Reflexiones y otros datos que no caben en los medios de comunicación, pero que siempre vuelven en la mochila.

No hay mas ciego que quien no quiere ver.

En éste último mes son varios los campamentos de refugiados que mi profesión me ha llevado a visitar. Como en cualquier conflicto tan solo varían los paisajes, las caras suelen tener la misma expresión, los niños son niños en cualquier lugar.
Desde la denominada «cárcel más grande del mundo» o lo que es lo mismo, desde Gaza, la cara de Mohamed es la misma que la de Axel en Túnez, la de Abu es la de Mousa y la de Dima es la de Malak.
Pueden cambiar las ideologías, las causas, lo que no varía son las víctimas.
Estos días me he preguntado ¿cuándo es el momento en el que una de éstas personas asume que es un refugiado y que es posible que nunca pueda regresar a su hogar? ¿cómo asimilar que aquello en lo que has invertido toda una vida lo has perdido? ¿ que pasará por su mente cuando les hablas de futuro?

Niños palestinos en Gaza

Hoy he visto caras de emoción contenida en el paso de Rafah tras cuatro años de prohibición, pero también he visto recelo y miedo en algunos de los ojos de aquellos que han cruzado.
Desde otro lugar del mundo, miro de reojo hacia la frontera libio-tunecina y sigo sin poder entender cómo somos capaces de no intentar apagar la llamada de auxilio de la gente de Nefusa y de los más de 10.000 refugiados hacinados en los campos tunecinos.
Comienza el calor asfixiante en Túnez, las condiciones insalubres de los campamentos son las idóneas para que comiencen a propagarse las epidemias y las organizaciones insisten en la urgencia de repatriar a los refugiados.

Campo de Remada. Foto: Amaia López de Munain

 Se ha hecho un llamamiento a los jefes de estado y gobiernos de la Unión Europea para que abran sus puertas a aquellos que de nuevo deben huir de la catástrofe, pero Europa sigue mirándose el ombligo como si la cosa no fuese con ella. Es obligación moral y legal prestar asistencia a las víctimas de una guerra en la que en cierta manera participamos todos. Europa cierra sus puertas alegando las normas implantadas en cuanto a inmigración que lo mismo les sirve para un roto que para un descosido. Esa Europa que desde Libia, Túnez, o Gaza admiran, sin saber que la verdadera lección de solidaridad y generosidad la están dando ellos mismos.

Campo de Remada. Foto: Amaia López de Munain

Hace semanas denunciábamos la falta de voluntad y cinismo de una organización encargada de gestionar el campo de Remada, hoy mantenemos esa crítica y la ampliamos a todos aquellos sectores políticos y sociales que aprovechan la situación de crisis global para escudarse en la falta de fondos para ayudar. Pero el problema no se centra en la falta de partidas presupuestarias, el verdadero problema residen en la falta de solidaridad y en el egoísmo occidental que nos lleva a pensar que estamos por encima de ellos. Se necesitan voluntarios, gente desinteresada que quiera echar una mano, se necesitan medicinas, todas aquellas que cualquier laboratorio farmaceútico podría donar sin quebrar sus arcas, se necesitan alimentos de primera necesidad, excedentes de muchos grandes supermercados, en definitiva se necesita la generosidad de todos aquellos los que componemos esta sociedad que mira por encima del hombro. No sirve con lamentarse y mostrar un apoyo moral. Todos aquellos que hoy nos necesitan, necesitan de nuestras manos. No seamos hipócritas para ocultar nuestra debilidad moral y nuestra cobardía. Demostremos que no somos tan mediocres ante una sociedad que nos grita que tiene sed.

Remada, Foto: Amaia López de Munain

El artículo 33 de la Convención de los Refugiados prohíbe expresamente la repatriación forzosa de los desplazados o » no refoulement», pero hecha la ley hecha la trampa, y los mismos que escriben, redactan y se cuelgan la medalla de solidarios son aquellos que niegan la atención primaria necesaria a todo aquel que viene con lo poco que le queda en la vida.
Cuando he cubierto otros conflictos siempre he hablado de la condición de fraticidas innatos de aquellos que matan y disparan, pero deberíamos pararnos y pensar que hay mucha maneras de matar y quizá la más lenta y menos ruidosa sea la más peligrosa.
Remada, Dehiba, Choucha, Gaza que en toda su extensión es en sí un campo de refugiados, y otros tantos lugares repartidos por el mundo, infiernos para inocentes, paraísos para criminales de despacho, especuladores y creadores de falsa solidaridad.

Foto: Amaia López de Munain

Una respuesta

  1. Koldo Alberto

    Hola Amaia.
    Periodistas como tu dan clase a tu profesion y una verdadera razon de ser.
    Estoy mas que harto de ver en la television a pseudoperiodistas entrevistando a funalas que solo utilizan su cuerpo o a menganos que solo viven del cuento.
    Parece que vivimos realmente en el pais de la farandula, los toros y la paella.
    Aqui no importa el paro, las injusticias del mundo, el hambre, la violacion de los derechos humanos cometidas por paises «democraticos» co lo son los USA, Gran Bretaña o España…..
    Solo nos importa que no suba la gasolina y si para eso ahay que invadir, violar o matar ingentes cantidades de seres humanos..pues eso adelante, que nosotros veremos en la tele «la isala de los famosos».
    Animo y a seguir siendo la voz de las minorias silenciadas por las grandes empresas y por los intereses capitalistas de la globalizacion.
    Un beso y cuidate, que ya sabes que no hay nada mas incomodo para un pais democratico que un periodista que cuenta la verdad y que ejerce su derecho a la libertad de expresion.

    29 May, 2011 en 9:26

Deja un comentario