en Libia. Somos aquellos cuyas mujeres, novios, hijos esperan en casa mientras permanecen aténtos al teléfono. Otras veces simplemente somos aquellos a los que nadie espera.
No sé si mejores, peores o «de otra pasta» como suelen decir. Somos nosotros, los que vivimos con intensidad el lado más ruin del ser humano, y los que a pesar de las imágenes que nos machacan las retinas y el cerebro, todavía reimos cuando brindamos. Nunca el Napalm tuvo mejor acogida.
Va por todos vosotros compañeros/as, los que seguís al pie del cañón y los que la metralla, una bala, un misil o un director de un medio os ha dejado sin billete de ida o de vuelta. Va por todos los hijos de puta que con sus guerras, sus miserias y sus corrupciones al menos nos obligan a reunirnos de tanto en cuando, aunque sea para brindar.
Buena reflexión compañera!!! Un beso! Y mucha fuerza!
24 febrero, 2012 en 14:30
Gracias Antonio. Un poco de Napalm de vez en cuando para nosotros mismos no está nada mal. Un beso y mucha suerte.
24 febrero, 2012 en 17:40
¿Igual tu te crees que tienes a un «muchacho», padre, y con unas ganas terribles de hacer una décima parte de lo que tu haces esperádote?, pues si, por aqui estaré esperandote con un botellin de napalm, eso si, con label vasco!!
Bridemos por ellos, tu allí y yo aqui.
24 febrero, 2012 en 16:03
Gracias Maeztu. Dentro de nada estamos para ese txupito pendiente. Un beso enorme
24 febrero, 2012 en 17:41